En pleno siglo XXI tenemos acceso casi mundial a innumerables cosas: acceso a internet, móviles inteligentes, transporte, etc. En la mayoría de las ocasiones nos centramos más en que todo el mundo tenga acceso a los avances de la sociedad y nos olvidamos en cosas que son necesidades básicas para todos, como por ejemplo el agua o métodos anticonceptivos para prevenir enfermedades y muertes prematuras.

El Fondo de Naciones Unidas para la Población y Desarrollo ha sacado a la luz un informe  el que se indica que unas 220 millones de mujeres de todo el mundo no pueden acceder a métodos anticonceptivos modernos, la mayoría de ellas en países en vías de desarrollo.

Estas cifras se han visto claramente reducidas en los últimos veinte años, pero sigue suponiendo un grave problema sobre todo en los países en vías de desarrollo. El director de Unfpa ha afirmado que “los países deben implantar políticas para mejorar el acceso a los servicios de salud reproductiva, incluida la planificación familiar. No se pueden sacrificar los derechos sexuales y reproductivos por razones de oportunidad económica o política”.

Los datos hablan por sí solos. En España, alrededor del 68% de las mujeres españolas, o sus parejas, utilizan anticonceptivos. En Suecia esta cifra aumenta hasta el 75%, pero en Sierra Leona esta cifra tan solo llega al 8%.

Babatunde Osetimehin, director de Unfpa, ha afirmado que “Los países deben implantar políticas para mejorar el acceso a los servicios de salud reproductiva, incluida la planificación familiar. No se pueden sacrificar los derechos sexuales y reproductivos por razones de oportunidad económica o política”.

En el momento en el que se asaltan estos derechos tan básicos, nos saltamos los derechos de las mujeres. Cada vez son más las mujeres que mueren por enfermedades por transmisión sexual o en el parto por falta de seguridad en el mismo.

Los centros educativos deben ser los encargados de ofrecer al alumnado, técnicas de concienciación sobre el uso de métodos anticonceptivos para evitar embarazos no deseados y por supuesto, enfermedades de transmisión sexual. Y es deber de los gobiernos, poner todos los medios posibles y facilitarlos a los más jóvenes para que hagan un uso responsable de los mismos.