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Implantación de metodologías innovadoras en los centros educativos.

Virginia Alonso

Publicado el 07/04/2021 20:04

En nuestra sociedad se vive un momento en el que la educación es tema de debate social, político, económico. Si bien porque aparece una nueva ley educativa, por los resultados del informe Pisa, porque se ha abierto el proceso de matriculación de nuevos alumnos, por un artículo que compara el sistema educativo español con el finlandés, etc…..lo cierto es que la educación está en boca de todos.

 Es evidente que a la sociedad española actual le preocupa la educación que están recibiendo nuestros niños. Se empiezan a oír voces que demandan una formación acorde con el siglo en el que vivimos, una educación eficaz que prepare a futuros ciudadanos. La sociedad necesita ciudadanos creativos, críticos, emprendedores, autónomos,  sociales, cooperantes, respetuosos, etc. Alumnos que estén comprometidos con su aprendizaje y donde el alumno aprenda a pensar, a hacer, a sentir…

Algunas de esas voces surgen del profesorado,  existen maestros interesados en rediseñar la escuela y transformarla, adaptándola para que enseñe en consonancia al tiempo en el que vivimos, integrando los conocimientos y avances que se han logrado en los últimos años respecto a teorías del aprendizaje, neuroeducación, etc. Es necesario que el alumno no solo sea el ser que adquiere contenidos sino que sea capaz de gestionar y crear, comunicar…. mediante propuestas de enseñanza innovadoras y enriquecedoras

En definitiva, gran parte de los agentes sociales que intervienen en el ámbito educativo ven la necesidad de renovar la escuela, de terminar con la rigidez educativa existente en el sistema de enseñanza actual y de adaptarla a los cambios sociales, culturales, económicos y educativos de los últimos tiempos. Es imperativo trasformar la escuela actual en una escuela de futuro.

Tal vez, por esta razón, últimamente se habla mucho de metodologías innovadoras, de escuelas activas para lograr una educación propia del S. XXI. Pero muchas de estas metodologías llevan décadas por no decir siglos (la escuela nueva) intentando implantarse y realmente no acaban de establecerse en la mayoría de los centros educativos. Sigue siendo la educación convencional o tradicional la predominante en el panorama educativo.

Cabe preguntarnos el por qué sucede qué la escuela sigue trabajando con una rigidez educativa propia del pasado y no adopta otras metodologías innovadoras.

Existen maestros conscientes y preocupados de la necesidad de renovación de la escuela. Estos investigan y se forman, buscan nuevas metodologias que les ayuden a mejorar el proceso de enseñanza-aprendizaje, de esas búsquedas surgen propuestas innovadoras que se aplican a las aulas y centros educativos. En ocasiones un docente es capaz de impulsar al resto de compañeros, en otras ocasiones el impulso surge del equipo directivo pero en otros casos directamente no aparece o no arraiga en el centro la necesidad de cambiar el proceso de enseñanza a través de otras metodologías.

Es este caso el que quiero tratar en este artículo. Analizar brevemente los posibles motivos por los que un docente o todo un  claustro da la espalda metodologías más adecuadas para sus alumnos, que les enseñen a pensar y desarrollarse como individuos del futuro. De la misma manera, esté artículo pretende animar a dichos docentes a flexibilizar su forma de ver la educación del nuevo siglo y se arriesguen a poner en práctica actuaciones educativas más activas.

Cuáles son los problemas a la hora de introducir metodologías innovadoras en un centro:

Área de confort La mayoría de los docentes, tarde o temprano, acaban instalándose en  un área de confort, una zona en la que el maestro se siente seguro en un escenario, como lo es un aula, que cambia constantemente. El docente conoce y domina contenidos y materias, libros, hábitos, rutinas….. que le hacen sentirse cómodo pero que a su vez le limitan alejándole del alumno y de su realidad.

Exceso de burocracia En otras ocasiones el profesorado soporta una sobrecarga de trabajo administrativo y un exceso de burocracia que le conducen a una situación de saturación y desilusión que provoca desmotivación a la hora de plantearse un cambio de metodología, ya que esta le va a implicar más burocracia.

Formación Para aplicar una nueva metodología se necesita conocer cómo funciona pero es necesario, por tanto una formación que requiere de tiempo y de profesionales que actúen de guías para su aplicación.

Primaria Aparentemente, la etapa de Educación Infantil cuenta con profesores más dispuestos a aplicar nuevas metodologías respecto de los profesionales de la etapa de Primaria. Podríamos decir que Primaria está obsesionada con el cumplimiento del currículo, “hay que terminar el libro”. Por otro lado, están las pruebas externas que presionan para que el currículo se dé al completo, estableciendo estas además un ranking entre los colegios. Por ellas, el profesorado de primaria siente una presión que no existe en la etapa de infantil y esta le acota el margen para poder experimentar.

