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La cara oculta del TDAH

Alba Poza Canas

Publicado el 26/03/2020 13:03

El TDAH (Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad) es un concepto que cada vez toma más relevancia, pero ¿sabemos de verdad lo que se esconde detrás de éste? Quizá solo conozcamos la parte más superficial, por lo que deberíamos adentrarnos en la cara oculta de este trastorno.

Es un trastorno de carácter neurobiológico, originado en la infancia y que implica un patrón de déficit de atención, hiperactividad y/o impulsividad.

Respecto a las causas que lo originan, debido a la gran dificultad del trastorno no puede identificarse una única causa, caracterizándose de esta manera por ser un trastorno multicausal. Partiendo de esta base, las causas suelen ser en mayor medida de origen genético, habiéndose demostrado una estimación en la heredabilidad del 76%, aunque también cuenta con causas ambientales.

A pesar de que los datos respaldan una causa genética, son muchas las situaciones de críticas que sufren las familias afectadas, cuestionando la capacidad de los padres o la educación de sus hijos.

Tanto es así, que el informe Pandah (2013), habiendo realizado un estudio basado en una muestra de 770 personas de diferentes comunidades autónomas, solo el 4% de ellas supo responder de manera correcta respecto a dicho trastorno. Muchas de las falsas creencias se basaban en delegar la culpa en los padres, en una mala educación, e incluso en el pensamiento de que el TDAH no existe.

Además, en otro estudio llevado a cabo en ese mismo año para conocer el grado de conocimiento a nivel social que se tenía acerca de este trastorno, solamente un 4% de los encuestados reconocían el término, y un 33% consideraba que se debía a un entorno familiar o escolar desorganizado. (Rodríguez, 2013).

Estos dos estudios solo son dos muestras del gran desconocimiento que existe por parte de la sociedad respecto al trastorno, por ello, a continuación vamos a abarcar aquellos aspectos que influyen en la vida de un niño diagnosticado de TDAH y de su familia.

En primer lugar, cabe replantearse la situación del niño en todo este contexto, el cómo se siente y cómo percibe lo que le sucede. Según Isabel Ojeda (1999), estos niños tienden a tener una baja tolerancia a la frustración, la cual comienza su camino con las primeras situaciones respecto a la exigencia escolar.

Por otro lado, y como factor muy importante se encuentra el autoconcepto y autoestima, los cuales se forjan a medida que la vida del niño se va desarrollando, y en relación con la información que se va recibiendo, ya sea de manera directa o indirecta. En este momento, entra en acción la figura, tanto de los padres como de las personas más relevantes, debido a que un niño con TDAH presentando más dificultades a la hora de su educación, recibe mensajes negativos de manera continua, los cuales va almacenando en su esquema de autoconcepto.

Esto empeora con el agravante demostrado de que una baja autoestima está relacionada directamente con un mayor fracaso escolar, lo que de nuevo, fomenta su autoconcepto negativo. En sus vidas, está a la orden del día la frase “No es que no puedas, es que no quieres hacerlo”, y lo que de verdad ocurre, es que el niño tiene dificultad para llevarlo a cabo, lo que conlleva la negativa a hacerlo.

Ante todos los sentimientos anteriormente citados, surgen tres comportamientos diferentes como respuesta, que dependerán de las características individuales del niño:

  • Frente a la incapacidad que sienten para conseguir algo, unos manifiestan de manera abierta y clara como se sienten, reclamando ayuda para la mayoría de las acciones de su rutina.
  • Otros intentan esconder ese sentimiento evitando cometer errores, mediante la continua reclamación de instrucciones y direcciones.
  • Y, por último, pueden dar muestras de prepotencia y arrogancia, mediante las cuales intentan construir una barrera para aparentar una autoestima positiva, pero realmente detrás de la misma se esconde un niño frustrado con una pésima imagen de sí mismo.

Esto hace ver, que la imagen que muchas veces proyectan los niños con TDAH de desinterés o continua prepotencia solo es un intento desesperado de no mostrar su verdadera situación, lo cual es un factor que se suma a su estado de malestar consigo mismo.

Por lo general, estos niños suelen ser rechazados por sus compañeros y categorizados como egoístas y crueles por los adultos. Es en este momento, donde empiezan a producirse las etiquetas. Esto, provoca un círculo que se retroalimenta de forma negativa, es decir, cuanto peor es la autoestima del niño, peor comportamiento tendrá, por lo que más etiquetas recibirá, las cuales dañarán más aún su autoconcepto y se volverá al inicio del proceso, para reproducirse de nuevo.

Al mismo tiempo, se encuentra la situación de los padres, para los que no es fácil aceptar que su hijo sufre TDAH. Ante esta situación, comienza un estado de duelo en el que surgen diversos sentimientos y estados.

