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Me muevo para conectar

Gema Maria Sánchez Luján

Publicado el 27/03/2022 00:03

conectar

Resumen:

En esta etapa el infante toma conciencia de sí mismo y del mundo que le rodea y el instrumento fundamental con el que cuenta para relacionarse es su propio cuerpo, el niño se comunica con el mundo antes de la aparición del lenguaje oral y lo hace con el lenguaje del cuerpo. De modo que el cuerpo y el movimiento le serán fuente de conocimiento y comunicación. Nuestra idea principal es utilizar el movimiento con un fin educativo proporcionando al niño momentos planificados para satisfacer sus necesidades atendiendo a sus deseos, sentimientos y emociones, para lograrlo proponemos las cuñas motrices y los descansos en activo.

 

Conocer el desarrollo es de vital importancia para la labor docente ya que desde la escuela debemos ser capaces de dar respuesta ajustada a las necesidades del alumnado, que cambian a medida que evolucionan física y mentalmente. Aunque los patrones de desarrollo son similares o parecidos en todos los individuos ya que obedecen a unas leyes determinadas, cada sujeto tiene unas características peculiares y un ritmo de desarrollo propio a consecuencia de las múltiples combinaciones de factores de tipo ambiental y hereditario que influye en el desarrollo.

En esta etapa se persigue una propuesta integral orientada al desarrollo global del niño en torno a factores perceptivo-motrices, físico-motores, afectivo-relacionales según Gill Contreras, Gomez Villora y Gómez Barreto (2008).  Siguiendo la Ley Organica 2/2006 de 3 de mayo de Educación modificada por la Ley Orgánica 3/2020 de 29 de diciembre de Educación (LOMLOE) la Educación infantil tiene como finalidad contribuir al pleno desarrollo integral del niño, esta tarea no puede abordarse obviando el desarrollo motor, este es considerado por autores como, Walon, Le Boulch, Vayer y Lapierre Aucouturier, el pilar fundamental del desarrollo psicoevolutivo del niño en la etapa de educación infantil y debe ser incluido en ella de forma primordial.

Para tal efecto consideramos que el docente que pretenda mantenerse en un contexto de actualización científica conceda a esta actividad un lugar relevante en la planificación educativa y en su práctica diaria.

En la etapa de 0 a 6 años el desarrollo corporal y motor constituyen factores decisivos en el desarrollo general, al encontrarse íntimamente vinculados con el desarrollo psicoevolutivo, a medida que el niño va adquiriendo el nivel de maduración neuromuscular que le permite ejecutar movimientos, que le van dotando de agilidad y dominio, con los que va adquiriendo conciencia del cuerpo y del entorno.

La educación física es una disciplina educativa, reeducativa y terapéutica, concebida como un diálogo que considera al ser humano como una unidad psicosomática que actúa sobre su totalidad por medio del cuerpo y el movimiento, en el ámbito de una relación de calidad y descentralizada mediante métodos activos de mediación principalmente corporal con el fin de contribuir a su desarrollo integral.

En este sentido es interesante mencionar a María Ángeles Cremades Carceller precursora del metodo Aucouturier defiende la maduración psicológica del niño a través de la vía motriz dice que el cuerpo es la vía de expresión más completa de los 0 a los 6 años y debe favorecerse un ambiente emocional, físico y social, positivo y adecuado para su máximo desarrollo. Menciona que lo corporal, lo motor y cognitivo son unidades fragmentadas que deben unirse en cohesión para la construcción del yo, la maduración psicológica del niño surge a través del juego. Ningún niño puede tener buenos apoyos si no ha tenido apoyo en el cuerpo, del placer de hacer al placer de pensar”, en palabras del señor Aucouturier. El niño evoluciona físicamente gracias a la maduración del eje tono, mirada, ritmo, equilibrio y lateralidad.

Sobre las bases de las ideas expuestas, es necesario que como docentes planifiquemos nuestra intervención educativa atendiendo a las necesidades motrices de nuestro alumnado.

