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Herramientas Etnográficas...¡Al cole!

María José Suárez Hidalgo

Publicado el 03/05/2018 17:05

 

La Escuela debe estar conectada con el Mundo, no puede ser ajena a este y debe tener presente las diversas realidades que confluyen en su pequeño espacio. Es por ello, que la escuela debe ofrecer herramientas para observar, interpretar y reflexionar el mundo que en el cual vivimos, con el fin de que los alumnos sientan la necesidad de transformarlo conjuntamente.

De acuerdo a esta convicción, este artículo versará sobre el intento de extrapolación de algunas de las herramientas propias del trabajo de campo etnográfico, adaptadas al aula, debido al potencial que tienen dichas herramientas para descubrir(nos) desde un nuevo prisma. Tal como indican las autoras Del Olmo, M., y Osuna, C. (2014) sería preciso: “(…) evitar juzgar el comportamiento de las personas (…) para tratar de entender las cosas desde el punto de vista de esas personas, desde sus ideas sus valores y sus normas” (p. 14). Las herramientas etnográficas, sin duda, nos ayudará adoptar una nueva mirada. Debemos contar para este objetivo, el situarnos ante una realidad compleja, tal y como afirman García, M.; Ibáñez, J., y Alvira, F.:“La realidad social es compleja, multivariada y difícil de comprender, presentándose ante los ojos (…) como múltiples realidades. Su análisis no puede, por tanto, ser sencillo ni realizarse solamente mediante una sola metodología o perspectiva (…)” (1986, p.15)., con lo cual, se sucede la certeza de que la labor del profesorado ha de preservar esa misma cualidad de complejidad y, por lo tanto, se podría afirmar que esta será la primera premisa que debemos integrar en nuestro baúl cognitivo para no asustarnos y salir corriendo. Al contrario, el efecto que supone esta nueva conciencia sobre la “realidad” nos procurará una visión enriquecida de la misma y nos motivará en la tarea de aprender(nos).  

 

El baúl de las herramientas…    

Justamente para aprender(nos), serán las herramientas etnográficas esas grandes aliadas, capaces de alentar el apasionarnos conjuntamente en el aula, porque solo podremos apasionarnos de aquello que (re)conocemos como importante, y sin duda, son importantes aquellos con los que compartimos nuestro tiempo en el aula y fuera de ella.
Se tratará, más que nada, de introducir de manera muy simple, aquellas que se encuentran oportunas para el aula por la sencillez en su uso: La entrevista, los mapas mentales, la observación participante y el diario de campo. 
A pesar de las posibles limitaciones del profesorado ante el uso de estas herramientas, se cree necesario acercarlas al grupo clase dado el potencial que tienen dichas herramientas para descubrir el mundo que nos rodea. 
Lo que se espera, más que nada a través de este artículo, es generar una curiosidad hacia estas herramientas, ya que, posiblemente las herramientas etnográficas son unas excelentes llaves del baúl de los tesoros que nos ofrece nuestra hermosa diversidad.