Según FEADAH (2012), por un lado surge la negación, debido al miedo de que su hijo sea rechazado por el resto de su alrededor. Más tarde, comienza la culpa, estado en el que los padres se culpan a sí mismos por lo que le pasa a su hijo, por no haberle educado mejor o por cualquier hecho que pueda haber propiciado este trastorno. Se sienten decepcionados consigo mismos, y sienten haber fracasado como padres.

En un primer momento, se plantea una situación de comienzo de búsqueda de ayuda a su hijo, con pensamientos positivos y de esperanza. Tras un tiempo, comienzan a decaer las fuerzas y los ánimos, debido a las continuas situaciones de comportamientos disruptivos del niño, que cada vez van haciendo más mella en la fuerza tanto mental, como psicológica de los progenitores.

Esta situación provoca el rechazo en algunos momentos, piensan que su hijo no se comporta bien porque no quiere, y se le culpa de sus acciones y de sus malos comportamientos. Se da lugar a la desilusión, cada vez se encuentran menos esperanzados en conseguir logros y avances en la evolución. Por ello, es de vital importancia la ayuda de un profesional que les guie en este proceso tan difícil, intentando mantener siempre una actitud positiva ante este gran reto, así como el apoyo de su entorno.

Además de esto, pueden darse situaciones paralelas en el contexto familiar como problemas de pareja, los cuales pueden surgir a consecuencia de disputas por desacuerdos entre las diferentes situaciones que se dan con el hijo. Estas situaciones emocionales de ambas figuras, como serían el afectado y los familiares, llevan una situación de malestar familiar que da lugar a un clima desfavorable en el hogar, donde todos los componentes del mismo sufren en su respectiva postura.

En cuanto al TDAH en el ámbito educativo, desde el 28 de noviembre de 2013, el TDAH queda reconocido en la LOMCE como necesidad específica de apoyo educativo. Para que pueda darse una correcta respuesta educativa, es necesario que el profesorado tenga una formación respecto al trastorno pertinente, lo cual le de las herramientas necesarias para poder atender el caso. Para ello, será necesario una gran implicación por parte tanto del profesorado en particular, como del centro en general.

Además, deberá darse una normalidad de la situación tanto dentro del aula como desde la misma, consiguiendo así que los demás alumnos y padres sean conscientes y empáticos con las circunstancias. De esta forma, se convertirán en puntos de apoyo, entendiendo y normalizando la situación, lo que creará un clima favorable para que el trastorno pueda evolucionar de manera positiva.

Respecto al papel de la sociedad, según el Dr. Jesús Eris (2015) el entorno en el que se desarrolle el trastorno es fundamental para la evolución del mismo, sin embargo, el TDAH es un término que en la sociedad actual sufre muchos comentarios debido a factores como su complejidad, la cual provoca que en ciertas ocasiones se perciba como inventado. Estas situaciones de “críticas” o “etiquetas” hacen que los padres de los afectados se sientan cuestionados, impotentes y criticados de manera continua.

Son muchos los pediatras y psicólogos que hablan del estigma del TDAH, entre ellos Audrey Sagols (2012), que condena el papel de la sociedad alegando testimonios de los propios niños con TDAH, los cuales arrastran unas marcas dolorosas desde edades muy tempranas.

Como respuesta a este tipo de conductas sociales, surge el proyecto “Las vidas de Mario”, una iniciativa de “Shire Pharmaceuticals Ibérica” para impulsar la concienciación social sobre el TDAH y resaltar la importancia del apoyo de las personas del entorno para la evolución positiva del trastorno.

Este proyecto trata el TDAH desde un punto de vista en el cual involucra a cada persona, es decir, hace partícipe a la sociedad de la evolución de éste, comparándose el trastorno con una película, donde los actores secundarios son de vital importancia para el desenlace, apoyando o influyendo en el protagonista. Invita a aprendernos nuestro papel de actores secundarios, para conseguir ayudar al actor principal.

En definitiva, creemos conocer el trastorno, pero somos profundamente ajenos a lo que se produce en los contextos en los que éste se desarrolla. No se trata de un mal comportamiento o una simple pataleta, se trata de un desorden que altera la vida tanto del niño como de todos los que le rodean, detrás del cual hay sufrimiento e impotencia, esfuerzo, dolor, lucha y valentía.

Por lo que la próxima ocasión en la que se dé una situación de un mal comportamiento de un niño, cabe replantearse tanto la reacción, como los comentarios o pensamientos propios de los prejuicios, para dejar hueco al entendimiento y la solidaridad con esa familia.

Finalmente, invito a una reflexión y un posterior cambio social, donde premie la empatía y la compresión, y todos nos convirtamos en puntos de apoyo para los afectados y no en puntos de crítica.

A modo de conclusión, me gustaría finalizar con una frase de un padre de dos hijos con TDAH.

“Donde antes había críticas, ahora hay un entendimiento” (Diego Pérez Calatrava, 2016)

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