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Deporte pedagógico y educación física en el contexto escolar

María Teresa Ortiz

Publicado el 24/08/2020 17:08

Pese al gran esfuerzo que están haciendo pedagogos, docentes y demás profesionales de la educación por impulsarla, el panorama actual muestra un sistema educativo anticuado e inadaptado a las nuevas necesidades y demandas de la sociedad. Aún se premia la obtención de altas calificaciones en materias tradicionalmente "más importantes", promoviendo el "estudiar para aprobar y no para aprender", la competitividad en el aula en vez del desarrollo de habilidades sociales y lo intelectual antes que lo emocional.

Del mismo modo que se está fomentando el aprendizaje y el uso de las TIC, es relevante dar voz a otras enseñanzas que se relegan al último lugar, aún cuando la evidencia científica defiende hoy su grandes utilidades como recursos educativos. Estamos hablando de deporte pedagógico y educación física.

Para defender lo anterior y poniendo el foco en los beneficios del deporte en las funciones cognitivas, cabe mencionar lo siguiente. En primer lugar, como explica el Dr. Jesús C. Guillén (2018), mantener un hábito de ejercicio físico influye a nivel molecular y celular en el cerebro de las personas. En particular, centrándonos en el colectivo infantil, ejercitarse físicamente mejora la plasticidad sináptica, la producción de neuronas en el hipocampo y la vascularidad cerebral, resultando todo lo anterior en un aumento de atención, memoria y facilitando el aprendizaje.

En segundo lugar, estudios de visualización cerebral evidencian, por un lado, que los niños más activos desempeñan con más facilidad tareas de memoria explícita debido al mayor volumen del hipocampo. Por otro lado, se ha visto reforzada la memoria implícita en la medida en que estos niños presentan también mayores ganglios basales.

En última instancia, parece que los niños más activos presentan más materia blanca en aquellas regiones cerebrales encargadas de la transmisión de información.

Para aprovechar y estimular dichas mejoras, recientemente se habla de dedicar a la actividad deportiva escolar un mínimo de 150 minutos en los grupos de Educación Primaria y 225 en los de Educación Secundaria Obligatoria. Junto a esto, se propone que las clases de Educación Físca se impartan en las primeras horas del día y no al contrario.

En definitiva, establecer un hábito de ejercicio físico desde edades tempranas no sólo favorece la salud física, también el bienestar y la salud mental, contribuyendo incluso a la creación de adaptaciones cerebrales que facilitarán los procesos de aprendizaje y el rendimiento académico. Sabiendo esto, futuras investigaciones y propuestas educativas deberían interesarse por esta tendencia que define el deporte como un recurso pedagógico de formación, desarrollo y mejora holística del ser humano, aplicando las recomendaciones citadas.

Referencias:

Guillén, J.C. (2018). Beneficios cognitivos de la actividad física: bueno para el corazón, bueno para el cerebro. En Wanceulen Editorial Deportiva (Ed.). Neurociencia, deporte y educación (pp. 49-66). Wanceulen Editorial.

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