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Los niños deben jugar y no preocuparse por luchar

Maria Pilar Garrido

Publicado el 04/09/2015 12:09

Durante los últimos diez años, se calcula que más de un millón de niños han fallecido en diversos conflictos armados. Estos últimos días, una fotografía ha conmovido a todo el mundo. Se trata de una imagen en la que podemos ver a Aylan, un pequeño Sirio de tres años, que tras huir junto con su familia de su país encontró la muerte en una playa del mar Egeo.

Esta imagen, junto con el video de un joven de doce años pidiendo ayuda a los gobiernos del primer mundo para acabar con dicha guerra, ha hecho reflexionar a medio planeta sobre la situación que se está viviendo en Oriente Medio y en el Norte de África y en el cual, los principales perjudicados son los niños.

Los niños deben jugar y esa debería ser su única preocupación, pero son el principal foco de atención para cualquier ataque, ya que aún son demasiado pequeños para entender qué está ocurriendo a su alrededor y además, no tienen forma de defenderse ante el peligro, por lo tanto son los más vulnerables ante los ataques y se convierten en un objetivo asequible para las fuerzas armadas.

Los niños que aún siguen en sus países no van a la escuela por el miedo a qué les puede ocurrir en el trayecto de sus casas a los colegios o qué les puede ocurrir allí mismo, ya que las escuelas se han convertido en un blanco fácil para ataques terroristas, siendo más de 13 millones de niños los que no pueden ir a la escuela, según un informe publicado recientemente por UNICEF.

Pero el principal problema somos nosotros mismos. La mayoría de las personas que lean estos datos, al igual que los que vean la imagen de Aylan en la playa, se sentirán estremecidos durante unos segundos o pensarán la gran suerte que han tenido al nacer en un país desarrollado, pero al momento lo borrarán de su memoria y continuarán con su vida normal con indiferencia de lo que ocurre en aquellos países, y ese es el problema de la actual sociedad, que no sabemos mirar más allá de nuestro propio ombligo. Si esto ocurre con mucha gente de a pie, no me quiero ni imaginar lo que pasará por la cabeza de nuestros gobernantes cuya mayor preocupación son las próximas elecciones generales que se celebrarán este año.

Esto no es un problema aislado o que sólo sea competencia de otros países, estamos hablando de la vida y de la dignidad de millones de niños que simplemente han tenido la mala suerte de nacer en el país equivocado en el momento equivocado.

Los niños no deberían tener preocupación mayor que la de aprender en la escuela o la de jugar en la calle hasta que el sol se escondiera. Sólo deberían llorar cuando se cayeran intentando marcar un gol en una portería improvisada con sus amigos del barrio. Tan sólo deberían ser niños y esas cifras, deberían sólo ser la historia de una terrible pesadilla en todas nuestras vidas…

¿En qué momento hemos perdido el juicio y hemos pagado con millones de vidas inocentes que aún no les ha dado tiempo de aprender lo que es la vida conflictos religiosos o políticos? Los niños deben jugar, deben  crecer, deben vivir; aprendamos de ellos los pequeños placeres de la vida y que diariamente olvidamos ahogándonos en la pena de que tengo que arreglar el coche o de que no tengo el dinero suficiente para comprarme el último móvil que ha salido en el mercado.

Aprendamos a dejar que los niños disfruten de los que son, niños, y luchemos por sus derechos básicos entre los que están la educación. Luchemos, personas de a pie y gobernantes internacionales, por prevenir el abuso y la explotación de los niños refugiados y emigrantes.

Porque Aylan era el hijo de todos así como todos los niños que están sufriendo algún tipo de explotación o sufrimiento a causa de un conflicto bélico lo son. Porque los niños deben jugar, no luchar.

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