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Por un mundo sin prisas

Laura Mª Gallego

Publicado el 06/04/2021 09:04

Llevo unos días observando a mis hijos.Tengo un niño de 9 años y una niña casi de 3. Ambos han tardado en controlar los esfínteres respecto a lo que se supone que es la edad normal (sobre los 2 años). Cada día estoy más convencida de que hacemos partícipes a los pequeños de las prisas y el estrés de los mayores.

 Desde que nacen tienen que ir superando pequeños grandes logros, y todo va bien si no tardan demasiado tiempo en realizar un aprendizaje, ya que sino, llega el estrés social y la preocupación de si es lo considerado correcto para su edad. Pero todo se hace sin ver, sin escuchar, sin observar y, en definitiva sin tener en cuenta a los protagonistas del proceso que son nuestros pequeños/as. En general, los adultos tendemos a centrarnos en la crítica y el juicio hacia su propio proceso de desarrollo. Bajo mi punto de vista tenemos que aprender a respetar a nuestros niños, observarles y acompañarles, siendo su gran apoyo y guía para que consigan sus logros. Es preciso una observación más detallada para conseguir una buena interpretación de lo que necesitan y nos intentan transmitir, llegando al trasfondo del problema y no quedándonos en la superficie de éste. Puesto que lo único que conseguimos con ello es llenarles de frustraciones y fracasos por culpa de las prisas. Continuamente nos quejamos de que los niños de hoy en día crecen muy deprisa y, no nos damos cuenta, que somos nosotros los que los aceleramos.

 En relación a la comida, creemos que tienen que comer entero y cantidades industriales sin escucharles cuando no quieren más. Ellos son quienes mejor saben que su cuerpo está lleno y no se cansan de decírnoslo, pero insistimos e insisitimos sin tener en cuenta los problemas que podemos causar por no respetar su saciedad. Esta situación en el futuro puede dar problemas de obesidad o ansiedad por la comida ya que no saben parar a tiempo. Las prisas por comer rápido y frases como: ``venga, come, traga, vamos...´´convierten la comida en un momento de estrés`` en vez de calma y tranquilidad. Es nuestra responsabilidad inculcarles unos hábitos correctos de alimentación, sin centrarnos exclusivamente en una dieta equilibrada.

 Llega el momento de quitar el pañal y, ¡ojo!, porque aquí es cuando tienes que escuchar que tu hijo no lo hace por que no le da la gana o porque te toma el pelo. Mis hijos hasta casi los 3 años no han controlado los esfínteres, pues intenté ponerles en el orinal a la edad que se considera ``correcta´´ y no hubo manera. así que les dejé hasta que ellos se sintieron preparados sin generar ningún tipo de trauma hacia este momento, ni para ellos ni para mí, evitando hincharme a poner lavadoras. En la guarde sí que hacían pis pero en casa era otra historia, convirtiéndose en una pesadilla para todos. Hablé con sus educadoras y les dije que yo en casa no les iba a sentar hasta que ellos no quisieran y, he de confesar que a veces me resultó dificil, porque sentía esa ``angustia adulta´´de compararles con los demás, añadido a la presión social de que en septiembre empezaban el cole y ya no se puede llevar pañal. Pero ¡cual fue mi sorpresa!, al comprobar que los dos actuaron de la misma manera y, un día sin decirles nada fueron a su orinal ( que lo tenían al alcance) e hicieron pis. Y hasta hoy, puesto que una vez que empezaron, les quité el pañal y fue muy fácil para todos . Aquí también he podido comprobar las prisas, tanto como por parte de los padres como por nosotras, las educadoras; incluso en alguna ocasión con comentarios despectivos del adulto hacia el menor. Todo ello me ha llevado a reflexionar sobre este tema. Empecé a pensar en esas aulas de las escuelas infantiles en las que en enero se decide que hay que quitar el pañal a todos los niños/as sin respetar el ritmo individual de cada uno. Estoy de acuerdo en que hay más facilidad y tienen mayor predisposición a sentarse al verse unos a otros, pero hay niños que ni siquiera así quieren y no se les respeta. Tampoco entiendo que niños con 2 años tengan que controlar si o si los esfinteres porque es una norma, obviando su ritmo madurativo. Hace poco me ha tocado vivir este proceso, y por eso hago más hincapié en él. pero es extensible a todos los ámbitos de nuestra vida: se da por hecho que todos tienen que saber leer y escribir antes de ir a primaria, caminar al cumplir el año, dormir del tirón toda la noche desde que tienen meses ... es decir, a saberlo todo y a ser el mejor. Y así podría seguir, pero me horroriza pensar en el nivel de exigencia al que están expuestos desde su nacimiento.

 Volvamos a dejar que los niños sean niños, aprendamos a escucharles y a respetar sus ``no´´, no exijamos lo que todavía no están preparardos para conseguir, observémosles y pidamos a cada uno lo que puede dar, dejémosles jugar proporcionándoles diversas experiencias... en definitiva, dejémosles hacer porque es la única manera en la que van a aprender y a adquirir una buena base que les va a servir para el día de mañana, y no a ser el saco de conocimientos que ni siquiera entienden y que nunca podrán poner en práctica.Dejemos que se muevan y se expresen con libertad, y lidiemos nosotros con el ruido que provocan y que tanto nos irrita. Es curioso como un clase en silencio es una clase que nos enternece, mientras que una clase en movimiento la consideramos un caos. Cuando es por todos sabido que esta edad es puro movimiento, lo cual es lo que les proporciona la destreza de aprender a utilizar y dominar su cuerpo. En conclusión, para desarrollarse como personas.

 Y como ya decía Nelson Mandela ``La educación es el arma más poderosa para cambiar el mundo´´, así que empecemos por nuestros pequeños para lograr un futuro y un mundo lleno de calma, consciencia y disfrute.

 

 

 

 

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