“Dime con quién andas y te diré quién eres”. Este refrán popular significa que podemos conocer el carácter, gustos y aficiones de una persona en función de la gente con la que se junta o del contexto en el que se desenvuelve. Pero si lo pensamos bien, esta frase también implica que las decisiones que tomamos, como con quién nos relacionamos y las acciones que realizamos, de alguna forma nos acaban identificando y nos llevan a un camino o consecuencia. Desde que somos niños nos enseñan que todo tiene sus consecuencias; que al final, lo que siembras es lo que más tarde recoges, y en el ámbito educativo estos refranes no son la excepción ¿o sí?
¿En educación se cumple la regla de que siempre lo que cosechamos es lo que cultivamos? o expresado de otra forma ¿realmente los resultados del aprendizaje siempre son reflejo del proceso que se realiza? Si la educación se tratara de una combinación matemática en la que se pudieran controlar las diferentes variables, sí. Pero en la enseñanza no influye un único aspecto, sino que es un proceso integral en el que hay que tener en cuenta muchos elementos, como el contexto del individuo o los distintos agentes educativos
Es por eso que debemos ver los resultados del aprendizaje como un proceso incierto, que no tiene una única respuesta ni depende de un único factor. Debemos de ser conscientes que al final todos participamos en este proceso en el que cada uno tiene su responsabilidad como parte de la sociedad. Es cierto que resulta imprescindible la implicación, tiempo y esfuerzo de la propia persona. Pero, al ser un proceso integral en el que todo el contexto es importante, no podemos dejar a un lado al estado, a las familias y a los centros educativos. Porque, aunque no nos demos cuenta, a la hora de valorar los resultados del aprendizaje debemos de ser conscientes de qué manera acaban influyendo los distintos agentes.
Imagínate a Timothy, un joven de 23 años que, tras haber realizado sus estudios básicos obligatorios, decide seguir estudiando en busca de nuevas oportunidades de trabajo y como ha visto en el informe español del panorama de la educación, indicadores de la OCDE (2022), existe una relación directa entre el nivel educativo y la tasa de desempleo. Pero luego también lee en el periódico que el gasto destinado a la educación no llega ni a un 4%.
En este ejemplo observamos que a la hora de ver lo que estamos cultivando no solamente debemos de poner el enfoque en lo que ya conocemos como las distintas metodologías o el esfuerzo del propio alumno, sino que los resultados del aprendizaje también están afectados por el ámbito económico y comienzan en la decisión de un porcentaje.
La educación va más allá de las medidas que se toman en un aula y las actividades que se realiza en un libro. Como sociedad, la educación no debería quedarse en un área más, sino que debería ser nuestra inquietud; debería ser nuestra prioridad y la base para avanzar.
Sin embargo, para hablar de los resultados del aprendizaje no nos deberíamos de conformar con entender la trascendencia de un buen sistema educativo, deberíamos ir un paso más allá.
Ahora, imagínate a Sofía, una niña que está en el colegio y los profesores están enseñándole el contenido curricular a través de metodologías activas como el aprendizaje servicio y el aprendizaje cooperativo para educar a la clase en valores. Pero luego, los profesores no se dan cuenta de que Sofía está sufriendo acoso escolar. ¿Acaso no se defiende en el ámbito educativo que el aprendizaje es integral y que el alumno es el principal protagonista? ¿Cómo puede ser Sofía la principal protagonista de esas metodologías si ni siquiera se siente visible?
En este ejemplo vemos que no vale con saber la teoría, ni siquiera con predicarla, sino que los resultados del aprendizaje deben de venir de una acción transformadora que comienza con la vivencia personal de cada uno. No sirve de nada incluir valores como el respeto, la cooperación, la escucha activa o el compartir en las nuevas metodologías si luego en nuestro día a día no estamos esforzándonos porque estos sean parte de nuestra realidad. ¿Cómo queremos hablar de resultados del aprendizaje si realmente no los estamos cultivando?
