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El duelo infantil en época de coronavirus

Silvia López Alvarado

Publicado el 26/10/2020 09:10

Cada día que pasa, el planeta en el que vivimos está más destrozado. Pero no solo él, sino también las personas que habitan en el mismo. La pandemia de este 2020 ha dejado a la población desgarrada. Miles de personas han fallecido por el COVID-19. Miles de personas han perdido a sus seres queridos. Y, mientras estás leyendo este artículo, miles de personas están viviendo un duelo. Pero ¿sabes qué es el duelo y cómo se manifiesta en los más pequeños? ¿Crees que existen diferencias en las emociones que presentan niños y adultos en el duelo?

   Antes de responder a esta pregunta me gustaría explicarte por qué hablo de este tema tan dramático. Podría hablaros de las TIC en la educación, tan esenciales ahora para poder continuar con la enseñanza de forma online. También podría hablaros sobre las oposiciones docentes, ya que actualmente soy opositora a maestros de pedagogía terapéutica y estoy al día en ese tema. E incluso, podría hablaros sobre la importancia de la inclusión y el desarrollo de metodologías activas. Evidentemente, son temas de vital importancia en educación, pero creo que hay muchos profesionales expertos en esas materias que podrían explicarlo mejor que yo. Tampoco es que sea una experta en el tema del duelo, pero sí he pasado por ello y sé de primera mano lo que se siente y las emociones que conlleva. Por eso pienso que es imprescindible hablar acerca de la importancia de cómo y por qué trabajar las emociones en la educación infantil, y más en estos tiempos grises que estamos viviendo y que ojalá aclaren pronto.

   Los profesionales de la educación, concretamente los maestros, pasan 6 horas diarias con sus alumnos. Esto hace un total de 30 horas semanales. Y eso sin contar las horas de actividades extraescolares y tutorías. Podría decirse que el maestro es un pilar bastante importante para la vida de los discentes, ¿verdad? Un buen maestro no debería dedicarse únicamente a impartir las áreas instrumentales que aparecen en el currículo oficial, sino que también debería trabajar las emociones con sus alumnos. En mi opinión, es necesario conocer cómo se siente el alumno para darle la mejor respuesta educativa posible. Además, hay distintos grados de tristeza. No es lo mismo estar triste porque no te hayan regalado lo que querías para tu cumpleaños, que estar triste por la muerte de algún familiar cercano.

Si perdieses a tu madre, ¿cómo te sentirías? Imagínalo por un segundo… Duele, ¿no? Duele… Duelo… Dolor… Desde mi experiencia personal puedo afirmarte que es algo desgarrador. Pero, y si le pasara a un niño, ¿cómo crees que se sentiría? Triste… Desconcertado… Abrumado… Solo…. ¿Quién sabe los pensamientos que recorren la mente de ese pequeño? No todos somos iguales, ni mucho menos sentimos de la misma manera una pérdida.

   Como ya he comentado, estamos viviendo tiempos muy difíciles y creo que es fundamental enseñar a que los más pequeños aprendan a expresar sus emociones. Pero antes, debemos saber qué es el duelo. El duelo es la manifestación de distintas emociones ante la pérdida de alguien o algo. Es un término que se define como el conjunto de representaciones mentales y conductas vinculadas con una pérdida afectiva y que tiene como objetivo aceptar la realidad de la pérdida y adaptarse al nuevo entorno. Lo que vulgarmente conocemos como “pasar página”.

Imagen 1: Pasar página no es olvidar

 

Bajo la línea psicoanalítica se describen diversas fases entre las que se encuentran: la fase de shock, de anhelo y búsqueda, de desorganización y desesperanza y, finalmente, la fase de reorganización, en la cual la persona cumple con el objetivo del duelo reincorporándose a la vida. Es decir, se sobreentiende que en esta fase la persona en duelo “ha pasado página”. Pero, no hay que confundir pasar página con olvidar al difunto. Una persona, aunque pase página y siga viviendo su vida, jamás olvidará a su ser querido. Porque eso es, alguien a quien has querido y que nunca dejarás de querer.

   Existe evidencia científica que caracteriza detalladamente el proceso de duelo en adultos, sin embargo, no existen suficientes investigaciones que describan las etapas del duelo infantil.

En adultos se describen sentimientos que varían en intensidad y se destacan, entre los más habituales: tristeza, enfado, rabia, culpa, miedo, ansiedad, soledad, desamparo e impotencia, añoranza y anhelo, cansancio existencial, desesperanza, abatimiento, alivio y liberación, sensación de abandono, amargura y sentimiento de venganza. No obstante, la descripción de las emociones que experimenta la población infantil es escueta debido a que las habilidades comunicativas se encuentran en desarrollo y no logran expresar sus sentimientos eficazmente. La psicopatología descrita asocia trastornos de conducta, fracaso escolar y síntomas depresivos, los cuales dependerán del temperamento, el entorno social y la actitud con la que afronten el proceso los adultos responsables del niño. No podemos hacer como si nada hubiese pasado. Debemos trabajar este proceso de forma continua, ya que se desconocen las diferencias en cuanto a la duración del proceso del duelo infantil en comparación al duelo que se vive en la adultez.

   Por tanto, y teniendo en cuenta la escasa comunicación de los infantes, es evidente la existencia de diferencias en el duelo de niños y adultos. La más evidente es que los síntomas en los niños son mucho más intermitentes, mientras que en los adultos se mantiene cierta consistencia. Además, el síntoma más predominante en los niños es la rabia, mientras que los adultos muestran mayor índice de tristeza.

Por otro lado, la manifestación de las emociones en niños dependerá de la etapa madurativa en la que se encuentren, dependiendo de cómo logren entender el concepto de la muerte y la capacidad de expresar sus emociones.

   Una de las actuaciones que podría llevarse a cabo de forma preventiva en las aulas es trabajar el concepto de la muerte desde las edades más tempranas y educar así la expresión de las emociones. ¿Cómo? Pues como un tema transversal. Trabajar en el proceso de duelo se puede llevar a cabo de forma temprana y en todas las áreas instrumentales. Por ejemplo: en lengua, expresando de forma oral y/o escrita las emociones a través de juegos manipulativos, o en ciencias de la naturaleza como parte del ciclo de la vida. Desde pequeños nos han enseñado que todos los seres vivos nacen, crecen, se reproducen y mueren. Pero ¿recordáis a alguien que os haya explicado las emociones que aparecen tras la muerte de algún ser querido? ¡E incluso de tu mascota! Y ¿qué pasa si enfermamos y dicha enfermedad no tiene cura? Sabemos que nos vamos a morir y es algo natural, pero ¿estamos preparados para ello? No sé tú, pero yo no recuerdo a nadie que me haya preparado para esa parte del ciclo de la vida… Y creo que es algo necesario. Como maestros, debemos desarrollar en el alumno las competencias emocionales que le permitan aumentar su nivel de bienestar personal, para convertirse en personas comprometidas, responsables y cooperadoras.

   Si enseñamos a los más pequeños cómo expresar y gestionar sus emociones, la importancia de pedir ayuda para solventar los problemas, y sobre todo, si tratamos el concepto de la muerte como algo natural y no como un tema tabú, estaremos ayudándoles de forma temprana en el proceso de duelo que, tarde o temprano, vivirán como parte natural de su ciclo de vida.

Ahora es el coronavirus, pero mañana será algo diferente. Comencemos ya.

 

Imagen 2. Si echamos el anlca a nuestras emociones, nuestra alma no podrá volar

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