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Escuela Inclusiva, una necesidad en Educación Primaria

José Antonio Briales Guerrero

Publicado el 02/05/2018 11:05

1. CONTEXTUALIZACIÓN Y DEFINICIÓN DEL CONCEPTO DE INCLUSIÓN
Desde la introducción del concepto de inclusión en el sistema educativo español con la LOE (Ley Orgánica, de 3 de mayo de 2006, de Educación), el ámbito educativo vive en un momento de cambio constante. Se trata de un cambio rápido debido al auge de nuevas metodologías y de nuevas concepciones sobre cómo debe atender la escuela al alumnado. Por ello, la realidad que más se hace visible en el sistema educativo es la escuela inclusiva, ya que es la que responde a las necesidades de todo el alumnado y genera un espacio de convivencia que enriquece a cada uno de los componentes de la comunidad educativa. En este sentido, es necesario según Gallego y Rodríguez (2016), “modificar las estructuras escolares para adaptarlas a la realidad de los alumnos y su entorno, para lo que es imprescindible la implicación de toda la comunidad educativa” (p.52) No obstante, es necesario delimitar el concepto de inclusión para poder entender las características de la escuela inclusiva. Machado de Oliveira (2013) señala que incluir implica cambio de paradigmas: 
La inclusión implica cambio de paradigmas. No se trata de colocar a un estudiante en el grupo escolar y esperar que el profesorado lo incluya. Incluir no es sólo estar presente. Se debe trabajar con el profesorado, acompañar el proceso de inclusión y dar apoyo de manera que éste no sienta desamparo en su práctica pedagógica y en la relación profesor-alumno. Por ello, es imprescindible, en primera instancia, incluir un nuevo paradigma, en el sentido de comprender que todos los/as alumnos/as son diferentes y no sólo aquellos/as que presentan algún tipo de discapacidad. Se impone (re)pensar la educación de tal forma que contemple a cada niño/a, de acuerdo con sus capacidades. (p.21)

2. EL AVANCE HACIA LA ESCUELA INCLUSIVA
La escuela inclusiva debe de tener en cuenta las singularidades de los discentes para hacer ver que la diferencia es sinónimo de una oportunidad; una oportunidad para generar una visión enriquecedora que haga del proceso de enseñanza-aprendizaje una experiencia afectiva en todos los agentes educativos. La diferencia es el motor de progreso en el sistema educativo, ya que implica destacar los aspectos que unen a los discentes por encima de las diferencias que puedan presentar a lo largo de toda su vida. Así pues, Muntaner (2013), describe los siguientes principios fundamentales para el desarrollo de prácticas y planteamientos de educación inclusiva:
Presencia: todos los alumnos están siempre presentes en todas las actividades, experiencias y situaciones de aprendizaje que se desarrollan en la escuela.
Participación: todos los alumnos participan en todas las actividades, experiencias y situaciones que se plantean en el aula y en el centro educativo como medio de aprendizaje de los estudiantes.
Progreso: todos los alumnos progresan y aprenden con su participación en todas las actividades y situaciones que se crean y plantean en el aula y en el centro.  (p.41)
La escuela inclusiva es solidaria por naturaleza porque no es una escuela excluyente, sino que se trata de un medio para poner en marcha proyectos y actividades que ayudan al alumnado a desarrollarse de forma íntegra, partiendo de sus necesidades y sus inquietudes. Por tanto, la escuela inclusiva es la escuela de la diversidad (Gallego y Rodríguez, 2014): 
La escuela inclusiva es algo más que una escuela organizada de manera diferente a la tradicional, es la escuela de la diversidad. Negar las diferencias individuales no parece ser un buen punto de partida. La diversidad es un rasgo consustancial e inherente a la propia naturaleza humana. Aceptar las diferencias y respetar la heterogeneidad de las personas es un paso imprescindible para construir una escuela de calidad para todos. (p.50)

3. CARACTERIZACIÓN DE LOS CENTROS DE LA ESCUELA INCLUSIVA
Ahora bien, los centros educativos tienen que cumplir una serie de requisitos para poder hablar de una escuela inclusiva (Gallego y Rodríguez, 2016) ajustada a la realidad de ellos, tal y como se muestra en la tabla 1.
Tabla 1 
Requisitos de un centro educativo para atender a la escuela inclusiva

