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Integración y cooperación

Miguel Ángel Contreras Espina

Publicado el 26/05/2017 21:05

Os voy a contar una historia, una historia real que va sobre un profesor y una alumna de siete años...El primer día que conocí a Elena (nombre ficticio), me causó una grata impresión, bien vestida ella, risueña, algo tímida... La conocí un par de días antes de empezar el presente curso. Charlé con la madre y la orientadora del centro. Todo fue muy bien, hablamos de la manera en la que quería enfocar el curso, yo, que me considero un profesor innovador, le hablé del aprendizaje cooperativo y de cómo lo aplico en el aula, la madre, muy contenta me habló de lo que le gusta a su hija participar en la clase y considerarse una más dentro del aula. Pero al salir de la reunión, me quedó un amargo sabor “¿y ahora cómo voy a poner en práctica las técnicas y estrategias de aprendizaje cooperativo y los juegos con las nuevas tecnologías que hice con mi promoción anterior? ¿Cómo hacer que participe de manera activa con actividades T.I.C? ¿Cómo incluirla? ¿Cómo lograr que ella se motive y que sus compañeros no se desmotiven? Una cosa es la teoría y otra la práctica. La teoría de la había expuesto muy bien a la madre y a la orientadora, pero la práctica y la realidad me llenaban de dudas. Durante varios días estuve dándole vueltas a la cabeza sobre la mejor manera de hacerlo, revisaba los ejercicios y las técnicas, estudiaba nuevas actividades y me imaginaba la mejor forma de ponerlas en prácticas...Pero rápidamente la desconfianza me superaba...
 
Mi primer error fue no confiar en ella, no ver más allá de lo que veían mis ojos, ah, quizás se me ha olvidado comentar que mi alumna es síndrome de Down… En ese mismo momento quizás debí poner en práctica la maravillosa frase de El Principito de “lo esencial es invisible a los ojos”. Efectivamente, no vi más allá en ese primer contacto. Ningún maestro debe prejuzgar las capacidades de sus alumnos y alumnas, sean cuales sean sus capacidades y problemáticas.
 
Con el comienzo del curso empecé a leer nuevos libros desde libros de Howard Gardner y sus inteligencias múltiples a libros de Pujolàs sobre el aprendizaje cooperativo y a investigar por mi cuenta. Hoy en día hay muchísima información, muchos libros y muchos artículos. Pero no veía nada que me convenciera plenamente. Buenas ideas sí, pero ponerlas en marcha se me hacía un mundo. Nuevamente, por segunda vez, ni valoré adecuadamente, ni confié en mi alumna...Y así pasó la primera semana de colegio. Cuando llegaba la hora de hacer una actividad cooperativa, esperaba a que Elena saliera a sus clases de apoyo o logopedia para poder realizarlas...Hasta que un día, ella salió a clases de logopedia y “aproveché” para hacer un folio giratorio… Con tan BUENA suerte que ella volvió antes de tiempo y justo al empezar la actividad, ella apareció, se sentó, miró, observó lo que estaban haciendo los compañeros  y cuando le tocó escribir en el folio, puso “toro” (había que escribir palabras con t). Nadie le dijo nada, nadie le explicó la actividad...El simple hecho de estar en clase y ser una más era motivación suficiente para ella. (Y yo que buscaba ansiosamente la manera de motivarla para poder integrarla...)
 
Primera lección, no soy nadie para no confiar en ningún alumno… En ese mismo momento, veía que la había fallado, y eso espero, no vuelva a ocurrir. Ni a mí ni a nadie. Todos los alumnos tienen el derecho a que confiemos en ellos, no podemos prejuzgarlos, ya tengan una discapacidad, tdh, asperger, autismo o lo que sea.
 
Desde entonces:
Folios giratorios (un folio gira y los alumnos tienen que escribir lo que el profesor le diga, por ejemplo, adjetivos, cada alumno tiene un color de lápiz diferente, y así es muy fácil corregir y evaluar la participación).

1,2,4 (por ejemplo, para hacer actividades del libro, en 1, se trabaja individual, en 2 por parejas, y en 4 ponemos solución común con los compañeros de grupo)

Cálculos y dictados cooperativos( hacer estas actividades por parejas).

Todas estas actividades han sido hechas por ella, algunas veces con ayuda, otras sin ella, pero siempre confiando en sus posibilidades. Siempre trabajando en clase, siempre aprovechando el tiempo y en ocasiones ayudando a sus compañeros.
 
 
Además, le gusta mucho el classdojo, cambió su muñeco, lo puso a su gusto y le encanta sumar puntos. Puntos por la lectura, puntos por trabajar en clase, puntos por ayudar y dejarse ayudar. En resumen, motivarla de una manera activa y siempre viendo ella al momento que todo trabajo y toda actitud positiva tiene su recompensa.

Classdojo, lo utilizo a diario, como actividad motivadora para:
- Cumplir el rol que cada uno tiene asignado y que cambia cada dos semanas.
- Realizar fichas de lecturas.
- Esforzarse en clase.
- Ayudar al compañero (es lo que más puntos suma).
 
Pero si hay algo con lo que disfruta es con el kahoot. Cada semana elaboro kahoot de matemáticas y lengua, los hacemos en clase y luego se los envió a los padres por si quieren jugar con sus hij@s. Ella sabe perfectamente el funcionamiento, y si sabe la respuesta y tiene confianza, se lo dice a sus compañeros (y yo que no confié en ella). Nuestra forma de jugar es un poco rudimentaria, ponemos el kahoot en él cañón, y los alumnos tienen 4 tarjetas en la mesa, tiramos un dado gigante y según salga un número, ese número primero dice la respuesta y luego el grupo la cambia o valida (así logramos la igual participación, interacción simultánea etc de la que nos habló amagan en sus libros de A. Cooperativo)
 
Cuando sale la respuesta, el alumno cuyo número ha salido, pone un punto a su grupo en la pizarra, dependiendo de si ha acertado el grupo o no. Los grupos tienen que llegar a un mínimo de aciertos para sumar puntos en el classdojo, de esta manera eliminamos la competitividad y fomentamos la relación grupal.
 
Esto son solo un par de ejemplos como integrar a alumn@s con N.E.E y a alumnos que no la tienen. Espero que a alguien le sirva este artículo para no volver a caer en el mismo error que caí yo y recuerden, confíen en sus alumnos, ellos confían en nosotros y no podemos ni debemos fallarlos.

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