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Criterios de selección de una buena práctica

Rafael Ramos Jara

Publicado el 13/06/2017 07:06

¿QUÉ ES UNA BUENA PRÁCTICA?

Una buena práctica es una experiencia dotada de una serie de acciones originales que sirven de referentes para otras futuras acciones; son transferibles, sustentables e innovadoras y homologables a determinados territorios.

Una Buena Práctica puede definirse como:

  • Acciones que han sido reconocidas tanto por su excelencia como por su capacidad de hacerse transferible a otros contextos.
  • Contribuciones valiosas, caracterizadas por tener un impacto palpable en la mejora de la calidad de vida de las personas y de las comunidades.
  • Social, cultural, económica y ambientalmente orientadas a la sostenibilidad.
  • Poseen reflexión, intencionalidad en su diseño, desarrollo y evaluación, así como flexibilidad para adaptarse a la realidad en función de los cambios se van produciendo.

Para que una experiencia sea una buena práctica debe de cumplir unos criterios para poderlas adjetivar como “buena” y no por eso quiere decir que sea perfecta y sin errores; si no  que son unas acciones que tienen como resultado una experiencia valiosa.

CRITERIOS DE SELECCIÓN DE UNA BUENA PRÁCTICA

A continuación vamos a enumerar los criterios más fundamentales de selección de una Buena Práctica atendiendo a la necesidad de cada uno de ellos y justificando su importancia.

Innovación.

Una de las características que definirán una buena práctica será la innovación, entendiendo esta como una capacidad de mejorar el servicio prestado. En mi opinión, resulta un aspecto fundamental a la hora de realizar cualquier práctica que pretenda mejorar los resultados obtenidos, ya que, en lugar de continuar con hábitos o prácticas que no producen los beneficios deseados, es imprescindible “innovar” en los procesos, introduciendo aspectos creativos para dar soluciones a los problemas planteados.

Eficacia/eficiencia.

Resulta evidente que los aspectos de eficacia y eficiencia son un indicador clave del concepto “Buenas Práctica” teniendo en cuenta que aluden al resultado de dicha práctica; a la posibilidad de medir el impacto que esta ha tenido sobre el contexto susceptible de mejora.

Una “Práctica” será eficaz cuando, tras evaluarla, ha obtenido los resultados deseados, concluyendo con un impacto positivo en el contexto en el que se ha desarrollado.

Del mismo modo, podremos hablar de un Práctica eficiente cuando dichos resultados se han alcanzado haciendo el mejor uso posible de los recursos disponibles, recursos ya sean del tipo económicos, materiales o humanos.

Con todo esto, podemos afirmar sin duda que los indicadores de Eficiencia y Eficacia suponen el pilar fundamental sobre el que construir una buena práctica.

Sostenibilidad.

La sostenibilidad de un proyecto hace referencia a la capacidad de mantener éste durante un periodo de tiempo razonable; es decir, que pueda cumplir las expectativas y objetivos pero durante el tiempo necesario para que los cambios y mejoras obtenidas den estabilidad al proyecto emprendido.

Por tanto, en mi opinión, resultará imprescindible para que dicho proyecto sea considerado una Buena Práctica, que sus resultados puedan mantenerse a medio y largo plazo; es decir que sea un proyecto “sostenible”.

Replicabilidad o transferibilidad.

Del mismo modo, podemos afirmar que un proyecto será considerado de éxito o una “Buena Práctica” cuando sea aplicable en un contexto distinto para el que fue diseñado y obteniendo allí similares resultados; es decir que puedan llevarse acciones similares en otros lugares que, aunque adaptándose a los nuevos contextos, sigan las pautas marcadas por el proyecto inicial.

Hablamos pues del principio de Replicabilidad o transferibilidad, que resulta, a mi parecer, fundamental, ya que si un proyecto no es transferible a otras realidades similares no puede considerarse como una solución real, además de ser un gasto de recursos para un único momento concreto, lo cual pone en peligro también el principio de eficiencia.

Transversalidad-integralidad

También podemos hablar de “Buena Práctica” cuando nos encontramos ante un proyecto integrador, globalizado e interdisciplinar, es decir, que tratará de intervenir sobre diferentes factores que influyan sobre el contexto social con el que se trabaja, no limitándose únicamente a un entorno limitado.

