Cualidades que identifican al buen formador
MARIA TERESA FERNANDEZ GALLEGOPublicado el 28/04/2014 12:04
¿Quieres conocer algunas de las características o cualidades que identifican al buen formador? A. Conocimientos:
- Especialista en la materia que imparte.
- Conocimientos del mundo laboral.
- Conocimientos en psicopedagogía y didáctica.
- Buena cultura general.
B. Habilidades:
- Buena capacidad de planificación, organización y gestión.
- Destrezas en el manejo de los métodos, técnicas y recursos didácticos.
- Espíritu de análisis: capacidad para clasificar las ideas y estructurarlas.
- Buena expresión verbal: sencilla, clara, precisa, actitud para convencer.
C. Actitudes:
- Mentalidad no directiva, actitud de escucha ante los demás, tolerancia y gusto por las relaciones humanas.
- Carácter tranquilo, estable, control de sí mismo, firmeza, amabilidad y confianza en sí mismo.
- Honradez intelectual y moral.
- Experiencia del trabajo en grupo y la creatividad.
- Respeto a la diversidad.
- Flexibilidad, facultad de adaptación.
- Alto potencial de investigación.
*La competencia general de esta ocupación consiste en que el/la formador/a ha de programar, impartir, autorizar y evaluar acciones formativas del subsistema de formación profesional para el empleo, elaborando y utilizando materiales, medios y recursos didácticos, orientando sobre los itinerarios formativos y salidas profesionales que ofrece el mercado laboral en su especialidad, promoviendo de forma permanente la calidad de la formación y la actualización didáctica. Esta competencia general de la ocupación de formador/a ocupacional, la podemos sintetizar en cinco unidades de competencia:
- Programas acciones formativas para el empleo adecuándolas a las características y condiciones de la formación, al perfil de los destinatarios y a la realidad laboral.
- Seleccionar, elaborar, adaptar y utilizar materiales, medios y recursos didácticos para el desarrollo de contenidos formativos.
- Impartir y autorizar acciones formativas para el empleo utilizando técnicas, estrategias y recursos didácticos.
- Evaluar el proceso de enseñanza-aprendizaje en las acciones formativas para el empleo.
- Facilitar información y orientación laboral y promover la calidad de la formación profesional para el empleo.
Concretando y sintetizando las competencias profesionales descritas anteriormente, podemos decir que el formador o formadora ocupacional debe llevar a cabo tres funciones o procesos clave. Programar la formación: El formador o formadora ocupacional ha de programar las sesiones formativas (también podría programar módulos o cursos completos). Para ello tendrá que especificar y explicitar los siguientes elementos de la programación:
- Los objetivos de formación.
- Los contenidos que ha desarrollar para alcanzar dichos objetivos.
- Seleccionar la metodología más adecuada a emplear.
- Escoger, diseñar, revisar y/o controlar los medios que va a utilizar.
- Plantear las actividades que va a llevar a cabo.
- Definir los criterios de evaluación.
Implementar la formación: Nos referimos a la función más conocida por todos y todas como “dar clase”; es decir, impartir las sesiones formativas. El formador o formadora debe informar a sus alumnos y alumnas presentándoles los objetivos, recapitulando, resumiendo, sintetizando, etc. y utilizando para ello los métodos y procedimientos más adecuados en cada caso. Por otra parte, no debe olvidar nunca su papel de orientador u orientadora, animando al alumnado a resolver los problemas o situaciones de conflicto por sí mismo, orientándolos sobre técnicas de trabajo y estudios, respondiendo a sus peticiones, consultas y dudas, etc. El formador o formadora deberá, además, organizar el trabajo de sus alumnos y alumnas en grupo, indicando las tareas que han de realizar y regulando la marcha y logro de los objetivos. Evaluar la formación: Otra de las funciones que el/la formador/a debe realizar, siendo totalmente consciente de su importancia y comprendiendo de qué manera afecta a la calidad de la formación, es la evaluación. El/la formador/a debe valorar y someter a evaluación a todos y cada uno de los elementos que afectan al proceso de enseñanza-aprendizaje: desde los/as alumnos, los contenidos de aprendizaje, los recursos utilizados, las técnicas de evaluación empleadas con su alumnado, etc. hasta su propia labor como docente. Esta evaluación debe servir, en última instancia, al/la formador/a para comprender la realidad educativa y promover estrategias de autorreflexión interna para mejorar el desarrollo de la formación; es decir, para contribuir a la calidad de la formación.