Empleos y puestos de trabajo a los que podemos dedicarnos en la actualidad, probablemente, dejarán de existir en pocos años. El eminente empresario Abel Linares (ex alto ejecutivo de Terra) -conocido por su papel en la fusión de las empresas Terra y Lycos- ofreció hace poco más de un par de meses el siguiente titular: “El 70% de los bebés de hoy trabajarán en profesiones que aún no se han inventado”.
Las dudas que se albergan detrás de esta afirmación pueden ser cuantiosas: los niños de hoy, ¿qué serán en el mañana?, ¿qué ocupaciones darán trabajo dentro de cinco, diez o quince años?, ¿qué imagen tendrán esos puestos que estos días ni siquiera tiene un nombre definido?
Son algunas las señales que percibimos relativas a este hecho. El sistema educativo afronta el apremiante reto de convertirse en una institución que albergue una formación más práctica y orientada a las necesidades reales de las empresas.
Bien es cierto que el futuro es imposible de predecir, más la oferta de empleo es evidente que se concentra, y cada vez lo hará en mayor medida, en torno a las especializaciones (tanto universitarias como de formación profesional) en el mundo digital. Actualmente se han creado ya decenas de puestos novedosos e inéditos, desde el conocido community manager hasta perfiles de alta responsabilidad dentro de la estrategia empresarial como el data scientist, el growth hacker o el especialista en conversión de leads.
Pero hay otros empleos, quizás hoy día impensables, que girarán en torno a la robótica y la tecnología, la salud, la preservación del medio ambiente, las energías alternativas y todo este universo del análisis de la información. Así, empleos como piloto de drones, diseñador de órganos (a través de las impresoras 3D), gestor del caos, analista de ciberseguridad, científico de datos, sastre de nanotejidos, ingeniero de tiempo, comisario personal de información… aún no existen pero, a través de mecanismos como las matemáticas, la tecnología y la imaginación su presencia se siente cada vez más cercana.
Este planeta, rebosante de nuevas tecnologías y empleos inimaginables, suena lejano pero lo que ante todo se debe tener presente es que cada persona debe seguir invirtiendo en educación y en formación, en esquemas de formación continua. La educación ya no termina al acabar la escuela, sino que los trabajadores del futuro vamos a necesitar actualizarnos permanentemente para poder enfrentar los cambios constantes del mundo laboral: “La reinvención no está en la profesión, la reinvención está en el profesional”.