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Infancia: una nueva mirada

Tania Pellicer Sánchez

Publicado el 29/03/2022 15:03

infancia

La infancia es una etapa única y como menciona Ana Lucía Campos (2014) “la primera infancia viene siendo reconocida como un periodo crucial en el proceso de desarrollo del ser humano. Una de las razones por la cual toma cada vez más importancia, está directamente relacionada con las investigaciones en desarrollo infantil temprano (DIT), que van dando a conocer, entre otros sucesos, el maravilloso proceso de crecimiento y desarrollo cerebral que ocurre en los primeros años de vida.” El desarrollo tiene relación tanto con la genética como con el ambiente, este se puede ver influido por la familia y la cultura. Está marcado también por momentos de cambio y estabilidad y puede variar de una persona a otra, ya que un mismo ambiente puede generar distintos efectos en los infantes, debido a las cualidades internas que poseen y el desarrollo se puede ver alterado tanto por factores positivos como negativos. 

A partir de los tres años hasta los seis, se va desarrollando el pensamiento cinestésico, límbico, visual y verbal. La motricidad se ve mejorada y los niños y niñas van diferenciando entre la derecha y la izquierda, “entre los cuatro y los cinco años y se va orientando mejor a nivel motriz, vivencial y cognitivo”.  Van manejando mejor el lenguaje, y prueba de ello es que les gusta jugar con el ritmo, aprender rimas y nuevas palabras. “A los cinco años les encantan las sorpresas y aprenden a anticiparse de muchas situaciones y se inicia en adquirir pequeñas responsabilidades”. En esta etapa de 3 a 6 años se podría decir que los aspectos más importantes son los que tienen que ver con el desarrollo del lenguaje, la capacidad gráfica, el perfeccionamiento del movimiento y las emociones y los afectos van desarrollando el sistema líbico (Martín-Lobo, P, Rodríguez, A, 2014).

Se ha tenido distintas ideas a lo largo de la historia de lo que es la infancia ya que su concepción ha dependido del contexto cultural de la época. En un primer momento se le consideraba al niño como dependiente e indefenso. En el siglo XV el niño se le decía que era malo de nacimiento y en cambio, para el siglo XVI ya la concepción de niño es de un ser humano pero inacabado, el niño como adulto pequeño. Posteriormente pasa a considerarse como bondad innata, como si este fuera un ángel. “La “reinvención” moderna de la infancia se inicia desde el siglo XVIII en las sociedades democráticas y muy especialmente a través de Rosseau, quien advertía las características especiales de la infancia. Son muy numerosos los autores que a partir de este siglo comprendieron que la infancia tiene formas particulares de ver, de entender y de sentir y que por ello debían existir formas específicas de educación y de instrucción” (Jaramillo, L, 2007). Ya a partir del siglo XX se reconoce al niño como sujeto social de derechos. 

No obstante, todos deberíamos de tener la visión de la infancia que muestra Loris Malaguzzi: “La imagen que tenemos de la infancia es la de alguien rico en potencia, fuerte, poderoso, competente y, sobre todo, que está relacionado con las personas adultas y con otros de su edad.”  Los niños son energía, ganas, ilusión, creatividad… y la escuela debería de fomentar todo esto, no cortarles las alas. Los niños/as tienen una alta potencialidad, pero se les infravalora por el hecho de ser pequeños y no se les deja muchas veces ser ellos mismos, que tengan un lugar en la escuela y que vayan desarrollando su singularidad, sino que se pretende que todos hagan lo mismo. Pero cada niño es único y poseen la capacidad de poder expresarse de múltiples formas. El siguiente poema resume la idea de lo que es la infancia y lo que la escuela pretende hacer con ella, pero a pesar de eso como es la esencia de ser un niño o niña.

 

 

Los niños y niñas tienen muchas formas diferentes de expresar sus pensamientos, ideas, intenciones y creatividad. Deberían de sentirse acogidos por la escuela que es la metodología que lleva Reggio Emilia (capital de la región de la Emilia-Romaña), que se aleja del “adiestramiento de los infantes”, se basa en la autonomía de los niños/as considerándolos unas personas competentes. Esta nueva visión hay que tenerla muy presente en las aulas para comprender como son los infantes y adecuar la enseñanza y la forma de trabajar en el aula para cubrir sus necesidades y entender porque a veces actúan como lo hacen y no precipitarnos a tomar unas ideas preconcebidas o a etiquetarlos, sino comprenderlos y ponernos en su lugar y ser un apoyo para ellos, siendo un guía en este proceso de descubrir quienes son y ayudarles a conocerse mejor tanto por fuera como por dentro, es decir sus emociones y aprender a controlarlas y gestionarlas. La infancia es un lienzo en blanco que con la ayuda de todos podemos ir dejando ser y que se desarrollen de manera íntegra en todos los aspectos.

 

 

Bibliografía:

 

 

 

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