Al mismo tiempo habrá que tener presente el pensamiento característico de este periodo. El pensamiento del infante es sincrético, ya que percibe de forma interrelacionada y globalizada la realidad, por lo que nuestras intervenciones educativas tienen que cumplir los principios de globalización e interdisciplinariedad como recuerdan Molina Soria y Lopez Pastor (2022). Vaca Escribano nos confirma la validez de estas consideraciones, pues en la mayor parte de sus propuestas las oportunidades de motricidad infantil en las aulas contribuyen explícitamente a la interdisciplinariedad de los aprendizajes.

Atendiendo a estas consideraciones, hemos seleccionamos dos intervenciones educativas pertinentes en la actualidad, ya que diversos estudios han demostrado sus beneficios en la capacidad de autorregulación comportamental y socio-emocional, favoreciendo la practica de actividad fisica en la vida diaria del aula y logrando “objetivos como son: potenciar el desarrollo cognitivo, funciones ejecutivas, el desarrollo socio-emocional, rendimiento académico, disminución del sedentarismo, reducción del peso corporal, mayores niveles de entretenimiento y diversión en el aula” (López-Benavente et al., 2019).

Cabría preguntarse ¿Existe algún momento en el que nos demos una pausa? En educación Infantil los momentos de pausa suelen ser cuando hacemos “juego libre”, esta actividad autónoma en la que el niño y la niña juega de forma libre y espontanea es de vital importancia. No obstante animamos a reservar pausas planificadas en las jornadas escolares, para llevar a cabo algún tipo de actividad física de intensidad media-alta, que dure entre 5-15 minutos, de modo que empiece a formar parte de las rutinas del aula. Esto se denomina descanso en activo. Sin embargo, la inclusión de los descansos activos en las primeras etapas educativas es escasa como indica López-Benavente et al., (2019).

Estas razones justifican que como docentes reservemos breves momentos en la vida diaria del aula para hacer alguna actividad física dirigida, procurando que tenga relación con las unidades de programación que se estén dando (bien sean proyectos, unidades, talleres...).

En el mismo sentido Vaca Escribano detectó que en las aulas había unos comportamientos corporales diferentes (cuerpo silenciado; suelto; implicado, global y participante; instrumentado; expuesto; objeto de atención; objeto de tratamiento educativo) y para equilibrarlos propuso unas prácticas corporales que se llaman cuñas motrices.

Por esto es importante señalar las ultimas experiencias de Santamaria (2019) quien utiliza en la etapa de Educación Infantil estas cuñas motrices teniendo un éxito abrumador. Su secreto consiste en ejercitar la escucha, pues es el maestro quien introducirá estas actividades observando el estado del alumnado (si les cuesta prestar atención, si están muy activos, si encuentra indicios de estrés…) atendiendo a sus pulsiones y deseos. Procurando desarrollar todos los dominios físico, mental, emocional y espiritual. Por lo que la maestra prefiere utilizar actividades físicas de intensidad media-baja, como yoga, meditación, relajación, respiraciones conscientes, visualizaciones y canto de mantras, masajes y el poder del tacto, trabajo con la energía y el contacto con la naturaleza (plantas, cristales, aromas)... Igualmente dentro de esta flexibilidad, basándose en sus experiencias vividas y los beneficios detectados, observa que van surgiendo momentos concretos en los que cree necesario habilitar esta rutina motriz, esto es por lo que ella propone “La cuña de bienvenida” y la de “Antes de una evaluación”. En efecto serán actividades de menor intensidad física y las podemos realizar dentro del aula. Las conclusiones derivadas de sus investigaciones establecen que se logran estos objetivos: mejora el clima del aula, la atención, la estimulación de las inteligencias múltiples y la compensación de la quietud.  En palabras de Santamaria (2019): “para lograrlo empleamos herramientas que nos ayudan a enfocar la atención, a estar en el presente, a respirar conscientemente, a tocar y ser tocados, a sanar nuestras dolencias, a movilizar las distintas cadenas musculares, a saber estar en un silencio interior”.

