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La inteligencia emocional: una breve mirada al ámbito educativo

Amparo Martínez Moreno

Publicado el 04/12/2017 12:12

Introducción

En el estudio del ser humano, tradicionalmente ha existido un vehemente interés por indagar sobre la inteligencia de las personas; tal y como pone de manifiesto el grueso cuerpo de investigación que se ha venido desarrollando en torno a dicho constructo desde principios del siglo XX. Asimismo, a nivel social ha existido una sobrevaloración de la inteligencia en detrimento de la esfera emocional, lo cual se ha traducido en una educación de corte intelectualista (Alonso, 2011). En este sentido, durante mucho tiempo se ha puesto el acento en transmitir conocimientos a los estudiantes y se ha dejado de lado la educación encaminada al conocimiento y manejo de las emociones.

Este panorama ha propiciado la aparición de cierta carencia en la educación de las personas, asistiendo así al surgimiento de seres humanos con un pobre desarrollo de su esfera emocional –o “analfabetismo emocional”, tal y como Goleman lo catalogó-.

Por otra parte, las últimas investigaciones ponen de manifiesto las importantes repercusiones que tienen los aspectos emocionales en la adaptación de las personas a su entorno (Alonso, 2011; Ferragut y Fierro, 2012; Ros, Filella, Ribes y Pérez, 2017) y, actualmente, existe una mayor conciencia social en torno a la importancia de educar los aspectos relacionados con la inteligencia emocional (IE). El punto de inflexión que origina el cambio de tendencia, para conferir una mayor importancia a las emociones en la educación, lo encontramos en 1990 con Peter Salovey y Jhon Mayer, quienes publican el artículo titulado Emotional Intelligence. Dicho artículo no obtendrá una notable repercusión hasta cinco años más tarde, cuando Daniel Goleman publica un best seller mundial con el mismo título, basándose en el artículo de estos autores.

El objetivo del presente trabajo es realizar una somera aproximación al concepto de IE, contribuir a visualizar la relación existente entre este controvertido constructo y otras dimensiones de la vida de las personas, así como analizar la forma en que en la actualidad está contextualizada la educación emocional en el sistema educativo español.

Breve aproximación al concepto de inteligencia emocional

La IE es un término controvertido en el sentido de que se ha escrito mucho sobre ella pero no existe una definición unánime sobre el concepto, pudiendo afirmar que existen tantas definiciones como autores. Asimismo, también existen diferentes modelos de IE que pueden clasificarse en modelos de habilidades, modelos mixtos, u otros modelos que complementan a los dos. En la tabla 1 se recogen las definiciones que algunos autores hacen del concepto.

Tabla 1

Definición del concepto de IE según diferentes autores

En términos generales, podríamos determinar que una persona con IE es aquella capaz de interactuar con el entorno tomando en consideración los sentimientos, propios y ajenos. O dicho de otro modo, es la persona que pone en juego su inteligencia intrapersonal e interpersonal –tal y como establece Gardner en su teoría de las Inteligencias Múltiples-, para desenvolverse en el medio.

Relación de la inteligencia emocional con otras esferas de la vida del individuo

La literatura reciente muestra diferentes estudios que evidencian cómo la IE está relacionada con otras dimensiones de la vida de las personas. En este sentido, tal y como señalan Férnández y Ruiz (2008): “Existen cuatro áreas fundamentales en las que una falta de IE provoca o facilita la aparición de problemas de conducta entre los estudiantes” (p.429). De esta forma, podemos encontrar multitud de estudios que relacionan la IE con las relaciones interpersonales, con el bienestar psicológico, con el rendimiento académico y con la aparición de conductas disruptivas.

En términos generales, señalaremos que existe sobrada evidencia de los efectos beneficiosos que conlleva poseer un alto nivel de IE. A modo de ejemplo, haremos alusión a un reciente estudio, publicado por Ros et al. (2017), realizado con una muestra de alumnos de 5º y 6º de primaria, en el que concluyen que el desarrollo de capacidades emocionales es uno de los indicadores más ajustados que predice el bienestar del alumnado; asimismo, la presencia de un manejo emocional eficiente, junto con una sana autoestima, puede contribuir a una mejor regulación emocional, lo que incide en un menor grado de ansiedad experimentada en la escuela, contribuyendo a un mejor clima entre compañeros y en la escuela. Asimismo, concluyen que las competencias emocionales (y la autoestima) tienen una relación importante con el rendimiento escolar; ya que el manejo de las emociones, posibilita el manejo del estrés y la ansiedad que desprende el proceso de aprendizaje, lo cual podría ser explicativo de su mejor rendimiento.

La inteligencia emocional en el contexto educativo español

En los últimos años los aspectos emocionales y sociales del aprendizaje han acaparado la atención de numerosos expertos en educación y pedagogía; siendo pocos los que cuestionan la importancia de ofrecer una educación que contemple el aprendizaje de habilidades socio-emocionales, si lo que se pretende es contribuir al desarrollo integral y armónico de la personalidad del alumnado. Pero ¿está recogida la educación emocional dentro de nuestra legislación educativa? ¿Qué espacio ocupa actualmente dentro del contexto escolar?

