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Educar generando emociones

Amaya Vivar

Publicado el 06/12/2017 20:12

Imagen tomada por Carla Martínez Cabarcos

¿Qué recuerdos vienen a uno a la mente al tratar de volver la vista atrás durante su época de estudiante en el colegio o instituto? ¿Quizás ese profesor o profesora con el que uno se ponía tenso cada vez que te preguntaban, o los nervios ante un examen, o la alegría de aprobar el examen de una materia determinada? ¿O quizás sean los talleres de tecnología en los se utilizaban las propias manos para tocar, cortar y montar, o las salidas extraescolares a museos, teatros, sendas por la Naturaleza…? Quien haya visto la película “Inside Out” o “ Del revés” en su traducción del inglés, estará familiarizado con términos como crear recuerdos esenciales y recuerdos que van al abismo del olvido.

En numerosas publicaciones de neurociencia, basadas en estudios de cómo las diferentes regiones del cerebro se activan frente a la recepción de diversos estímulos, y cómo se traducen los mismos en la creación de conocimiento y recuerdos, memoria a corto y largo plazo, podemos encontrar respuestas a la creación de “recuerdos esenciales”. Como docentes, nuestra labor reside en conseguir que el alumno realice un aprendizaje significativo, y ello conduce a que construyan un mapa neuronal que dé respuestas a problemas cada vez más complejos. ¿Por dónde empezar? ¿Qué proceso o metodología se debería seguir? Si bien nos preocupan estas cuestiones, directamente nos deberíamos lanzar a analizar cómo se construye de forma eficaz, y como toda construcción estable se trata de establecer unos buenos cimientos, unos “buenos conceptos esenciales”.

La siguiente cuestión que habría que abordar sería ¿cómo se construye un concepto esencial? Debemos considerar dos aspectos: lo primero sería la construcción de un concepto básico que permita iniciar la base del conocimiento mediante su asimilación y comprensión; y lo segundo, que ese concepto sea almacenado en la memoria a largo plazo de una forma efectiva para poder recuperarlo con posterioridad. 
• La creación del concepto.

Existe amplia bibliografía en relación a la creación de aprendizajes significativos basados en la experimentación, que permitan al alumno integrar los conceptos entendiéndolos y no memorizando. Hace ya doce siglos que el filósofo chino Confucio lo resumía en su frase: “Lo que se oye se olvida, lo que se ve se recuerda y lo que se hace se aprende”. 
Recuerdo un curso de escalada en el que lo primero que teníamos que hacer era aprender a realizar el nudo del ocho. Nos explicaba el guía cómo debíamos ir haciendo lazos con la cuerda y pasando la misma en una y otra dirección, y las palabras resultan vacías para mí, porque no estaba ni comprendiendo ni siguiendo la explicación. Lo siguiente que hicieron fue darnos un cordino a cada uno, y él iba haciendo el nudo paso por paso, a la par que nosotros intentábamos realizarlo. Estuve practicando y practicando el nudo hasta que consiguió salirme, y no se me olvidará la frase que nos dijo: “Sabréis hacer el nudo y no se os olvidará cuando con los ojos cerrados podáis ver la imagen de la cuerda y vuestra mano reproduciendo los movimientos”. A día de hoy, llevo más de año y medio sin haberlo hecho, y cierro los ojos y tengo un recuerdo creado como si de un tutorial de youtube se tratara.

El almacenamiento de ese concepto esencial.

Dispenza, J. (2010) en su libro Desarrolla tu cerebro, nos da la clave, explicando cómo procesamos la información y la transformamos en conocimiento estableciendo memoria a corto y largo plazo, a la vez que introduce la combinación de la creación de un recuerdo unido a una emoción. ¿Cómo se explica desde un punto de vista de neurociencia? Las “neuronas de la memoria” se localizan en tres áreas cerebrales: el hipocampo (lugar para recuerdos a corto plazo), la corteza prefrontal (lugar de memoria a largo plazo) y la amígdala (responsable de recuerdos asociados a emociones).
El equipo del Centro de Genética de Circuitos Neuronales Riken-MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts, EE.UU.) reveló que los recuerdos de corto y largo plazo del ser humano se generan de forma simultánea y se almacenan respectivamente en el hipocampo y en la corteza, tomando posteriormente caminos distintos, ya que los de la corteza prefrontal se fortalecen y los del hipocampo se vuelven más débiles. ¿Cómo hacer para que los recuerdos de la corteza se fortalezcan y no se olviden? Existen diversas técnicas como la repetición, la asociación del nuevo conocimiento con otros conocimientos anteriores, contar lo aprendido a otras personas, escribir los nuevos conocimientos con nuestras propias palabras y, sobre todo, poner en práctica lo aprendido, según Guillermo Muzio en su post “El proceso cerebral de la memoria”.

