A diario somos testigos de diferentes formas de violencia en el mundo. Nos referimos a comportamientos conflictivos y violentos, que se encuentran demasiado enquistados en la sociedad en la que vivimos.

Desde la escuela se intenta hacer frente a estas situaciones para que desde la ciudadanía se tome conciencia y cambien sus actitudes, en concreto desde una óptica favorecedora de la convivencia.

Aprender a convivir es una finalidad básica de la educación, a la hora de desarrollar un programa educativo debemos tener en cuenta todos los tipos de violencia que existen, estos son:

Para trabajar la violencia en el aula se debe abarcar desde una metodología basada en el diálogo y en la enseñanza y el aprendizaje de ciertos valores. Para ello, el mejor método es el aprendizaje Basado en Servicios (APS) ya que el alumnado adquiere las competencias y habilidades necesarias para la vida en sociedad a través de la experiencia, realizándose así un verdadero aprendizaje significativo. 

Realizar diferentes proyectos para la comunidad o para la escuela, tiene numerosos beneficios en el alumnado, este aprende a trabajar en equipo, a resolver problemas, a empatizar no solo con sus iguales sino con su entorno, convirtiéndolos en agentes activos de su propio conocimiento y demostrándoles que su aprendizaje tiene una utilidad. 

Todo ello debe ir acompañado de un plan de centro donde se redacten los objetivos, la metodología, así como el proceso de evaluación. Es importante que en este plan se estudie empíricamente la situación de la que parte el centro y la situación después de la realización del proyecto, para poder comparar ambas situaciones y poder comprobar los posibles avances producidos.