Otro tipo de actividades y juegos específicos para este tipo de momentos son las que nos propone Cebrián, en su libro Como trabajar la motricidad en el aula, se trata de propuestas sencillas que no requieren de material muy específico o grandes espacios. En concreto nos interesa el apartado de cuñas motrices para la etapa de Educación infantil, donde encontraremos juegos de discriminación visual, conocimiento corporal, equilibrio, lateralidad, estructuración temporal, organización espacial, expresión corporal, respiración, relajación, sensación y percepción, habilidades físicas básicas… Incluso propone cuñas para el desarrollo de la grafomotricidad, pensamiento lógico-matemático, lenguaje verbal, lenguas extranjeras, música, plástica, conocimiento del medio. Ayudando al docente a introducir el movimiento en su práctica diaria.

“La idea de partida, es que las cuñas motrices, son una serie de técnicas trabajadas de forma consciente, corpórea y vivencialmente, que realizaremos para facilitar al alumnado la transición de unos momentos a otros en la jornada escolar, favoreciendo con ello mejores niveles de atención y escucha. […] también nos van a otorgar espacios de sosiego, de concienciación y compensación corporal, de autoconocimiento, de contacto con el otro, de emociones expresadas, de aprendizajes transferidos, de duelos sanados, de nuevas relaciones forjadas” (Santamaria Balbas, 2019).

Dentro de este marco las cuñas motrices nos permiten elaborar un marco didáctico motriz, pero también posibilitan un marco de creación de sosiego, escucha, respeto, calma y entendimiento que posibilita la construcción de capacidades, que permitan al niño y a la niña ser competente en su vida pudiendo relacionarse con el entorno que le rodea de forma autónoma y segura, creando hábitos saludables. Por tanto, como dice Santamaria (2019) “Es por lo tanto, un proyecto en el PRESENTE para el FUTURO”.

Las cuñas motrices permiten responder a las diferentes realidades que experimentan los niños y niñas de la etapa de educación infantil, ya que en su día a día se enfrentan a cantidad de estímulos perturbadores como altos niveles de actividad o exigencia o incluso trágicas situaciones familiares, que les provocan ansiedad y tensión. Estas permitirán liberar al cuerpo, la mente y las emociones, permitiendo valorar cada vez más los momentos de silencio.  “A través de la toma de conciencia de la corporeidad, podemos ir modificando la mente, refrenando los pensamientos y conquistando estados de conciencia y sosiego más profundos” Santamaria (2019).

Sobre el asunto se encuentran resultados de otras experiencias similares donde podemos resaltar las de Lopez Benavente y sus colegas:

“Los niños han estado muy atentos a la actividad, y más atención prestaban cuando tocaba leer otra poesía para ver qué movimientos tenían que hacer con el cuerpo”; “Referente a la disciplina del alumnado el Ga en relación al Gc no había que llamarles tanto la atención, ya que escuchaban atentamente las consignas y dejaban hablar, levantando la mano para tomar el turno”; “Todos los niños han participado activamente”; (López-Benavente et al., 2019).

Al comparar estas evidencias observamos que las propuestas curriculares basadas en la actividad física durante la jornada escolar, formando parte de las rutinas y hábitos del aula, tienen una función reguladora en los procesos de enseñanza y aprendizaje del alumnado, favoreciendo la motivación, disciplina, participación y aprendizaje.

En definitiva y siguiendo a Santamaría (2019) gracias a las cuñas motrices: el alumnado colabora activamente en la mejora del ambiente de clase (interacción); se compensa la quietud, el cansancio, la tensión o la falta de atención; se estimula diferentes inteligencias; se construyen aprendizajes; se desarrollan capacidades y hacen crecer las competencias clave; se construyen aprendizajes que mejoran la vida del aula y tienen uso fuera; se contribuye a enriquecer el currículo y favorecen la inclusión de metodologías activas; se enriquecen las relaciones familia-escuela. Por lo que todo ello reclama un nuevo rol del maestro y un desarrollo profesional determinado.

Como se puede inferir, estas intervenciones están en continuo cambio y son objeto de investigaciones actuales que continuamente demuestran los beneficios que tienen este tipo de prácticas, por lo que es importante que como docentes mantengamos una formación continua y permanente, actualizándonos en la medida de lo posible sobre esta perspectiva, ya que cada vez más se van ampliando nuestros campos de visión, lo que nos permitirá aplicarlos en diferentes ámbitos y dominios para lograr un pleno desarrollo integral de nuestro alumnado.

 

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