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La adicción gamer en jóvenes

Daniel Vera Cortés

Publicado el 08/10/2020 12:10

 

La adicción a los videojuegos se ha convertido en un problema para algunas familias. Muchos padres observan cómo sus hijos pasan horas y horas jugando. La Organización Mundial de la Salud ha incorporado esta adicción como un trastorno de salud mental, dentro de la clasificación internacional de enfermedades.

 

Es importante diferenciar entre el uso excesivo de los videojuegos, la falta de regulación, y una adicción. No todo el que juegue con frecuencia es adicto. Lo que normalmente ocurre es que los menores empiezan a jugar cuando salen del colegio. En la medida en que eso va generando placer, la conducta se va haciendo más repetitiva y empiezan a descuidar otras cosas.

 

El límite para saber que se tiene un problema es empezar a invertir más tiempo en el juego que en otras actividades que se consideran fundamentales. Es ahí cuando la persona necesita un tratamiento. Como cualquier conducta compulsiva, lo primero es la aceptación del problema.

 

La edad promedio de un gamer está dentro entre los 18 y 23 años, los hombres son la mayoría 65% frente a un 35% de las mujeres y el 58% son consumidores casuales de videojuegos, es decir tienen solo una consola y juegan para divertirse, el 35% son semiprofesionales, dedican 14 horas a la semana a esta actividad y 7% son profesionales invirtiendo entre 6 y 7 horas al día- 35 horas a la semana.

 

Y, ¿cuáles son los síntomas de una adicción? Pues bien estos son:

 

- Pasar más de dos o tres horas diarias jugando.

- Cambios de ánimo brusco e inexplicable.

- Bajón en el rendimiento escolar.

- Abandonar otras actividades de ocio, como el deporte.

- Falta de interés en actividades sociales.

- Alteraciones del sueño y estados de ansiedad.

 

Por todo ello, es muy importante establecer reglas para el uso de las tecnologías en el hogar, como por ejemplo:

 

- Delimitar e indicar las páginas de acceso web a las que pueden acceder.

- Con quiénes pueden interactuar en los entornos digitales.

- Horarios y espacios para estar conectados.

- Utilizar la tecnología para protegerlos, existen aplicaciones de control parental o monitoreo de actividad para todos los dispositivos eléctricos.

- Hablar con los hijos/as de la vida digital.

- Evitar equipar a edades tempranas, es recomendable evitar al máximo entregarles a edades tempranas dispositivos con funcionalidades para adultos.

- No exceder el control, es importante que se monitoree y acompañe la actividad cuando se utilizan las tecnologías, sin embargo, invadir los espacios de interacción virtual no es agradable para ellos/as y podría afectar la confianza necesaria para una buena relación padres-hijos/as.

 

Es importante destacar que para diagnosticar a un gamer con el trastorno del videojuego, el patrón de comportamiento debe ser lo suficiente severo como para causar un deterioro significativo en las relaciones personales, familiares y sociales, y en las funciones educativas, ocupacionales o laborales del sujeto.

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