La auto-entrevista

Es tan necesario hacer buenas preguntas, y así lo corroboran Del Olmo, M. y Osuna, C. (2014): “Yo creo que hacer una buena pregunta es una manera de relacionar dos cosas, lo que a mí me interesa y lo que me da el mundo” (p.1)., como hacerse buenas preguntas a sí mismo, y en ambos asuntos, tenemos a los mayores expertos en interrogarse por todo lo que hay a su alrededor, incluidos a ellos mismos, dentro de nuestra aula: nuestros alumnos.
Es esta una práctica verdaderamente interesante por la sencillez en su ejecución y porque puede cubrir diversos objetivos dependiendo de su enfoque. 
La entrevista se podría hacer dependiendo del objetivo de la misma: entre alumnos, integrando al entorno familiar, o en forma de auto-entrevista, donde se recomienda que el docente participara como uno más, porque esto sería necesario para crear un clima de confianza, condicionante imprescindible para entablar una entrevista.
La propuesta a realizar es la de realizar una auto-entrevista grabada en vídeo y las pautas orientativas son las siguientes: 
El entrevistado: en este caso el alumno, debe de alguna forma, de haberse relacionado con esta práctica antes de la misma a través del docente, de forma que al realizarla tenga herramientas sobre cómo contar aquello que se quiere.
El entrevistador: en este caso, sigue refiriéndose al propio alumno, de forma que adopta los dos roles a la vez. Este, deberá preparar un guion de preguntas pautado conjuntamente con el docente. Sin embargo, es muy importante que la guía sea solo un punto de apoyo para el alumno y no un listado de preguntas cerradas y de respuestas monosilábicas. Justamente de lo que se trata es de conversar sobre sí mismo, tal como apuntan Del Olmo, M. y Osuna, C. (2014): “Se trata de provocar una conversación lo más fluida posible, en la que la persona entrevistada tenga que explicar las cosas con detalle y de manera explícita” (p. 26).
El guion: Tal como explican Del Olmo, M. y Osuna, C. (2014): “Las mejores preguntas son aquellas que surgen de la propia conversación” (p.6)., por lo tanto, el guion tratará de hacer preguntas cortas, pero de respuestas largas. Y serán diferentes según el objetivo que se quiera llevar a cabo. El objetivo, en este caso, es que cada alumno y el propio docente se presenten a sí mismos. Las preguntas a modo orientativo podrían ser sobre quiénes son, quiénes son importantes para ellos, qué les motiva, cuáles son sus expectativas, y a partir de ahí que cada uno cuente sobre sí mismo lo que le apetezca compartir.
El resultado: El material que resultará de esta experiencia es densamente rico y sería una responsabilidad ineludible, la de devolver una vez utilizado el material en el aula, dicha grabación y lo que resultara de ella, es decir, lo trabajado en clase, a cada participante.
El tiempo: La recomendación de Del Olmo, M. y Osuna, C. (2014): “El que sea posible, en primer lugar, y el que sea necesario, en segundo” (p. 16)., sin embargo, este es un factor limitante en nuestra aula para todo tipo de actividades, por lo tanto, el docente será el que decida cuál sería el límite de acuerdo a su programación.
El objetivo: Sería múltiple, porque el producto resultante- un vídeo en el que aparezcan todas las entrevistas realizadas- es ampliamente óptimo para trabajar diversos intereses: el conocimiento de sí mismo; nuestra propia diversidad; cómo nos proyectamos; qué nos hace ser como somos; quiénes son mis compañeros; la diferencia de cómo nos presentamos en las redes sociales y el riesgo que ello conlleva, y un variado listado donde elegir y trabajar nuestro plano subjetivo en diálogo.
Sobre este material se recomienda guardar una copia con consentimiento del grupo, para que dentro de unos años se vean reflejados y poder hacer inmersión nuevamente en la reflexión.

Los mapas mentales

“Entonces digamos que no es de gran importancia describir qué aprende el individuo, sino cómo interpreta lo que aprende”  
(Müllaer-Seichter, 2003, p. 55).

Otra maravillosa herramienta para descubrirnos, son los Mental mapping, en palabras de Del Olmo, M., y Osuna, C. (2014): “Lo interesante de esta técnica es, por lo tanto, observar a través de un mapa elaborado por las personas, cómo dibujan “su mundo” y cómo lo interpretan” (p. 9). Se trata pues de elaborar un mapa de la localidad o barrio donde se vive, explicando lo que hace a medida que dibuja. Dichas explicaciones las puede grabar en el dispositivo móvil, siempre revisado por sus padres, o en una grabadora que podrá ser prestada por el cole.
El resultado sería que las clases se llenarían de significado, y podríamos hacer un mapa mental del conjunto clase y colocarlo a modo de mural y, así de esta forma, tener una visión de la gran diversidad de nuestro propio mundo sobre el mundo. Con el material grabado (audios) podríamos adivinar a qué dibujo se corresponde y reflexionar sobre nuestras propias interpretaciones; discutiríamos sobre cómo distribuirlo, si por áreas, por significados, por frases, por colores; y podríamos hacer un ejercicio comparativo con otras fuentes de información, por ejemplo, los libros, para ver cómo nos muestran las áreas que hemos representado, a lo cual surgiría esta pregunta: ¿Con cuál nos quedamos?
La sugerencia para la práctica de esta herramienta es ofrecer diverso material para representar lo que ellos quieren y procurarles un espacio amplio para que distribuyan el soporte donde dibujar a su criterio.

