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El poder de la palabra y de la poesía en la conciencia ambiental

Barbara Saulesleja

Publicado el 26/04/2018 15:04

Los guaraníes, miembros de un pueblo originario de América, enseñan que la palabra existió antes que el humano.

Los visitantes del Museo de San Ignacio Miní, en Misiones (Argentina), pueden leer:

“Cuando no existía la tierra,

En medio de la oscuridad antigua,

Cuando nada se conocía, hizo que se abriera como

La flor, la palabra fundamental”

esto hizo Ñamendú.

La importancia de la palabra está presente en los relatos tradicionales de todo el mundo.

Al decir en su tesis Grian A. Cutanda (Tesis Relatos Tradicionales y Carta de la Tierra, Universidad de Granada) para una educación en la visión del mundo sistémico-compleja en los relatos tradicionales de todos los tiempos. Y esto es porque en la palabra tenemos un tesoro para la educación ambiental.

De una visión lineal como la que hoy muchas veces se piensa a una visión de red. Tu y yo estamos conectados. El árbol solo no hace al bosque ni a la selva. El tapir y el yaguareté son una hebra de un tejido…

Y las culturas son también hebras, por eso el patrimonio resulta tan potente para hablar de identidad. El ambiente natural y cultural se entrelazan continuamente.

Una sociedad sin palabra

Hoy estamos ante un desafío. El poder de la palabra en manos de medios hegemónicos de comunicación, construyen políticas vacías de humanidad. Tu y yo somos “cosas”, "números", un costo para vaya saber quién. Si tu y yo somos “objetos”, ¿cómo no va a ser visto el ambiente natural como algo similar?

Una sociedad que se empobrece en técnica y números, que no se alimenta de arte, de educación liberadora, es una sociedad esclava, sometida.

Por eso muchos le temen al poder de la palabra, porque es el poder de las ideas.

Hoy necesitamos más que nunca a la palabra y a la poesía

Poesía es “poesis” es construcción. Necesitamos crear, gestionar nuestros días, en el hogar, en el barrio, en el país y en el mundo con mayor sensibilidad hacia la vida.

No somos islas, somos parte de una red de vida y necesitamos que el poder de la palabra sea bien usado.

Los medios de “comunicación” reinantes no están volviendo ciegos a la vida. Por eso necesitamos de la poesía, de la palabra, de la acción con sensibilidad, que no es flojera.

Volvamos a Ser

Técnicas actuales como el Mindfulness (atención plena) nos hablan del poder del “ahora”.

Los budistas enseñan esto desde hace milenios y lo enmarcan en el poder de la conciencia. Y enseñan el poder de la correcta atención (el “mindfullness”) y de la palabra (correcta palabra).

Tanto los guaraníes de América como los budistas se abrazan a la palabra.

Si hablamos de que hace falta “conciencia ambiental”, ¿que esperamos para recurrir a la poesía? La palabra que construye.

“Somos constructores de nuestro propio destino” decía el poeta Amado Nervo. Creemos un mundo más justo para todos. No caigamos en la fórmula estéril de los que no ven al otro y solo piensan en su propio beneficio egoísta ¡Triste la vida del egoísta que no encuentra la belleza!

Ser consientes no implica estar simplemente informados, información carga una computadora, un celular.

Necesitamos construir una cultura ambiental donde el poder de la conciencia, de la palabra y de la construcción se enlacen de manera más correcta, más justa, menos cortoplacista y con más magia que en la actualidad.

 

Habiéndose concebido el origen del lenguaje humano, de la sabiduría contenida en su propia divinidad, y en virtud de la sabiduría creadora concibió el fundamento del amor al prójimo” Fundamentos del lenguaje humano

 

Somos, y porque somos tenemos que recuperar el poder de la palabra que construye y entreteje la vida, luchemos contra lo que la filósofa ambientalista Vandana Shiva llama el “monocultivo de pensamiento”, hagamos entonces “Agroecología de pensamiento”.

Si cultivamos con diversidad y saber, cosecharemos más saberes ambientales.

Los poetas, las y los narradores de cuentos, los docentes, los escritores, los periodistas y todo aquel que tenga conciencia del poder de la palabra, tienen en su mano una varita mágica

 ¡Qué sea bien usada a beneficio de todos! Recuperemos el vivir con un sentido poético. Pongamos el alma al construir el día a día.

 

La palabra “alma”, es en guaraní, un elemento constitutivo del ser humano, es su palabra divina y divinizadora.  Graciela Chamorro, “La buena palabra. Experiencias y reflexiones religiosas de los grupos guaraníes”. Museo de Ruinas San Ignacio Miní, Misiones.

 

Fuentes:

 

 

 

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