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ODS y el poder transformador de la escuela

Juan Carlos García Vilar

Publicado el 24/10/2020 19:10

La extrema, repentina  y, por otro lado, necesaria digitalización que sufrió la educación durante el periodo de confinamiento, puso de manifiesto una realidad que ya muchos autores se encargaron de subrayar y que hoy en día podemos afirmar con aún más rotundidad: la escuela percibida como un espacio físico y limitado donde docentes y aprendices establecen una relación a través de la transmisión de conocimiento e información debe dejar paso a la escuela creativa,  transformadora de la sociedad y generadora de ciudadanos que empiecen a ser parte de la solución a los problemas de la siguiente década. Posiblemente llevemos más de un siglo de retraso, pero aprovechemos estos momentos de reflexión crítica sobre los diversos sistemas educativos y metodologías empleadas para repensar y dar un empujón definitivo a la nueva escuela, una Escuela 2.0  en la que podamos encontrar los mecanismos necesarios para comprender la situación de la humanidad actualmente y de este modo, ser competentes para actuar de forma  y ser parte de la solución a las dificultades actuales.

 

El 25 de septiembre de 2015, la Organización de Naciones Unidas (ONU)  presentó un conjunto de objetivos globales para erradicar la pobreza, proteger el planeta y asegurar la prosperidad para todos como parte de una nueva agenda de desarrollo sostenible y en base a ellos, establecer estrategias políticas, comunitarias y de ámbito privado que sumen para la consecución de un mundo mejor. Pero, ¿podría la educación en general y las escuelas en particular quedarse fuera de esta marea imparable que pretende un mundo mejor?. Es la hora de trabajar, concienciar y sensibilizar para que las acciones políticas faciliten integrar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) en nuestro marco curricular ya que no hay aprendizaje más significativo para los cualquier ciudadano que aquellos que le hacen entender el mundo y da herramientas para mejorar lo existente, siendo este un verdadero un reto de la educación del S.XXI.

 

Trabajar en alianzas para superar dificultades, equilibrar desigualdades, preservar el clima a través del cuidado de los hábitats marino y terrestre, tratamiento adecuado del agua y consumo responsable, investigar formas de energía sostenible , cuidar la salud y el bienestar físico y emocional o aprender a enriquecerse de la diferencia como activo para  la igualdad de género son, entre muchos otros, posibilidades potentes que tiene la escuela en su mano para ser el lugar donde se genere una auténtica transformación de la sociedad y de los futuros ciudadanos del mundo. El mundo necesita más escuela que nunca, una escuela repleta de competencias y aprendizajes significativos donde el aprender a saber vaya de la mano del aprender a hacer , aprender a ser y aprender a convivir.

 

Actualmente existen numerosas corrientes metodológicas innovadoras que pretenden enriquecer la forma en la que se hace llegar el currículum a los alumnos pero la auténtica revolución educativa será aquella que, a través de un paradigma eminentemente humanista se centre en la búsqueda del bien común a través de la potencialización de la propia persona.

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