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EL USO DE MATERIALES DIDÁCTICOS ADECUADOS PERMITE LA AUTORREALIZACIÓN DE LAS POTENCIALIDADES DEL/A NIÑO/A

Ana María Luque Martín

Publicado el 15/06/2017 22:06

Montessori forma parte de la denominada “escuela nueva”, movimiento del siglo XIX-XX que supuso unas ideas innovadoras respecto a la escuela tradicional. Fue influenciada por autores como Rousseau, Pestalozzi, Herbart, Fröbel, Itard o Séguin. (Pla Molins et al., 2002, p.p.71-72).

Montessori pretende, a través de su método y sus materiales, cambiar el modelo de humanización, para ello cree que es esencial cambiar la pedagogía educativa aplicada a los/as niños/as, que han de conformar la futura sociedad. Ésta es la razón que la mueve en su intento de internacionalizar su método: dando los primeros pasos aplicándolo a la Casa dei Bambini en San Lorenzo, Italia y, posteriormente, expandiéndolo a Barcelona, E.E.U.U., Holanda e India.

Montessori cree en una pedagogía fundamentada en la observación y en la utilización de materiales didácticos que permiten al educando experimentar y adquirir conocimientos en base a elementos concretos mediante la manipulación de los mismos, esto es esencial para que puedan desarrollar las capacidades sensoriales, cognitivas y emocionales. De este modo, se consigue que la pedagogía empleada sea mucho más significativa y motivadora para que los/as niños/as satisfagan su curiosidad y, al mismo tiempo, desarrollen sus espontáneas potencialidades.

Así, el/la niño/a pasa de ser considerado un mero recipiente o un sujeto inferior (concepto característico de la pedagogía no montessoriana) a ser visto como un sujeto lleno de potencialidades que necesita autorrealizarse. Esto ha de lograrse mediante el uso de materiales específicos, adecuados y progresivos, repartidos intencionadamente en diversas áreas que permiten satisfacer la necesidad de exploración, experimentación y descubrimiento que el sujeto presenta. De este modo, creando una gradación de menor a mayor dificultad en los ejercicios, sus movimientos son dirigidos hacia un fin concreto.

“Montessori desarrolla una propuesta para el aprendizaje en la que considera esenciales la práctica, la imitación, la repetición y la ordenación y clasificación” (Molins et al., 2001, p. 83), esto lo consigue, en parte, gracias a la construcción de sus materiales didácticos (utilizaba, mayormente, madera ya que duraba más en el tiempo y su textura facilitaba y fomentaba la experiencia sensorial de los/as niños/as). Cada uno de estos materiales didácticos se centra en desarrollar una habilidad física específica a través de la autocorrección, es decir, el/la maestro/a, como guía, no interviene directamente en el proceso educativo, ni dirige ni corrige, sino que favorece la autoeducación mediante dichos materiales que realizan esta acción a través de la práctica, la imitación y la repetición. Sólo hay un ejemplar de cada uno de los materiales, consiguiendo así desarrollar en el/la niño/a conceptos fundamentales como el respeto, el cuidado, la paciencia o el incremento del umbral de la frustración. Los materiales y el entorno acordes a las etapas evolutivas junto a la supervisión del guía hacen posible el óptimo desarrollo del sistema cognitivo, emotivo y fisiológico de los/as pequeños/as. Cada niño/a tiene libre elección a la hora de la utilización de los materiales, esta libertad es clave para la construcción de la personalidad.

Este principio de libertad libera a los/as niños/as de las imposiciones, restricciones y esclavitud que se venían aplicando en la educación y permitirá la autoeducación y la autorrealización dentro de un orden y una estructura lógica, establecida mediante el uso de los mencionados materiales, el mobiliario y el ambiente, donde el guía, nexo entre el/la niño/a y el entorno adaptado a éste/a, muestra cómo usar los materiales antes de dejarlos a su libre disposición. Esta libertad no era desestructurada como se le ha criticado desde la falsa creencia de una pedagogía de libre albedrío, sino que, a través del orden y la estructura, conseguía dotar al método de pautas y normas de convivencias que los/as niños/as trabajaban de manera inconsciente.

La clasificación y la gradación de los materiales en un entorno que permite el libre movimiento y la utilización del espacio estimula el desarrollo de los sentidos gracias a la manipulación de los mismos y transmite a los/as niños/as la idea de un orden,  no ya sólo en el mundo físico, sino también en el mundo afectivo y emocional. Hay que estimular los sentidos pero sin caer en la sobre-estimulación que llevaría a desviar y despistar la atención e impediría dirigir la concentración a un material concreto.

Esta estimulación tiene como fin el placer de alcanzar un objetivo por el gusto de alcanzarlo, sin la necesidad de aprobación del guía u otras razones, ya que lo importante es el proceso que los/as niños/as han seguido y no la meta; las personas aprenden mejor cuando están interesadas en lo que están aprendiendo, por ello hay que utilizar su interés como motivador.

Por tanto, se trata de un aprendizaje no competitivo sino basado en la autosatisfacción de los/as niños/as; no cree en los castigos ni en los refuerzos, cree en la  autogestión, puesto que los castigos y los refuerzos no modifican la conducta, sólo la incrementan o la decrementan. Se pretende, de esta forma, implementar en los/as niños/as una motivación intrínseca, que favorece un mayor bienestar psicológico y una satisfacción por los logros alcanzados, ya que la motivación extrínseca sólo ayuda a aprender a corto plazo.

La idea fundamental de todo el trabajo y del método educativo de Montessori es la firme convicción de que es posible, mediante la educación de los/as niños/as, renovar el mundo formando una sociedad más humanizada, donde la paz y las relaciones sociales justas estén presentes en todas las acciones. Esto se conseguiría mediante su método y, por consiguiente, la utilización de sus materiales, los cuales fomentan aspectos como: el desarrollo de la igualdad de género (mismos cargos para niños y niñas), adquisición de roles reales que les servirán en la vida real, asimilación de la gradación social, el desarrollo de la paz eliminando la violencia…, siempre considerando a los/as niños/as como el eje principal de la escuela, girando ésta en torno a ellos/as.

Es por ello, que el futuro del mundo en general, y de nuestra sociedad en particular dependerá de la educación que impartamos sobre el alumnado actual y, todo docente, para realizar esto de la mejor manera debe tener una formación continua sobre la pedagogía innovadora, incluyendo esto a la escuela nueva.

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