Imagen generica
¿Aún no estás registrado?
Regístrate ahora, son 2 minutos

Educar para un pensamiento orgánico e integral para lograr una inclusión social.

Jorge Prioretti

Publicado el 14/05/2017 17:05

Es preciso enseñar a pensar orgánicamente como un pensamiento integral e integrador. El pensar orgánico consiste en un modo de ver la realidad en toda su dimensión comprendiéndola como un entramado formado por muchos hilos conductores que conforma una trama, a veces compleja. Quien piensa orgánicamente tiende a ver las cosas, las personas, las instituciones e ideologías en su realidad integral y que no me quedo con algunos aspectos sino con todas las partes que lo conforma y que se interrelacionan conformando un todo, un órgano. Ve las partes en el todo. Ve las relaciones de las partes entre sí. No separa lo que en la vida y en la realidad está interrelacionado. No divide lo que vitalmente está unido.

Quien piensa orgánicamente posee una visión amplia de la realidad en forma abanical. El  pensar  orgánico es global, es relacional, es perspectivo y es, además, integral.

Jacques Maritain ya hablaba de la integración del saber cuándo expresa: “Distinguir sin separar para unir sin confundir”.

Personalmente, distingo dos modos de pensamiento orgánico: epistemológico y ético.

  1. Pensamiento orgánico epistemológico.

Para ser ilustrativa esta explicación recurro el cuento popular de “los seis ciegos y el elefante”, que expresa claramente lo que quiero transmitir, en cuanto, que nuestra verdad es solo la porción de realidad que percibimos.

En la Antigüedad, vivían seis hombres ciegos que pasaban las horas compitiendo entre ellos para ver quién era el más sabioExponían sus saberes y luego decidían entre todos quién era el más convincente.

Un día, discutiendo acerca de la forma exacta de un elefante, no conseguían ponerse de acuerdo. Como ninguno de ellos había tocado nunca uno, decidieron salir al día siguiente a la busca de un ejemplar, y así salir de dudas… Pronto se dieron cuenta que estaban al lado de un gran elefante. Finalmente podrían resolver el dilema.

El más decidido, se abalanzó sobre el elefante con gran ilusión por tocarlo. Sin embargo, las prisas hicieron tropezar y caer de bruces  contra  el costado del animal. “El elefante  –exclamó– es como una pared de barro secada al sol”.

El segundo avanzó con más precaución. Con las manos extendidas fue a dar con los colmillos. “¡Sin duda la forma de este animal es como la de una lanza!”

Entonces avanzó el tercer ciego justo cuando el elefante se giró hacía él. El ciego agarró la trompa y la resiguió de arriba a abajo, notando su forma y movimiento. “Escuchad, este elefante es como una larga serpiente”.

Era el turno del cuarto sabio, que se acercó por detrás y recibió un suave golpe con la cola del animal, que se movía para asustar a los insectos. El sabio agarró la cola y la resiguió con las manos. No tuvo dudas, “Es igual a una vieja cuerda” exclamo.

El quinto de los sabios se encontró con la oreja y dijo: “Ninguno de vosotros ha acertado en su forma. El elefante es más bien como un gran abanico plano”.

El sexto sabio que era el más viejo, se encaminó hacia el animal con lentitud, encorvado, apoyándose en un bastón. De tan doblado que estaba por la edad, pasó por debajo de la barriga del elefante y tropezó con una de sus gruesas patas. “¡Escuchad! Lo estoy tocando ahora mismo y os aseguro que el elefante tiene la misma forma que el tronco de una gran palmera”… Todos habían experimentado por ellos mismos cuál era la forma verdadera y creían que los demás estaban equivocados.

Creo que no hay mucho que decir sobre lo que quiero expresar sobre tener un pensamiento orgánico.

