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Necesidades nutricionales en la infancia

Alejandro Martín

Publicado el 20/05/2019 16:05

Necesidades nutricionales en la infancia

La nutrición en la infancia he ido evolucionando a pasos agigantados en las últimas décadas. Hace años era una disciplina enfocada a la alimentación del lactante con la finalidad de lograr un crecimiento y desarrollo adecuados, y en sus aspectos terapéuticos, a la prevención de enfermedades carenciales frecuentes, como las deficiencias de vitamina D o de hierro. Hoy en día, existen datos epidemiológicos, experimentales y clínicos que demuestran que las enfermedades que más se dan en las sociedades desarrolladas y cuya sintomatología se expresa en el periodo adulto tienen su origen en la infancia, por ejemplo:

  • Las formas de obesidad que se inician en la infancia tienden a perpetuarse en el adulto.
  • Por otro lado, la caries dental, que ya se manifiesta en la infancia, tiene repercusiones tardías en el adulto.
  • Aunque no hay datos concluyentes que relacionen ciertos tipos de cáncer y de enfermedades hepatobiliares con patrones dietéticos establecidos en la infancia, la extrapolación de datos en adultos sugiere que determinados factores dietéticos involucrados en dichas enfermedades pueden estar actuando ya desde la infancia.

El momento en que el niño comienza una etapa de maduración y autonomía, es capaz de comer solo aunque necesite ayuda para manejar el cuchillo, y ya mastica sin dificultad. Es entorno de los cuatro años, cuando se van consolidando la variedad y diversidad en los alimentos de la dieta, así como la adaptación progresiva a la nutrición del adulto.

La dieta que debe seguir un niño/a en su infancia ha de ser variada en los tipos de platos, sabores y cocciones. Lo más importante para cualquier persona de cualquier edad es el desayuno, pero hagamos especial hincapié en el desayuno que ha de realizar el niño/a antes de ir al colegio ya que éste deberá ingerir leche, fruta variada, cereales (a ser posibles integrales) con la finalidad de ir lleno de energía y rendir en el colegio. 

Es importante que el niño o niña realice cinco comidas al día que contenga fruta, verdura y hortalizas, además de alimentos ricos en fibra, como pueden ser los cereales integrales y legumbres sin olvidar que hay que incorporar a la dieta las proteínas de origen animal y vegetal, fomentando el consumo del pescado y racionando la carne.  Hay que tener en cuenta aquello que hay que evitar como es el exceso de sal y azúcar, evitando por lo tanto golosinas, caramelos o bebidas refrescantes. Hay que beber abundante agua durante todo el día.

El papel de la familia, en este cado es fundamental ya que la familia es el principal agente capacitado para incorporar hábitos saludables en el niño/a, aunque hay que tener en cuenta que centros infantiles y colegios son un contexto adecuado para reforzar y transmitir esta educación.

La alimentación en la infancia y adolescencia determinará de forma importante talla y peso del pequeño, y a su vez influirá en las normas de conducta alimentaria del adulto”, expone la nutricionista con carácter general.

En la etapa de 1 a 10 años hay un incremento del peso/altura en términos absolutos. El coste energético del crecimiento se basa en la energía depositada como proteínas y grasa, más el gasto de síntesis. Viene a suponer unas 5 kcal/g de tejido aumentado. Para un buen control del crecimiento del niño, tiene que haber un balance equilibrado entre la ingesta y el gasto energético.

Una dificultad para conseguir un buen estado nutricional es la elevada necesidad de nutrientes. Por tanto, para cubrir adecuadamente las ingestas recomendadas, es necesario aportar una alimentación con mayor densidad de nutrientes.

Se ha comprobado que hay un déficit en el aporte de calcio y vitamina D, nutrientes necesarios para una correcta salud ósea.

A partir de los 10 años, las niñas tienen mayores problemas nutricionales que los niños porque necesitan ingerir menos energía y, sin embargo, las cantidades de distintos nutrientes son las mismas que en los niños. Los niños y niñas imitan las costumbres del entorno, por lo que en la mejora de sus hábitos nutricionales participan tanto los padres como el colegio y su entorno más próximo (abuelos, amigos, etc.).

Es, por tanto, muy importante conseguir una adecuada educación nutricional en la población en general, pues su influencia en la nutrición infantil es indudable. De hecho, es frecuente encontrar errores de concepto entre la población. Éstos son algunos de los más habituales:

  • Por un lado, la gente cree que la variedad no es una garantía de buena alimentación infantil, pero lo importante es que el consumo de alimentos sea lo más próximo al ideal teórico.
  • Por otro, se demonizan muchos alimentos, considerando que hay alimentos buenos y malos. Un ejemplo es disminuir el consumo de huevos por miedo al colesterol o el bulo de que los lácteos provocan mucosidad. Nada más lejos de la realidad. Lo que sí se puede decir es que hay dietas totales correctas e incorrectas.
  • El hecho de que un niño se tome una golosina no significa que deje de llevar una dieta correcta, y muchas veces se evita el consumo de alguna golosina. De ahí la importancia de enseñar a los padres lo que es una dieta equilibrada.
  • Se observa con frecuencia que hay productos que el niño rechaza (es muy común, el caso de las verduras). Para conseguir una dieta correcta, conviene dar a probar estos productos poco a poco, para que el niño se vaya acostumbrando al sabor. Se aconseja también ir cambiando las presentaciones, combinarlos con otros, etc., consiguiendo así su ingesta.
  • Un hecho repetido es la influencia de los padres. Si éstos rechazan un alimento, el niño también lo hará.
  • Otro error muy frecuente es usar los alimentos como premio o como castigo. No se debe modificar la alimentación en función de la conducta del niño; por ejemplo, si se porta bien se le perdona el puré de verduras, o si se le castiga, se le obliga a tomarlo.

Hay que intentar que el niño coma de todo, pero no por miedo al castigo, sino porque una dieta correcta le hará más sano y fuerte. Es importante tener en cuenta que las comidas no pueden acabar convirtiéndose en un campo de batalla. Forzar al niño no es bueno, hay que buscar el modo de hacer la comida apetecible.

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