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El Efecto Pigmalión: Una profecía auto-cumplida.

BEATRIZ MARTÍN GARCÍA

Publicado el 04/06/2015 13:06

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La confianza que los demás tengan sobre nosotros puede darnos alas para alcanzar los objetivos más difíciles. Ésta es la base del efecto Pigmalión, que la psicología encuadra como un principio de actuación a partir de las expectativas ajenas. Las profecías tienden a realizarse cuando existe un fuerte deseo que las impulsa. Aunque por el contrario, unas bajas expectativas pueden cortar las alas, limitando el desarrollo de cualquier ámbito personal humano, tanto en menores como en adultos.

El efecto Pigmalión es un suceso que describe como la creencia que tiene una persona sobre otra puede influir en el rendimiento de esta última. Esto quiere decir que existe una relación directa entre las expectativas que hay sobre un sujeto y el rendimiento que se obtiene de este.

El origen de este fenómeno, proviene de Pigmalión rey de Chipre, que además de ser sacerdote y rey, era también un magnífico escultor. Durante mucho tiempo, Pigmalión había buscado una esposa, cuya belleza correspondiera con su idea de la mujer perfecta. Al fin decidió que no se casaría, y dedicaría todo su tiempo y el amor que sentía dentro de sí a la creación de la más hermosa de las estatuas. Era tal la fuerza del sentimiento y de la inspiración cuando trabajaba el mármol, que su mano parecía guiada por un poder mágico. La primera estatua fue la de una joven, a la que llamó Galatea, tan perfecta y tan hermosa, que Pigmalión se enamoró de ella perdidamente. Soñó que la estatua cobraba vida.

         Ovidio poetizó así el mito en el libro X de las Metamorfosis: «Pigmalión se dirigió a la estatua y, al tocarla, le pareció que estaba caliente, que el marfil se ablandaba y que, deponiendo su dureza, cedía a los dedos suavemente, como la cera del monte Himeto se ablanda a los rayos del sol y se deja manejar con los dedos, tomando varias figuras y haciéndose más dócil y blanda con el manejo. Al verlo, Pigmalión se llena de un gran gozo mezclado de temor, creyendo que se engañaba. Volvió a tocar la estatua otra vez, y se cercioró de que era un cuerpo flexible y que las venas daban sus pulsaciones al explorarlas con los dedos

Tan fuertemente y con tan alta expectativa creó Pigmalión a Galatea, que la bella escultura terminó convirtiéndose en realidad debido al convencimiento que el autor tenía de ello, lo cual describe como una creencia puede llevarse a la realidad por el mero hecho del convencimiento de ello y la implosión de lo que se espera.

El efecto Pigmalión se puede dar en tres ámbitos: social, laboral y educativo. Rosenthal y Jacobson (1968), fueron quienes estudiaron este efecto en el ámbito educativo, cuando ya en los años sesenta realizaban un pequeño experimento en una escuela californiana, el cual consistía en dar información falsa a los profesores acerca de la capacidad intelectual de algunos de sus alumnos.

A los profesores se les dijo que se había realizado un test de inteligencia de sus alumnos, y que se había comprobado que una serie de ellos tenían un gran coeficiente intelectual. En realidad, los alumnos habían sido escogidos al azar, sin relación alguna con el resultado del test. El estudio, que tomaba a los profesores como objeto del experimento, estaba designado para comprobar si aquellos alumnos respecto a los que los profesores tenían mayores expectativas terminarían mostrando un mayor crecimiento intelectual que el resto de los alumnos del grupo cuando se les evaluase posteriormente.

Al final del experimento, algunos de los estudiantes de los que se tenía la expectativa que eran más capacitados, mostraron unos resultados en los test de inteligencia superiores a los que se hubiese esperado de ellos sin la intervención realizada, y las notas obtenidas en los test fueron superiores a los de otros estudiantes de capacidades similares. Estos resultados llevaron a los investigadores a concluir que las expectativas infladas que los profesores tenían sobre determinados estudiantes, y muy probablemente el comportamiento que tuvieron con ellos posteriormente para acompañar estas expectativas, fueron la causa de que los estudiantes experimentaran un crecimiento intelectual acelerado y en el resto no.

El efecto Pigmalión como estrategia educativa, puede presentar multitud de beneficios para el alumnado, siempre y cuando estás expectativas se amolden a las peculiaridades de cada alumno, es decir, siempre siendo coherente con las capacidades que cada sujeto presente y cómo se le puede sacar partido a éstas, no creando frustración por unas altas expectativas que se presentan como inalcanzables para unos y como insuficientes para otros.definitivo

        Para Carlos Arroyo, una revisión moderna del experimento de Rosenthal y Jacobson permitiría “su utilización como estrategia educativa, siempre que no sea un puro voluntarismo paternalista. Para que el efecto Pigmalión surta efecto, la confianza y las expectativas deben ser creíbles, no propias de Alicia en el País de las Maravillas”.

Un uso correcto de esta estrategia puede conllevar el incremento de la motivación del alumno y un rendimiento superior, retroalimentando así ambos procesos, hasta alcanzar el éxito educativo; pero un uso erróneo de éste, puede conllevar al etiquetaje y diferenciación de unos alumnos sobre otros, e incluso la frustración de algunos sujetos por no lograr lo que se espera de ellos y sentir que decepciona a sus reforzadores sociales.

 

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