Pero, ¿cómo entran en juego las neuronas de la amígdala? La corteza cerebral envía una copia de la información de las sensaciones que se están experimentando a la amígdala, y ésta decide si se genera miedo o furia, ya que el origen de las emociones agradables, tales como la alegría y la felicidad sigue sin estar definido (Ángel Luis García Villalón, Catedrático de Departamento de Fisiología de UAM). Cuando estás experimentando una emoción se segregan hormonas relacionadas con la misma, que provocan que el recuerdo que se está generando se fije de una forma más sólida, y por tanto el esquema neuronal y las conexiones que se establecen, sean más fuertes. De esta forma queda un recuerdo ligado a una emoción. 
En el caso anterior que comentaba sobre el aprendizaje del nudo de escalada, al aprender desde la experiencia y la manipulación propia, los esquemas neuronales que quedaron fijados en mi cerebro se refieren a la palabra nudo, escalada, cuerda, pero también al recuerdo de sensaciones, recuerdo el tacto de la cuerda deslizando por mis manos, recuerdo la fuerza que tenía que hacer en los dedos para ajustar el nudo, recuerdo el olor del rocódromo a magnesio.  Posteriormente al ir incorporando nuevos recuerdos en base a experiencias de escalar utilizando este nudo, se establecieron conexiones y asociaciones entre el recuerdo básico de realizar el nudo y sensaciones de practicar la escalada unido a emociones placenteras. De esta manera, la vía de evocar el recuerdo puede establecerse desde un camino basado en la información, o un camino centrado en la emoción. Quiere decirse, si se vuelve a experimentar la emoción que quedó anclada a ese recuerdo, se accederá también al recuerdo, y por tanto habrá quedado más firmemente fijado. 

Y como docentes, ¿cómo conseguimos llevar a cabo una enseñanza generando emociones? ¿qué metodología debemos usar? 
Si bien al principio del artículo se invitaba a desempolvar recuerdos de la época del colegio o instituto, mayormente los primeros recuerdos que afloran están ligados a emociones. Seguro que casi nadie menciona la rutina de ir a clase, tomar apuntes, escuchar la lección del profesor, ya que cuando el ser humano realiza una actividad de forma repetitiva, para ahorrar energía, el cuerpo humano desvía ciertas acciones del cerebro racional pensante a la parte encargada de generar respuestas automáticas como copiar en un cuaderno lo que escucha y lo que oye sin procesar realmente esa información. Por ello, con razón nos insisten en cambiar las sesiones expositivas por aquéllas participativas, para que el alumno, ante la sorpresa de lo que está por venir, esté en alerta. Así, el cerebro envía una respuesta fisiológica al organismo como abrir los ojos, respiración más rápida, agudizar los oídos, ya que es la respuesta natural y básica de supervivencia de nuestro cuerpo, por si lo que acontece pudiera producir un peligro a nuestra supervivencia. No es cuestión de generar tensión, si no que el cuerpo esté activo y no pasivo.

 

Imagen tomada por Carla Martínez Cabarcos

Uno de los principales recursos que nos ayudan a generar emociones es el juego. Desde que somos bebés el juego forma parte de nuestra actividad de aprendizaje, y no debemos desplazarla solamente a los niños más pequeños. El juego invita a ser curioso, a desarrollar habilidades de la persona. Se libera dopamina, un neurotransmisor que facilita la creación de la memoria a corto y largo plazo. Podemos combinar las técnicas de consolidación del recuerdo como la repetición, la puesta en práctica o contar lo aprendido a otras personas a través del juego, y de esta manera, estaremos potenciando doblemente que el aprendizaje quede grabado en nuestro cerebro a la vez que disfrutando del mismo.

En conclusión, y como indica José María Acosta en su libro “Inteligencia Emocional: Desmontando mitos”: Somos más intuitivos y emocionales que racionales. Pensar implica cuatro veces más gasto de energía, por lo que, la emoción gobierna muchas de nuestras acciones. Por ello, para que el alumno recuerde lo que aprende, debe emocionarse. 

Bibliografía y Webgrafía

Acosta, J.M. (2015). Inteligencia Emocional: Desmontando tópicos. ESIC Editorial. Business Marketing School.
Dispenza, J. (2010). Desarrolla tu cerebro. (5a. Ed.). Madrid, España: La Esfera de los Libros
Goleman, D. (1996). La inteligencia emocional. Barcelona: Editorial Kairós S.A.
Kahneman, D. (2012). Pensar rápido, pensar despacio. 
http://www.abc.es/salud/enfermedades/abci-identificada-area-cerebro-dond...
https://bluesmarteurope.wordpress.com/2013/04/29/el-proceso-cerebral-de-...
https://www.muyinteresante.es/ciencia/articulo/asi-crea-el-cerebro-los-r...
https://www.uam.es/personal_pdi/medicina/algvilla/fundamentos/nervioso/e...

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