Este cuento nos narra que se trata de seis ciegos que:

  • Competían entre ellos para ver quién era el más sabio. Este es un de los problemas, cada uno de nosotros no somos sabio de la verdad y solo vemos una parte de realidad que experimentamos pero ciegos para ver la totalidad de la misma. La experiencia de los demás son también válidas y debemos incorporarlas y relacionarlas.
  • Otro aspecto que resalto es que discutían no poniéndose de acuerdo. Otro problema, como vemos, en nuestra vida cotidiana y a través de los medios. Discusiones defendiendo posturas partidarias, opciones ideológicas o pertenencias cultural y religiosa, entre otras. Nuestra opción partidaria (de modo fanática) nos parte y nos hace ver la realidad desde un punto de vista: empoderando lo bueno y mitigando lo malo. El diálogo que exige fundamentar lo que expreso pero que lleva, a la misma vez, saber escuchar a los demás con respeto y sin prejuicios. Si tenemos opciones partidarias, ideológicas o religiosas son válidas pero no deben coartar la libertad y la motivación de buscar la verdad que es compleja y que la construimos con los conocimientos y la experiencia vivida de todos.
  • La realidad es compleja y está conformado por muchos hechos que pueden, a veces, ser contrarios pero no contradictorios. Cada uno de nosotros encontramos o descubrimos una serie de hilos conductores de una realidad pero si sabemos analizar en ese entramado a través de un verdadero dialogo podemos, entre todos, descubrir el entretejido de esa realidad compleja que analizamos.
  • ¿Cuándo hay error en nuestras afirmaciones? El error es como la nada ¡No existe! ( no me refiero a la mentira que es de tipo ético) Pongo el ejemplo de un profesor que tuve hace muchos años cuando decía que el error es como “los agujeros de un queso”. Nosotros no vemos el agujero sino la falta de queso en ese lugar (la nada). Quizás sea un ejemplo risueño pero ilustrativo. Cuando alguien afirma algo que está viciado de error en realidad no se equivoca por lo que afirmar sino por lo que no afirma u omite. Y de aquí la importancia del pensamiento orgánico. La mente solo afirma cosas verdaderas pero omite muchos otras realidades que deben tenerse en cuenta. Todas juntas, interrelacionadas, conforma esa realidad. Si solo tomo un aspecto, lo que solo experimento, lo que me conviene o lo que conozco parcializo la realidad y es donde se produce el error.
  1. Pensamiento orgánico ético.

Las personas y las instituciones, los partidos políticos u otros tipos de organizaciones, así como su modo de actuar y las opciones que realizan no son totalmente buenas o malas. No me refiero a si su ideología y sus objetivos sean buenos o malos. De hecho siempre se crean conforme a principios y objetivos que en teoría son buenas. Me refiero a los hechos y a lo que en la práctica se realiza.

La acciones que realizamos acorde a nuestras decisiones, a nivel personal o institucional, también está compuesto por un entramado de blancos y negros. Y de lo que es blanco con algunas manchas negras y de lo negro con algunas manchas blancas.

Esto no es fácil de discernir y vale la frase antes citada: “Distinguir sin separar para unir sin confundir”.

Cuando nos determinamos partidariamente o ideológicamente nos lleva a ver solo lo blanco de nuestra opción y lo negro de la opción contraria. Pero lo blanco a veces no es tan blanco y lo negro no es tan negro. Quizás la realidad es ese entramado con diferentes matices de grises conformado por hilos blancos y negros.

Pensar de modo orgánico e integral nos facilita ver lo uno de lo otro o lo uno y lo otro.

Enseñemos como educadores a nuestros estudiantes, además de contenidos, a saber pensar…pensar: de forma orgánica, integral, relacional. Saber distinguir…distinguir pero sin separar lo que está relacionado en la realidad para saber unir…unir sin confundir lo blanco de lo negro, lo bueno de lo malo.

Diálogo…diálogo. Saber dialogar y escuchar libre de partidarismo que solo parte la realidad y excluye. Libres…libres de determinaciones ideológicas, religiosas, culturales, raciales, sexuales porque juntos…juntos comprendemos y construimos la realidad. La realidad de una sociedad en la com-unión.

Pero de tanto bla…bla ¿Cómo lo aplico en mis clases?:

elefante

1
“¿Te ha parecido interesante este artículo? ¡Dale a me gusta!