Imagen generica
¿Aún no estás registrado?
Regístrate ahora, son 2 minutos

¡Que vivan los "colejunglas"!

NATIVIDAD MOLINA JIMENEZ

Publicado el 19/03/2019 13:03

Los colegios están llenos de cosas y personas excepcionales, pero hoy ha ocurrido algo realmente maravilloso a la entrada del mío. Conforme iba acercándome a la fila para recibir a mis “pequeñ@s seguidor@s” presentía que algo raro estaba ocurriendo porque era muy escaso el alumnado que se hallaba en su sitio. Y cuando me encontraba a punto de alcanzar mi destino… ¡aja! En medio del arenero había una enorrrrrme rama caída del árbol contiguo y a su alrededor se arremolinaban la gran mayoría de niños y niñas de la clase. “¿Qué ha pasado?” les pregunto con tono de curiosidad. Entonces uno de mis alumnos, curiosamente uno de esos que necesita un empujoncito para participar en clase, me responde de forma clara y contundente “Seño, nos hemos convertido en colejungla”. Yo respondí con asombro “¡Me encantan los colesjunglas!.

Y es que, donde las personas adultas no somos capaces de ver más que una gran rama de árbol caída llena de ramitas más pequeñas que, por supuesto, van a clavarse y pincharse en los sitios, por descontado, más delicados y peligrosos de sus cuerpos, ell@s, l@s niñ@s, son capaces de ver un mundo lleno de posibilidades a su alcance. Y así ha sido. Había quien veía una jungla, pero también quien ha visto una cabaña, un bosque lleno de animales, una casa en un árbol, … Pero tod@s tenían un factor común. Sus caras. Nunca antes había visto sus caras mostrar más entusiasmo, más ilusión, más alegría, más curiosidad…. Todas esas cosas que “algunos dicen” que son tan necesarias para aprender (a cualquier edad por supuesto) y adquirir las archiconocidas “competencias” que les acompañarán a lo largo de su vida y les ayudarán a formarse integralmente como ciudadanos miembros de una sociedad.

Pero claro, l@s adult@s de hoy no estamos dispuestos a dejarles correr “tantos riesgos”. Aunque después seguro se nos llenará la boca una y otra vez, cada vez que revivan los recuerdos de esos niñ@s que fuimos en el pasado, y entonces, posiblemente nos atrevamos a pronunciar de nuevo esa frase que dice “cuando yo era pequeñ@...”. Y así, apenas sin darnos cuenta nos vamos haciendo mayores, añorando más esa infancia llena de peligros que pasó, pero que se nos olvida cuando de nuestr@s niñ@s se trata. Y obviamos la responsabilidad que tenemos hacia ellos de permitirles vivir sus propios peligros, para poder así convertirse en adultos autónomos y responsables.

Y entre todo este revoltijo, nos encontramos algunas maestras medio locas, que decidimos jugarnos el tipo (ese que ya nos importa poco) intentando ser fieles a nuestros principios y, por ende, les dejaremos jugar en ese “colejungla”, confiando en su ingenua promesa de que tendrán cuidado porque son muy mayores y no van a hacer nada malo. Todo con un único objetivo: devolverles su infancia, esa misma que hace tiempo disfrutamos nosotr@s. Esa en la que jugábamos en el patio del colegio con otro@s niñ@s, sin el ojo vigilante de los adultos sobrevolando constantemente nuestras cabezas. Esa en la que las piedras, los palos, los árboles, la tierra, eran nuestros mejores aliados. Esa en la que los elásticos, las cuerdas y pelotas eran el último grito en tecnología. Esa que tanto ha contribuido a convertirnos en los adultos “competentes” que ahora somos. Por eso quiero gritar a los cuatro vientos “Qué vivan los colejunglas”, esos donde se permite al alumnado a aprender y crecer feliz.

Por Natividad Molina Jiménez

Madre y docente de infantil

1
“¿Te ha parecido interesante este artículo? ¡Dale a me gusta!