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Educación sexual para niños en educación infantil

angel1 yuste

Publicado el 29/08/2019 17:08

Cuando hablamos de sexualidad, estamos refiriéndonos no sólo a una dimensión importante de nuestra personalidad, sino a una realidad que somos.

Si se acepta que la sexualidad es algo que somos y que nos constituye como seres humanos, entonces es fácil aceptar que la educación sexual es fundamental y básica para el desarrollo de una niña o un niño desde edades tempranas.

La sexualidad está íntimamente relacionada con la salud, entendiendo ésta como el desarrollo óptimo del bienestar de la persona –como unidad psicosomática- y de la comunidad. Una adecuada Educación Sexual debe facilitar la construcción del conocimiento sexual, a través del contraste de la preconcepciones del alumnado con una información lo más objetiva, completa y rigurosa posible a nivel biológico, psíquico y social del hecho sexual humano, y fomentar la adquisición de actitudes positivas de respeto y responsabilidad ante el hecho.

Educación sexual ¿cosa de familia o de la escuela?

Los niños y las niñas establecen sus primeros vínculos en la familia, y suelen recibir de su madre y/o padre una dedicación e implicación muy profunda que difícilmente se vuelve a dar en otros lugares. En el contexto familiar suele ser más fácil la atención a la singularidad de cada una y cada uno.

Sin embargo, los cambios producidos con la incorporación masiva de las mujeres al mercado laboral ha dado lugar a una escolarización más temprana, de modo que la escuela suele compartir con la familia los primeros años de su socialización. Se podría decir que, de algún modo, las escuelas infantiles ensanchan el marco familiar y significan hoy en día el lugar por excelencia donde niños y niñas aprenden a socializarse. Las maestras y maestros cuentan generalmente con más conocimientos teóricos y técnicos relacionados con la educación que las madres y los padres. Son conocimientos que ayudan, pero que carecen de sentido si no se ponen todos los sentidos en la tarea, si el goce no forma parte del intercambio afectivo con los niños y las niñas. La escucha, la creatividad y la apertura son los elementos que permiten saber qué estrategia es la más adecuada para cada momento y para cada criatura. Sin embargo, cuando la relación se basa fundamentalmente en los manuales o en las grandes teorías, la relación corre el riesgo de convertirse en una técnica, perdiendo su frescura y potencial creativo. Crear un ambiente afectivo es la base para cualquier tipo de aprendizaje, sea éste realizado en casa o en la escuela. Lo que supone, además, la creación de referentes significativos para el aprendizaje de la expresión de los sentimientos y el intercambio de afectos.

Es importante que se trabaje la educación sexual con una continuidad, no vale con una simple “charla” un día en concreto. Hay que aprovechar todas las oportunidades que ofrecen los más pequeños para hablar de ello cuando preguntan, por ejemplo.

También a través del juego podemos abordar ciertos aspectos ya que supone una vía estupenda por la que los más pequeños adquieren información.

Hablar de sexo con los niños, aunque nos parezcan muy pequeños, no es para nada negativo, nunca lo es. Los estudios demuestran que una normalización de la sexualidad, y una buena información al respecto, favorece una mejor autoestima en el niño y una actitud positiva hacia su sexualidad, lo que implica seguridad, sentirse bien consigo mismo, disfrutar de sus emociones y sensaciones...

En definitiva, desde el punto de vista corporal, psicológico y social, somos seres sexuados. Todo nuestro cuerpo es fuente de comunicación, de afecto, de ternura, de placer…; nuestras conductas son de una forma u otra sexuadas, y la sexualidad es una conducta social, y como tal es interpretada y regulada por la sociedad en la que se desarrolla. Una adecuada Educación Sexual debe partir de los conocimientos, intereses, necesidades y capacidades del grupo al que se vaya a dirigir la acción educativa. Debe comenzar desde las primeras edades e integrarse dentro de la formación general del alumno de una forma sistemática y continua. Su desarrollo debe ser competencia de toda la comunidad educativa. Aun siendo distintas las formas en que la educación sexual se imparte en la familia y en la escuela, es importante que ambas se coordinen y se planteen objetivos comunes.

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