La situación sanitaria que se está viviendo debido a la pandemia originada por el Covid-19 ha transformado todos los ámbitos de nuestra vida, desde costumbres hasta la forma relacionarnos con el mundo. Uno de los temas que más se ha abordado en los días de confinamiento ha sido la convivencia en las familias debido a la paralización del sistema educativo español.

En el confinamiento, se ha podido comprobar las dificultades producidas en la organización y convivencia de las familias en sus hogares, pues se ha tenido que lidiar con la educación formal  de los hijos, las responsabilidades laborales y la gestión emocional, tan importante en estos días, de cada uno de los integrantes. 
En este aspecto, los padres han tenido que llevar a cabo un sobreesfuerzo para ayudar a sus hijos con sus estudios, utilizando todos los recursos posibles que estaban a su alcance para poder llegar a los objetivos mínimos. Mención aparte de aquellas familias que no tienen los recursos tecnológicos suficientes para que sus hijos alcancen los objetivos curriculares.

Por otro lado ante tal perspectiva social y con las fechas de verano acercándose, muchas de las comunidades autónomas han prohibido los campamentos de verano hasta nueva orden, inhabilitando de esta manera una vía práctica para el descanso tanto de los hijos como de los padres. Ante esta situación se ha de plantear como van las familias a afrontar estos largos meses de verano.

La base principal para llevar de la mejor manera posible este periodo sin campamentos es la planificación. Cómo ya se ha hablado en diversos medios de comunicación durante el confinamiento, lo ideal es elaborar una organización a medio y corto plazo donde se detalle que es lo que se hará no solo en las semanas venideras, sino también en el día a día, manteniendo de esta forma hábitos que permitirán eliminar ciertos problemas de convivencia. Esta planificación debe de contar con la aportación de  todos los integrantes familiares, creándose un ambiente de democracia familiar donde todos puedan ser escuchados.

Sin embargo, esto no significa que no aparezcan diversos problemas de convivencia, siendo necesario encontrar soluciones a través de la práctica autorreguladora de cada uno de los participantes familiares, posibilitando su resolución a través del diálogo intrapesonal e interpersonal, siendo la gestión emocional una de las herramientas más eficaces para esta finalidad.

Por último, hay que ser conscientes de que cada familia tiene sus propias circunstancias socio-económicas, pero si esta situación se gestiona en común y haciendo partícipes a todos los integrantes, habrá muchas más posibilidades de buscar soluciones prácticas a los distintos problemas que puedan surgir durante el verano.