Imagen generica
¿Aún no estás registrado?
Regístrate ahora, son 2 minutos

Los niños invisibles

Viviana María Fernández Díaz

Publicado el 28/08/2018 01:08

 

 

En el sistema educativo hay miles de niños y niñas invisibles que sin dificultad aparente deambulan en las escuelas necesitados de atención, afecto, comprensión y reconocimiento. Estos son los niños con dislexia, una condición cerebral que dificulta la lectura, la ortografía, la escritura y, algunas veces, el habla. Al cerebro de las personas que tienen dislexia le cuesta reconocer o procesar ciertos tipos de información.

 

A veces la dislexia se confunde con dificultades de la atención que causan problemas similares, o con problemas comportamentales y de “actitud” generando frustración, tristeza, aburrimiento, miedo y en muchas ocasiones una rebeldía que trata de ocultar su impotencia al no saber que pasa y porqué el mundo les exige tanto.

 

Los niños invisibles tratan de mantenerse en un mundo educativo tradicional que busca la competencia, el orden, la disciplina, el trabajo, como pilares absolutos del éxito, sin lograr vislumbrar otras capacidades, fortalezas y sueños en cada niño o niña que quiere construir su propio aprendizaje. Se mantiene una enseñanza dictatorial, autoritaria, en la cual muchas veces nos perdemos en el piloto automático de la vida sin escuchar realmente sus voces, lo que gritan sus ojos, lo que trasmiten sus acciones, que son el resultado de la causa profunda de dolor y frustración ante la exigencia del día a día.

 

Se necesitan entornos educativos sin etiquetas: eres” torpe, tonto, vago o loco”, que no tenga una mirada reduccionista del comportamiento basado en la comparación homogénea del grupo de sujetos en un aula. Necesitamos más estrellas en la tierra que miren la individualidad, que escuchen y respondan a las características individuales, generando nichos de aprendizajes positivos basados en las fortalezas. Necesitamos inspiración desde lo diverso, lo simple, lo mágico y esencial.

 

Miles de niños son invisibles porque nadie los escucha realmente, los observa y entiende, pasan sus días creyendo que son malos para todo y que no merecen ser valorados por los demás, pues no caben en la muestra sesgada de la sociedad, los adultos confundidos porque no saben leer la raíz de los síntomas, y visualizar la globalidad de su expresión desde lo holístico y singular.

 

Las estrellas en la tierra tienen miles de formas de expresarse, desde el niño que tiene sus propias capacidades, fortalezas y sueños para brillar, pero se opacan en esta tierra que no está preparada para tanta luz o para una luz que nunca han visto. o desde el maestro que puede hacer brillar a otros con su luz, una luz que observa los detalles, indaga, escucha, busca en lo profundo, y emprende nuevas maneras de enseñar desde diversas perspectivas. No hay una única manera de enseñar y mucho menos de aprender, así que los sistemas educativos necesitan reformas basadas en la diversidad de colores, entornos y experiencias, desde el juego, el arte, la imaginación, la pregunta, la exploración y la pasión.

 

En la película india Taare Zameen Par, Estrella en la tierra (2007), podemos observar como un niño llamado Ishaan es incomprendido por sus padres que creen que es perezoso y poco inteligente, pasando por miles de etiquetas constantes que hacen que pierda su brillo y amor propio, Ishaan tiene dislexia, y nadie durante años lo nota, creyendo que sus dificultades se basan en su actitud; la frustración lo lleva a la rebeldía, tratando de ocultar su miedo a decir “realmente no sé hacerlo” hasta que llega un profesor que desde una posición compasiva y una mirada profunda, releva sus necesidades de apoyo, proporcionándole un ambiente aprendizaje basado en sus fortalezas, y con roles positivos que le muestran que tiene mucho por dar y explorar.

 

Este profesor nos muestra un ejemplo de estrella en la tierra, al devolver la luz a Ishaan y como este desde que nació es una estrella en una tierra que no contempla la diferencia como una opción divina de oportunidad y retos para ver el mundo desde otras perspectivas.

 

La diversidad de nuestro cerebro nos demuestra todos los días que no hay una única manera de ver las cosas, y que no hay nada homogéneo, por lo que un sistema educativo basado en la homogeneidad está mandado a revaluar pues opaca la luz de cada único ser.

1
“¿Te ha parecido interesante este artículo? ¡Dale a me gusta!