El concepto de transversalidad supondrá un enriquecimiento estructural para el proyecto, integrando diversas realidades y ampliando así sus posibilidades de actuación.

Implicación de la ciudadanía-empoderamiento-trabajo en red.

Como ya hemos mencionado anteriormente, estamos haciendo referencia a las “Buenas Prácticas” en la acción comunitaria; por lo tanto resulta imprescindible atender a este indicador de la calidad de dicho proyecto ya que se refiere a la implicación de os diferentes agentes sociales en la acción.

En mi opinión, no es un trabajo que pueda ni deba realizarse de forma individual, ya que no cumpliría con los objetivos preestablecidos, si no que requiere de la implicación dela ciudadanía; una implicación que puede ir desde la mera presencia hasta la verdadera participación; pero que, sin duda, suponen el enriquecimiento de la actividad fomentando el trabajo en equipo, la ética social y la práctica cohesionadora.

Identidad-cohesión social-transformación

Muy en relación con el criterio anterior, podemos mencionar la necesidad de crear una identidad común a través de dicha práctica cohesionadora.

Con la participación de diferentes argumentos sociales y teniendo en cuenta la riqueza y la diversidad social de cada uno de ellos, se construye una red de cohesión social que, en mi opinión, resultará imprescindible para que los beneficios obtenidos supongan un verdadero cambio significativo y una mejora aplicable a todo y todos.

Evaluación comunitaria.

Resulta bastante evidente que todo proyecto, acción o práctica requiere, de una forma y otra, una evaluación que puede medir el grado de eficacia así como los resultados  obtenidos y planificar futuras intervenciones.

Pero, en este caso, ya que hablamos de una acción social y comunitaria, este aspecto cobrará especial importancia ya que nos referimos a una realidad cambiante que requerirá una continua evaluación.

En este sentido hablamos de una evaluación comunitaria, ya que contará con la intervención de todos los agentes implicados desechando el principio de individualidad. De esta forma se podrán generar nuevos conocimientos a nivel comunitario para diseñar futuras estrategias de mejora.

 

REFLEXIÓN FINAL.

Resulta de gran interés la importancia que en los diferentes ámbitos profesionales y sociales está adquiriendo en los últimos tiempos el concepto de “Buena Práctica”. Algo tan básico como realizar un trabajo bien hecho, que cumpla los objetivos predeterminados, haciendo un uso adecuado de los recursos disponibles y garantizando su funcionalidad en otros contextos similares, ha sido conceptualizado como “Buena Práctica” y está siendo de gran utilidad para garantizar el éxito de proyectos y acciones en diferentes ámbitos.

En el caso que nos ocupa, hablamos de “Buena Práctica” en la acción comunitaria, un contexto social en el que, quizá, adquiera especial importancia esta necesidad de garantizar el éxito de un proyecto que suponga una mejora significativa en la forma de actuar, provocando un impacto positivo en el contexto en el que se desarrolla.

Como hemos visto anteriormente, una Buena Práctica social va a fomentar, además, la cohesión social y la construcción de una identidad comunitaria, por lo que será necesario prestar especial atención a estos conceptos ya que tienen un fin último tan significativo como mejorar algún aspecto de nuestra sociedad y hacer que estas mejoras perduren en el tiempo.

En definitiva, creo que mediante un sistema de evaluación apropiado, resulta fundamental garantizar las “Buenas Prácticas” en la acción comunitaria, y concretamente, en el ámbito de la educación. Ello será posible con la implicación de los diferentes agentes sociales que realizarán un trabajo innovador y creativo destinado a dar nuevas soluciones a problemas ya planteados, a través de trabajo en equipo y la cohesión social, que fomente la atención a la diversidad y que constituya una realidad pedagógica más cívica y más eficaz.

REFERENCIA COMPLETA DEL ÁRTICULO 

Gradaille Pernas, R. y Caballo Villar, M.B. (2016). Las Buenas Prácticas como recurso para la acción comunitaria: Criterios de identificación y búsqueda. Contextos Educativos. Revista de Educación 19, 75-88. Disponible en http://cort.as/aq-g

 

 

 

 

 

 

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