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¡HOY HAGO LOS DEBERES!: estrategias para motivar la relación de tareas

Francisco Monedero

Publicado el 03/05/2017 17:05

Los deberes es uno de los temas que con frecuencia están en el punto de mira tanto de profesores, como de padres y por supuesto alumnos. Hay un intenso debate que gira en torno a esta temática: ¿Los profesores mandamos demasiados deberes?, ¿Los padres son responsables de la realización de dichas tareas?, ¿Los estudiantes están saturados entre academias, actividades extraescolares y exámenes?, ¿No pasan ya suficiente tiempo los alumnos en el instituto como para que puedan aprovechar más el tiempo en el centro y no sobrecargarlos con trabajo para casa?
Todos y todas formulamos y hemos formulado muchas de estas preguntas en nuestros distintos roles como estudiantes, padres o alumnos. A cada pregunta se le pueden proponer respuestas de índole diversa y todas ellas poseerán seguro grandes porciones de razón. En mi opinión soy del pensamiento de que hay que buscar un punto medio, un equilibrio donde las tareas ocupen un lugar importante a nivel de refuerzo de los contenidos y competencias aprendidas o adquiridas, pero sin llegar a la sobrecarga de las mismas.
El caso con el que quiero ilustrar este artículo es el de un grupo de 3º de ESO de un instituto de la provincia de Granada al que he tenido recientemente la oportunidad de dar clases en la materia de Geografía durante el periodo de prácticas, del máster de profesorado de enseñanza secundaria obligatoria, formación profesional y enseñanza de idiomas.
Antes de hablar de la metodología empleada me parece interesante aportar algunos datos sobre las características del alumnado de dicho curso, para así contextualizar mejor el caso y comprender mejor la problemática que nos atañe. El grupo de 3º de ESO que aquí nos ocupa está integrado por 25 alumnos, sus características principales son la heterogeneidad y diversidad de alumnos, sin embargo hay algo en lo que todos parecen coincidir: la falta de motivación, apatía, y desgana con todo lo relacionado con lo académico y claro está con la realización de deberes en casa. La no realización de deberes en casa tiene muchos problemas, y no ya solo el hecho fundamental de que no se está reforzando o repasando lo visto en clase, si no que la realización de tareas se evalúa y estas notas van ligadas a otros parámetros como son aptitud o comportamiento, por tanto, la no realización de tareas proporciona una serie de resultados negativos que pueden concluir en el suspenso de la asignatura por parte del alumno.
¿Cómo le damos la vuelta a esta situación? ¿Cómo podemos hacer que una clase que por sistema nunca realiza las actividades, las haga y participe? A continuación expondré mi experiencia.
Para conseguir que estos alumnos de 3º de ESO hicieran los deberes, utilicé la metodología del aprendizaje basado en juegos. La actividad en cuestión se llevó a la práctica mediante el desarrollo de la unidad didáctica relativa al Sector secundario: Minería, materias primas, fuentes de energía y construcción. Previo a la explicación de la unidad didáctica se había programado que el examen para dicho tema tuviese una pregunta por valor de un punto con algunas definiciones fundamentales relacionadas con lo estudiado. En este sentido crear una actividad donde los alumnos elaborasen sus propias definiciones me pareció interesante para su posterior estudio y realización de la prueba escrita.
Es en este punto, donde se me ocurrió introducir un juego en los últimos 15 minutos de la clase tras la explicación de los contenidos que se correspondía con el trascurso de la clase. El juego en cuestión estaba fundamentalmente basado en el concurso televisivo “pasapalabra”. Para aquel día preparé una batería de preguntas que a modo de definición y aportando tan solo como pista la letra con la que se inicia el concepto que se busca o una letra que este incluida en el mismo, les eran preguntadas a los alumnos hasta completar el abecedario.
Para ello en primer lugar me base en el libro de texto que los alumnos tenían y elaboré una definición por cada letra del abecedario. El día que decidí ponerlo en práctica en el aula, abrevié los contenidos a impartir de manera intencionada para que me sobrasen 15 minutos y poder jugar. Sin previo aviso y mientras terminaba la explicación aquel día proyecte un rosco con las letras del abecedario e insté a algún voluntario o voluntaria a salir. No hicieron falta más explicaciones, puesto que todos conocían el programa y la dinámica. Si bien la dinámica de la actividad consistió en que saliera un alumno y que al primer fallo se sentara para dejar su puesto a otro y así se motivasen en ver quien era capaz de conseguir más aciertos, lo cual difiere de la naturaleza del programa en sí, donde cada concursante participa con todas las letras del abecedario.
Con la nueva fórmula se pretendía una actividad más dinámica y que por supuesto saliesen a jugar todos los alumnos. La respuesta de los alumnos a la actividad propuesta fue excelente, además el hecho de sacarlos a preguntarles definiciones relacionadas con los temas vistos en clase, me proporcionaba información acerca del grado de seguimiento y atención que los estudiantes tenían en clase. Como mi intención era que saliesen todos los alumnos, era necesario que cada cierto número de preguntas se sentasen para dejar su lugar a otro, así que el grado de dificultad de las definiciones fue también fundamental pues por cada cuatro preguntas había una que era de mayor dificultad. Esto perseguía dos objetivos: por una parte, como digo, que dejasen su puesto a un compañero y por otro, hacerles ver que debían de estudiar más.
Los alumnos participaron prácticamente todos en la actividad, se creó un ambiente distendido y los alumnos celebraron con entusiasmo que a partir de ahora ese tipo de actividades se volviesen a repetir. No obstante solo había una condición para que el juego volviese a repetirse en los últimos 15 minutos de la siguiente sesión. Ahora las definiciones las tenían que traer preparadas ellos de casa.
Se les propuso que realizaran diez definiciones relacionadas con los epígrafes estudiados en clase, pero que también introdujesen otras definiciones de los apartados que quedaban por ver de la unidad didáctica que estábamos explicando. Con diez definiciones por alumno me parecía más que suficiente para que se elaborase una gran cantidad de definiciones por parte de la clase siempre y cuando las trajesen.
A la sesión siguiente fue la prueba de fuego. ¿Habrían hecho los deberes los alumnos? La respuesta de la clase fue muy positiva. La gran mayoría de alumnos traían sus definiciones preparadas para jugar de nuevo, alguno incluso realizó definiciones con todo el abecedario. Los alumnos no se habían dado cuanta, pero habían hecho los deberes en casa pensando en un juego, cuando en realidad estaban preparando una de las preguntas de la prueba escrita. Como no podía ser de otra manera aquel día los alumnos recibieron su premio y volvimos a jugar.
Autor: Francisco Monedero Raya
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