Para responder a la primera cuestión nos remitiremos a la propia legislación. En 2006, la LOE (Ley Orgánica 2/2006, de 3 de mayo, de Educación) abría la puerta a una perspectiva amplia en educación que tomaba en consideración el desarrollo integral de la persona, señalando en su Preámbulo: “Se trata de conseguir que todos los ciudadanos alcancen el máximo desarrollo posible de todas sus capacidades, individuales y sociales, intelectuales, culturales y emocionales…” (p.6). Explicitando en su art.71, en consonancia con esto: “Las Administraciones educativas dispondrán los medios necesarios para que todo el alumnado alcance el máximo desarrollo personal, intelectual, social y emocional…” (p.53). Por su parte, la LOMCE (Ley Orgánica 8/2013, de 9 de diciembre, para la mejora de la calidad educativa) no va más allá, pero mantiene la redacción del texto citado en el art.71. Asimismo, hace hincapié en que el desarrollo social y personal son imprescindibles, aunque no los contempla como una entidad propia, concibiéndose como un elemento que ha de tratarse de forma transversal.

Como vemos, esta ligera declaración de intenciones legitima a trabajar en el aula contenidos relacionados con la IE, destacando por ejemplo, la iniciativa de alguna comunidad autónoma como la del Gobierno de Canarias, que en el año 2014 aprobó la inclusión en el currículo de la asignatura Educación Emocional y para la Creatividad, obligatoria y evaluable, para el alumnado de 1º hasta 4º de educación primaria; comprendiendo dicha materia la distribución en tres bloques temáticos: conciencia o alfabetización emocional, regulación emocional y creatividad. Ahora bien, hemos de decir que esto no es lo habitual, y en España se han comenzado a trabajar estas competencias socio-emocionales con menos profundidad que en otros países –como por ejemplo Inglaterra, Estados Unidos o Finlandia-. Así pues, Estados unidos o Inglaterra están apoyando con cuantiosos fondos el estudio, la implementación y evaluación de programas de esta índole en la escuela (Fernández et al., 2008).

En nuestro país, en muchas ocasiones se trabajan dichas competencias lejos de la enseñanza ordinaria; otras veces son integradas de manera transversal en el currículo, quedando relegadas a actividades esporádicas y al criterio del profesorado. Y, en los últimos tiempos, han proliferado iniciativas de implementación de determinados programas dirigidos a incrementar las competencias socio-emocionales del alumnado en las diferentes etapas educativas.

Para concluir, podemos decir que en España, afortunadamente está creciendo cada vez más -entre los centros educativos y el personal docente- la conciencia de que la mera adquisición de contenidos académicos no es suficiente para alcanzar el éxito escolar, siendo necesario considerar los aspectos socio-emocionales en el aula (Jiménez y López, 2009). De esta forma, estamos avanzando en la línea de los países más avanzados en esta materia (algunos de los cuales han sido anteriormente mencionados), pero sería interesante reflexionar sobre la forma de emprender políticas e inversiones educativas que den un mayor impulso a la adquisición de estas importantes competencias, adoptando una perspectiva a medio y largo plazo con seriedad y rigor; siendo necesario buscar la fórmula para desarrollar de manera correcta y formal la inteligencia emocional.

Bibliografía y webgrafía

  • Alonso, L. (2011). Fundamentos psicopedagógicos para la alfabetización emocional. Una aproximación necesaria. Psicogente, 14 (25), 151-163.
  • Bisquerra, R., Punset, E., Mora, F., García, E., López, E., Pérez, J.C.,…Planells, O. (2012). ¿Cómo educar las emociones.¿ La inteligencia emocional en la infancia y la adolescencia. Esplugues de Llobregat (Barcelona): Hospital Sant Joan de Déu. doi: www.faroshsjd.net
  • Fernández, P. y Ruiz, D. (2008). La inteligencia emocional en la educación. Electronic Journal of Research in Educational Psychology, 6 (15), 421-436. doi: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=293121924009
  • Ferragut, M. y Fierro, A. (2012). Inteligencia emocional, bienestar personal y rendimiento académico en preadolescentes. Revista Latinoamericana de Psicología, 44 (3), 95-104.
  • Gabarda, V. La inteligencia emocional. Su inclusión en el currículo educativo y en el aula. Universidad Internacional de Valencia. Disponible en: https://www.universidadviu.es/como-integrar-el-autocontrol-emocional-en-... (Consultado: 04/11/2017)
  • García, M. y Giménez, S.I. (2010). La inteligencia emocional y sus principales modelos: propuesta de un modelo integrador. Espiral. Cuadernos del Profesorado, 3 (6), 43-52. doi: http://www.cepcuevasolula.es/espiral
  • Goleman, D. (1996). La inteligencia emocional. Barcelona: Editorial Kairós S.A.
  • Jiménez, M.I. y López, E. (2009). Inteligencia emocional y rendimiento escolar: estado actual de la cuestión. Revista Latinoamericana de Psicología, 41 (1), 69-79.
  • Ley Orgánica 2/2006, de 3 de mayo, de Educación.
  • Ley Orgánica 8/2013, de 9 de diciembre, para la mejora de la calidad educativa.
  • Ros, A., Filella, G., Ribes, R. y Pérez, N. (2017). Análisis de la relación entre competencias emocionales, autoestima, clima de aula, rendimiento académico y nivel de bienestar en educación primaria. REOP, 28 (1), 8-18.
  • http://www.infocop.es/view_article.asp?id=5395 (Consultado: 27/11/2017)
  • http://www.rafaelbisquerra.com/es/inteligencia-emocional/inteligencia-em... (Consultado: 04/11/2017)
  • http://www.ub.edu/jornadeseducacioemocional/wp-content/uploads/2012/04/4. Programa-SEA-Desarrollo-de-las-habilidades-emocionales-y-sociales-de-los-j%C3%B3venes-en-el-aula.-C%C3%A9sar-Rodr%C3%ADguez-Laura-Celma-Santos-Orejudo-Luis-Mar%C3%ADa-Rodr%C3%ADguez..pdf (Consultado: 04/11/2017)
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