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Bullying "Es cosa de niños"

Sandra Flores Pérez

Publicado el 04/05/2018 11:05

Resumen

En la actualidad, cada vez hay más casos de bullying. Por un lado, las víctimas no se atreven a hablar, pero existen una serie de indicadores que nos advierten de que algo está ocurriendo, lo tenemos ante nuestras narices y no nos damos cuenta de ello. Por otra parte, la creación de un acosador comienza con la educación en el hogar y las instituciones mantienen estos tipos de situaciones de violencia (aún contando con los programas adecuados mediante los cuales prevenir el acoso) debido a su falta de implicación y falta de interés. Desgraciadamente, la consecuencia es que cada vez se crean nuevas formas de acoso y sobre este problema nadie “puede” o “no quiere” hacer nada al respecto.

Palabras clave: acoso escolar, bullying, víctima, acosador, violencia entre iguales.

Introducción  

Hoy en día, cada vez escuchamos más noticias sobre casos de acoso escolar o Bullying, pero ¿Los profesionales de la educación y familiares de los alumnos, sabemos reconocer cuándo estamos ante casos de acoso escolar? o ¿Realmente creemos, pensamos que sabemos reconocerlo? En este artículo estaremos al corriente acerca de las implicaciones que tienen los centros educativos en este tipo de casos, así como los factores del ámbito familiar que determinan el comportamiento antisocial de los niños.

Primeramente  abordaremos una definición de acoso escolar o bullying, según Piñuel y Oñate: “Continuado y deliberado maltrato verbal y modal que recibe un niño/a por parte de otro u otros, que se comportan con él/ella cruelmente con el objeto de someter, amilanar, arrinconar, excluir, intimidar, amenazar u obtener algo de la víctima mediante chantaje y que atentan contra su dignidad y sus derechos fundamentales”. (Piñuel y Oñate, 2007)

En los últimos años, los casos de violencia entre iguales han cobrado una gran importancia de índole social y mediática debido a que algunos casos han llegado al extremo de terminar de la peor forma posible, el suicidio. Pero ¿Nadie se da cuenta de que hay alumnos sufriendo este tipo de acoso? Como nos dice Fuensanta Cerezo: “Es evidente que, por un lado, los agresores y los “espectadores” se encargan de que los hechos no lleguen a ser conocidos por los profesores ni los padres, y por otro, los que sufren los ataques generan tal punto de indefensión, vergüenza y miedo que difícilmente lo contarían a alguien, aunque tampoco sabrían bien a quién, porque finalmente se sienten amenazados por el conjunto del ambiente escolar” (Fuensanta Cerezo, 2009).

Pues bien cierto es que los agresores hacen todo lo posible para que nadie pueda poner fin a su “demostración de poder” ante los demás compañeros, pero hemos de saber que cuando los niños son víctimas de acoso hay algunos síntomas que nos dan la voz de alarma de que algo sucede: son niños con muy poca autoestima, comienzan a fracasar escolarmente, tienden a estar deprimidos e incluso aparentan tener alguna enfermedad para no asistir a clases, (adquieren fobia al colegio). ¿Nadie se percata o preocupa en saber porqué motivos ese alumno/a tiene dichos síntomas?

Que un alumno se desarrolle como agresor comienza en el hogar, como bien nos comenta D. Olweus (1980), pionero en el estudio del acoso escolar: en el ámbito familiar destacó tres causas determinantes para la evolución de modelos de agresión entre los alumnos: “1, actitud emotiva de los padres negativa, socializando a sus hijos sin afecto ni dedicación; 2, la ausencia de límites y permisividad ante la conducta agresiva de su hijo; 3, uso del castigo físico y el maltrato emocional para afirmar su autoridad” En cuanto a los elementos dependientes de los colegios nos comenta: “aquellas escuelas que tienen estructuras jerárquicas sin participación de la comunidad educativa, carecen de normas de conducta establecidas o tienen un sistema disciplinario inconsistente, laxo, ambiguo o extremadamente rígido pueden favorecer que surjan y se mantengan situaciones violentas en sus aulas. Son este tipo de instituciones las que suelen negar la importancia de lo que ocurre o no les parece que sea su responsabilidad”. (P. Armero Pedreira, B. Bernardino Cuesta, C. Bonet de Luna, 2011:13).

Las instituciones se “lavan las manos”, no muestran interés, no quieren tener responsabilidad alguna y adquieren una actitud pasiva en estos casos, pues éste es el problema más significativo y trascendental que por desdicha coexiste en los centros educativos y que podría ser solucionado si hubiera más implicaciones por parte de los mismos.

Por otro lado, el uso de las nuevas tecnologías está haciendo que surjan nuevas formas de acoso, según Belsey (2005): “Ciberbullying, uso de algunas Tecnologías de la Información y la Comunicación como el correo electrónico, los mensajes del teléfono móvil, la mensajería instantánea, los sitios personales vejatorios y el comportamiento personal en línea difamatorio, de un individuo o un grupo, que deliberadamente y de forma repetitiva y hostil, pretende dañar a otro”. (Mª Ángeles Hernández Prados e Isabel Mª Solano Fernández, 2007).

Hoy por hoy, los estudios sobre la violencia entre iguales son más que escasos, pero podemos concluir que la mejor forma de educar a los niños (por todos es sabido que es más que una ardua tarea) es en un ambiente democrático basado en el respeto, dedicación, atención y muestra de interés por los mismos; evitando de ésta forma la creación de acosadores.

En los últimos años, en muchos colegios se han implementado programas de desarrollo socio-emocional cuyo propósito es mejorar y promover la convivencia entre los estudiantes. Aunque ¿Son puestos en práctica dichos programas? ¿Quién controla que dichos programas sean llevados a cabo?

El tema es que parece que actuamos cuando surge algún caso que ha llegado a extremos que no tienen solución (algunas víctimas terminan con su vida), entonces nos centramos en la víctima, ¿qué le llevó a tomar tan drástica decisión? Pero y el acosador, ¿alguien se plantea qué le lleva a actuar de forma depravadora? Lo que está bien claro es que las noticias nos informan y animan para que las víctimas no se sientan solas y estén al corriente de que existen recursos, una práctica adecuada, pero insuficiente para evitar el acoso, es importante no olvidar al acosador, es una persona que también necesita apoyo. En el bullying hay dos implicados, víctima y acosador y para una correcta solución habría que centrarse dando la misma importancia a ambas partes.

No obstante, actualmente la gran solución a este problema sigue siendo decir: “Es cosa de niños” una frase mágica y con gran poder que deja a los profesionales de la educación y a los padres impasibles y tranquilos, mientras los acosadores siguen actuando y lo que es peor aún encontrando nuevas formas de acosar, y entonces me planteo: ¿realmente conocen el significado de la palabra Bullying?, ¿se quedan sin recursos para poder actuar? O es que acaso ¿Estamos esperando a que aparezcan nuevas modalidades de acoso?

Bibliografía

 

 

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