No se cómo Hay un gran número de profesores que quieren trabajar de otra manera, abandonar el “más de lo de siempre”, pero no saben como empezar a trabajar con otras metodologías. Son pocos los estudios o artículos que te orientan o informan  de cómo introducir estas nuevas metodologías en el aula y mucho menos de como implantarlas en un centro educativo. Por lo que las dudas que experimentan al planteárselo son muchas: ¿Y si mi equivoco?, ¿Y si lo hago mal?, ¿Cómo empiezo a…?

Lo quiero todo Existe el caso de muchos centros que intentan implementar cuantas más metodologías innovadoras mejor y en cuantos más ámbitos de la vida escolar mejor. Posiblemente sea el desconocimiento lo que lleve a tal error, ya que es mejor aunar esfuerzos en una sola que no en varías, ya que esto cuele derivar en un mar de caos y confusión.

 

En conclusión estas razones, a mi modo de ver, son las causantes de que las metodologías activas no tengan mayor acogida entre el profesorado.

Considero que todos los profesionales, que un día dimos nuestro primer paso para introducir una nueva metodología en nuestro aula, nos hemos enfrentado a todos o algunos de esos miedos y problemas. Pero, ¿Cómo superar estos problemas o dificultades?

En mi caso, hace ya 13 años que inicié mi primer proyecto con mis alumnos de 4 años, sabía muy poco (solo había leído sobre ellos) pero me lance a la piscina y mi compañera conmigo. La experiencia fue todo un éxito, los niños aprendieron divirtiéndose, los padres se volcaron y nos ayudaron a crear materiales para las diversas actividades, participaron en talleres, etc. Nosotras descubrimos, para nuestro asombro que el proyecto inundaba nuestra aula y que los aprendizajes que se realizaban desde ella eran más motivadores y significativos que ningún otro de los que habíamos realizado hasta el momento.

En un principio, no estaba previsto trabajar por proyectos, solo surgió, no estaba incluido en la programación de aula, tampoco nos planteamos objetivo más allá de que nuestros alumnos aprendiesen de una manera diferente, más activa. Mi compañera y yo hicimos una planificación sencilla sobre lo qué queríamos trabajar y creamos un hilo conductor que diera coherencia. Nos saltamos algunas fases del Aprendizaje Basado en Proyectos (ABP),ahora somos conscientes, pero aún no haciéndolo del todo correctamente vimos el gran potencial que tenía esta metodología.

Aprendizaje y error, experimentación y tanteo, llámese como se quisiera, lo cierto que después de 13 años puedo decir que trabajo hoy por hoy por proyectos, que poco a poco mis compañeras se han ido uniendo. Al principio con proyectos editoriales, ahora con proyectos de nuestra propia cosecha. Y, aunque se ha tardado 13 años en establecer esta metodología en la etapa de infantil de mi colegio, puedo decir que ahora los alumnos de mi centro recogen el gruto de algo que se inició hace años.

Lo ideal es que primero hubiera hecho una formación al respecto, después hubiera puesto por escrito toda la propuesta educativa para entregársela a mi equipo directivo, buscando con ello su aprobación y la de mis compañeros, para por último aplicarlo en el aula. Pero todo el proceso ideal me hubiera llevado mucho tiempo y esfuerzo el buscar acuerdos con compañeros que no estaban preparados o no querían una nueva metodología. En mi caso me lo planteé y flexibilicé  pudiendo valorar las posibilidades de si la experiencia valía la pena antes de realizar todos los trámites burocráticos. Una vez realizada la vivencia y con una valoración muy positiva me formé,  presenté y documenté la propuesta ante mi equipo educativo y directivo con la intención de ponerlo en práctica adecuadamente.

En conclusión. mi propuesta es que, si verdaderamente queremos trabajar a través de nuevas metodologías, tenemos que tener en cuenta que si estamos solos en el claustro el cambio empieza por nosotros aunque seamos uno solo  y respetar el ritmo individual de cada compañero para ese cambio. Si es el equipo directivo el que inicia el cambio debe flexibilizar este respetando el ritmo individual de cada docente, priorizando el cambio frente a la elaboración de documentación. Solo de esta manera se consigue agilizar, eliminar la burocracia que frena a aquellos profesionales que si estarían dispuestos a intentar una nueva experiencia. Esto disminuiría la presión y nos podríamos centrar realmente en la búsqueda de r la metodología más apropiada para nuestro alumnado. Solo cuando se cuenta con la verdadera implicación del centro en todo esto podemos ser más rigurosos con la documentación y la formación. Dando comienzo así a un proceso de aprendizaje y de implantación en el centro de una metodología innovadora adecuada a nuestros alumnos y centro.

¿Te animas a innovar?

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