4. EL ROL DEL DOCENTE EN LA ESCUELA INCLUSIVA
Si el centro necesita acogerse a unas premisas para afrontar el reto de ser una escuela inclusiva, los docentes también han de implicarse para que la escuela inclusiva sea una realidad más visible y significativa. De hecho, atendiendo las consideraciones de Gallego y Rodríguez (2016) la sociedad actual demanda un profesorado renovado, comprometido con la alteridad:
La sociedad actual demanda un profesorado renovado, comprometido con la alteridad, y con suficiente formación para modificar las condiciones de aprendizaje de su alumnado como consecuencia de sus necesidades educativas, de la complejidad y evolución de los mismos conocimientos, y con capacidad para enfrentarse a numerosos desafíos durante su vida profesional. (p.118)
Por tanto, tal y como muestra la tabla 2, los docentes desde su formación inicial deben desarrollar una serie de características para promover la escuela inclusiva.
Tabla 2
Características del docente de la escuela inclusiva 


 

5. LA RELACIÓN DOCENTE-ALUMNO COMO ASPECTO PRIMORDIAL DE LA ESCUELA INCLUSIVA
Para que sea efectiva la escuela inclusiva tiene que darse un binomio esencial: el profesor y el alumno. En este tipo de escuela, es necesario que haya una relación interdependiente entre ellos para que el aprendizaje sea efectivo y genere buenos resultados. Es más, profesores y alumnos han de percibir la diversidad como un reto y una oportunidad para enriquecer las formas de enseñar y aprender (Fadanelli, citado en Gallego y Rodríguez, 2016):
Profesores y alumnos han de percibir la diversidad como un reto y una  oportunidad para enriquecer las formas de enseñar y aprender, pues educar en la diversidad significa enseñar en un contexto educativo donde las diferencias individuales se destaquen, se respeten y se aprovechen para enriquecer y promover la flexibilización del currículo escolar. (p.49)
Finalmente, atendiendo a Fadanelli (2013), cabe señalar que como docentes “lo que debemos hacer es trabajar con ellos para la construcción de la autonomía y de la concepción de sujeto de conocimiento y del mundo que el currículo engloba” (p. 12)

6. LAS TIC (TECNOLOGÍAS DE LA INFORMACIÓN Y LA COMUNICACIÓN) COMO REFERENTES EN LAS AULAS INCLUSIVAS
La globalización ha supuesto una renovación de las prácticas de enseñanza que cada vez son más dinámicas y tienen como referente, el avance tecnológico pero desde la perspectiva inclusiva. Así pues, las TIC en los últimos años han ayudado a elaborar estrategias de diversificación curricular que han de sido de gran ayuda para el alumnado. Es por ello, que las TIC ofrezcan múltiples ventajas a las aulas inclusivas (Romero, González, García y Lozano, 2018):
El uso de las TIC nos ofrece múltiples ventajas en nuestras aulas inclusivas, destacando las siguientes:

  • Ayudan a superar las limitaciones derivadas de diferentes discapacidades sensoriales, motrices o intelectuales.
  • Generan una atención más personalizada del alumnado.
  • Favorecen la comunicación en sus diferentes modalidades (sincrónica o asincrónica, feedback, etc.).
  • Promueven la autonomía de los centros.
  • Ahorran más tiempo.
  • Atienden a la diversidad (inteligencias múltiples, estilos de aprendizaje, información multisensorial, etc.).
  • Facilitan el acceso a múltiples recursos de información, proporcionando momentos de ocio y de aprendizaje. (p.87)

7. ¿CÓMO CONTRIBUIR A QUE LOS CENTROS PONGAN EN MARCHA LA ESCUELA INCLUSIVA?
Los centros educativos deben de seguir una línea de actuación que se base en la escuela inclusiva y por ello es esencial que sigan una serie de buenas prácticas inclusivas. Save the Children (Solla, C.) (2013) destaca las siguientes pautas como referencia de buenas prácticas inclusivas: accesibilidad; cooperación y altas expectativas; agrupaciones para el aprendizaje dialógico; entornos sin barreras para el aprendizaje y la participación; acceso a programas educativos en horario extraescolar; y herramientas para la vida, accesibles a colectivos vulnerables. A través de ellos, se propone una evaluación de los centros educativos para comprobar en qué medida se adecúan o no a la escuela inclusiva, como muestra la tabla 3.
Tabla 3
Rúbrica de evaluación para comprobar el grado de desarrollo de la escuela inclusiva en los centros educativos

Fuente de la tabla: elaboración propia.

Evaluar a los centros educativos es la apuesta principal para que el reto de educar en la escuela inclusiva, sea una realidad cada vez más extensible al contexto educativo. A corto plazo, evaluar al centro supone comprobar las potencialidades y carencias del centro respecto a la escuela inclusiva; a medio plazo, supone modificar algunos elementos organizativos, metodológicos, pedagógicos y didácticos para progresivamente, dar pie a las características de la escuela inclusiva, y a largo plazo, supone  redefinir la estructura del centro en pro de una redefinición de la cultura escolar basada en la escuela inclusiva.

8. BIBLIOGRAFÍA

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