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Feliz Día del Maestro

Maria Pilar Garrido

Publicado el 27/11/2019 12:11

A diario me encuentro en la tesitura de dar explicaciones de por qué escogí mi carrera y por qué decidí dedicar mi vida a la educación. Probablemente, los maestros y profesores seamos la profesión más juzgada de la historia, todo el mundo se cree con la verdad absoluta de opinar o saber qué es lo mejor en educación, pero nadie entiende realmente todo lo que conlleva.

Sin lugar a dudas, me quedo con una frase de Russell, quien afirmaba que “los maestros, más que ninguna otra clase, son los guardianes de la civilización”. Y es que los que nos dedicamos a la enseñanza somos unos visionarios, unos arquitectos de la sociedad. Creemos firmemente en la igualdad, en los derechos universales y en hacer de este cada día un mundo mejor.

Somos capaces de ponernos en el lugar de otra persona, de sentir las emociones externas como las propias, de vibrar, de emocionarnos, de reír a carcajadas y de llorar como nunca. Somos capaces de entender las necesidades de cada uno de los jóvenes que nos rodean, los que tenemos la capacidad de querer a cada uno de nuestro alumnado como si fuera nuestro propio hijo.

Pero más que nada, los maestros y profesores, somos los custodios de nuestra sociedad. Somos los encargados de despertar la curiosidad por el mundo que rodea a nuestro alumnado, los responsables de que tengan la necesidad de explorar su alrededor y a ellos mismos, los que tenemos la obligación de realizar para ellos actividades y tareas que sean para ellos igual de suculentas como de útiles y que aprendan que no existe límites para ellos, que para lograr algo no hay más que proponérselo y que no hay imposibles, solo improbables.

Pero sin lugar a dudas, si hay algo que admiro de todos los maestros y profesores de cada uno de los rincones de este mundo es su capacidad de aprender. Dedicarse a la enseñanza no consiste únicamente en transmitir una serie de conocimientos, sino en tener la mente lo suficientemente abierta como para aprender cada día algo nuevo, porque somos totalmente conscientes de que el proceso de enseñanza-aprendizaje es algo compartido, que aunque nuestro rol sea el de coordinar y transmitir unos conocimientos a nuestro alumnado, la realidad es que somos uno más de ellos, que al fin y al cabo somos unos meros guías y que lo único que de verdad debemos hacer en el aula es tener los ojos y los oídos bien abiertos para aprender cada día una nueva lección de ellos y ellas.

¿Qué por qué me decidí a dedicarme a la educación? Porque para mí la enseñanza no es una profesión, es una forma de vivir; porque no lo considero un trabajo, sino una filosofía de vida. Y es que no podría definir la labor de docente sin las palabras vocación, adoración y admiración. Un maestro o un profesor es aquella persona que se mete en el recuerdo de los niños para no salir jamás, es esa persona que es un ejemplo no solo de conocimiento, sino un ejemplo de vida. Es una de esas personas que entran en tu vida con el objetivo de quedarse para siempre.

Porque hoy y siempre, estaré orgullosa de admitir que mi vida es la educación.

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