Precisamente de esto se trata, aprender a observar sin adelantarse a emitir juicios, intentando comprender (nos), tal como dicen las autoras Del Olmo, M., y Osuna, C. (2014): “Esta herramienta sirve para contrastar y contextualizar y consiste en compartir la vida de las personas que nos interesan durante lo que consideramos un período prolongado de tiempo, participando en la medida de lo posible, en lo que está ocurriendo” (p.7). 
Me interesa resaltar lo que apuntan las autoras mencionadas sobre compartir la vida de las personas que nos interesan, porque esto se refiere a una actitud, ante lo que nos rodea, que nos predispone a la comprensión y al reconocimiento del “otro”, debiendo ser este, un aspecto prioritario a trabajar en la escuela.
Desde luego, esta práctica puede ser una acción motivante y particularmente exploratoria de los porqués que ocurren a nuestro alrededor y en nosotros mismos.  Para esto último, voy a dar un ejemplo que espero que sea clarificador. Supongamos que queremos trabajar la co-responsabilidad en el hogar. La observación participante trataría sobre el registro visual y activo de las tareas en casa, sobre el tiempo empleado y sobre quiénes son los encargados de hacer las mismas, durante un período de una o dos semanas. Las observaciones se registrarían en el diario de campo, que más adelante se explicará, y la participación se dará en la medida que surjan preguntas ante la situación que observan y se encuentren en un conflicto de índole, especialmente afectivo. 
La observación participante podría definirse, de forma muy simplificada, como el tiempo dedicado con actitud de escucha activa a los acontecimientos que deseas investigar, para ello, se debería organizar que datos son los que interesan observar, estos, podrán ser pautados en clase.

El diario de campo

Es la tarea a realizar conjuntamente a la observación participante, y consiste en registrar en un diario aquellos datos que nos interesan investigar durante un período de tiempo. En el caso mencionado anteriormente, el registro se haría sobre las tareas en casa, 
sobre el tiempo empleado en su realización y sobre quiénes son los encargados de hacer las mismas, durante un período de una o dos semanas Tal como afirman las autoras Del Olmo, M., y Osuna, C. (2014): “Lo ideal es escribir el diario de campo al terminar cada sesión de observación. No es bueno escribirlo durante la observación” (p. 15)., y bajo etiquetas que agrupan las observaciones realizadas bajo parámetros similares, que luego nos facilite la interpretación. Es decir, se recomienda escribir todo y luego clasificar dicha información. Del Olmo, M., y Osuna, C. (). Proponen que: “en el diario se puede (y debe) escribir no sólo lo que observamos sólo a nivel descriptivo, sino también cómo lo percibimos, nuestros sentimientos, estado de ánimo propio y de los demás… (…)” (p.8).

En conclusión, son muchos los beneficios que se pueden obtener de las herramientas etnográficas en la escuela, igual no seremos profesores expertos en dichas herramientas, pero si estas, son capaces de hacernos descubrir el mundo desde otras perspectivas, si son capaces de descubrirnos a nosotros mismos desde otra mirada más empática ¿Por qué no extrapolarlas a nuestro ambiente de trabajo?

Bibliografía citada

Aguado, T. (2011). Redes de cooperación: I espacios de diversidad e igualdad en investigación educativa. En Actas XV Congreso Nacional y I Internacional de AIDIPE. Uned: Madrid. 21-23 de septiembre de 2011.
Del Olmo, M. y Osuna, C. (2014): "Una introducción al Trabajo de campo etnográfico". En: Taller de metodologías cualitativas. B. Ballesteros ed.: Madrid: UNED.
García, M.; Ibáñez, J., y Alvira, F. (1986). El análisis de la realidad social. Métodos y técnicas de investigación. Alianza Editorial, S.A.: Madrid. 
 

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