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Hacia una educación para la paz

Constanza La Grotteria

Publicado el 21/03/2019 13:03

 

“Todo el mundo habla de paz, pero nadie educa para la paz, la gente educa para la competencia y este es el principio de cualquier guerra. Cuando eduquemos para cooperar y ser solidarios unos con otros, ese día estaremos educando para la paz”, estas son las palabras de la pedagoga, doctora y humanista italiana María Montessori en el Congreso Internacional Montessori realizado en 1937 en Copenhague, Dinamarca.  

En la actualidad, educar para la paz sigue siendo un objetivo común dentro de las escuelas, pero no se define como una propuesta concreta que perdura en el proceso educativo.

Educar en valores, es educar para la paz, una necesidad vital que debe ser propuesta desde la escuela y atravesarla. Una meta definida y compartida por toda la comunidad educativa: profesores, alumnos y familias. 

Dentro de nuestras responsabilidades como docentes debemos dotar a los alumnos de herramientas para que puedan resolver conflictos, brindarles habilidades sociales para que puedan trabajar la frustración y la empatía y entender la educación como un medio para la participación.

Si educamos en el respeto mutuo, en la cooperación, en la tolerancia y en la bondad, todo recurso o metodología que se desee instaurar obtendrá una adquisición más positiva que por mera imposición.

Innovar es fomentar en el aula una consecuente educación en valores, exponer el contenido académico y los objetivos de la etapa, bajo la mirada atenta de la emoción.

En su libro Daniel Goleman (1996) afirma que “las emociones forman un papel muy importante para explicar el comportamiento de los humanos”. (p.57)

Si dotamos al alumnado de recursos para conocerse a sí mismo, motivando sus capacidades, podrán gestionar sus propias emociones y comprender el mundo que le rodea.

Por ello, como educadores tenemos la obligación de trazar proyectos que nazcan desde el diálogo colectivo, darles libertad para que puedan expresar el propio interés, creando espacios donde también puedan relacionarse con el entorno, experimentar en él y sentirse seguros.

Educar por la paz de una manera globalizada y responsable implicando a todos sus protagonistas, es entender la inclusión de las TIC, o la Gamificación, o la clase invertida, como un aprendizaje transversal. Asimismo es importante no dar por hecho que se trabajan las emociones, los derechos humanos, y la atención a la diversidad dentro de proyectos temáticos. Debemos forjar que el proyecto anual y que el proyecto de centro sea tan válido y valiente con temas como la Igualdad, la Inclusión o la Paz, y que nos empapemos de estos valores, incluyendo a las familias, apostando por centros educativos abiertos dispuestos a cambiar la educación desde dentro hacia afuera y viceversa. 
El recurso más importante que tenemos como sociedad somos las personas, y no el medio de última generación que disponga el centro, de esta manera estaremos dando una lección de solidaridad, creando ideas y propuestas para mejorar el mundo: una visión más cercana a la realidad de las cientos de escuelas que nos rodean.

Convertirse en una escuela para la paz, significa dejar el mundo mejor de como lo hemos encontrado. Es la ocasión de implicarse y demostrar que educar en valores es casi tan necesario como innovar. 

Desde su fundación, la UNESCO ha llevado a cabo una misión inspirada en los principios enunciados en el preámbulo de su Constitución: «puesto que las guerras nacen en la mente de los hombres, es en la mente de los hombres donde deben erigirse los baluartes de la paz». (p.7)

Es decir, que tanto las familias como los educadores debemos formar ciudadanos responsables, para afianzar una cultura basada en la integración, crítica y dispuesta a comprometerse por la igualdad. 

Desde la escuela, no debemos relacionar el tema Paz, como algo utópico e inalcanzable, podemos comenzar a trabajar la paz desde una asamblea en educación infantil trabajando las emociones, como lo pueden hacer los alumnos de primero de la ESO empapados con un proyecto medioambiental.

El objetivo general que debemos perfilar como Escuelas de paz es el de: fomentar valores basados en la convivencia, que permitan un desarrollo local y global, incluyendo reflexiones sobre la diversidad, educando para la aceptación, el respeto mutuo y la tolerancia.

Las acciones a destacar son:

-Diseñar espacios para favorecer el diálogo, se puede proponer una asamblea diaria en todas las etapas, distribuyendo el tiempo según la necesidad de la clase para programar, resolver o preguntar inquietudes cotidianas.

-Seleccionar delegados de paz entre los alumnos, los profesores y las familias, implicados a nivel emocional para acompañar casos individuales y de pequeños grupos.

-Perfilar patios inclusivos, activos y con talleres para facilitar las relaciones sociales.

-Organizar eventos solidarios implicando al barrio colindante con la escuela.

-Generar reflexiones sobre lo que está pasando en el mundo, tanto a nivel social como medio ambiental.

-Facilitar actividades que mejoren nuestro entorno, descubrir y desarrollar talentos para el servicio a la comunidad.

-Fomentar la creatividad para apreciar el arte, la música y la literatura como medio de expresión de gozo y libertad.

-Incluir las TIC para conocer, valorar y ofrecer respuestas diversificadas en el ámbito cultural, con objetivo didáctico.

-Provocar curiosidad, observación y exploración, para motivar aprendizajes significativos.

-Entender la diversidad como un valor que nos enriquece.

Para finalizar, educar para la paz, es concebir que a través del desarrollo de los valores, exista la posibilidad de una humanidad mejor.

 

 

Bibliografía:

Montessori, M. (1937) Congreso Internacional Montessori. Educacion y paz. Copenhague, Dinamarca.  

Goleman, D. (1999). La práctica de la inteligencia emocional. Madrid: Kairós.

UNESCO. (1945) La Constitución de la UNESCO. Textos fundamentales. Londres:UNESCO.

 

 

 

 

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