Muy lejos de nuestra esencia, y sin consciencia de esa distancia existente entre nuestro ser y la misma, vamos sobreviviendo cada día como si deambuláramos segundo tras segundo, sobre el camino de la auténtica verdad, sin cuestionarnos tan siquiera la posibilidad de la existencia de otra.
La Era de los filósofos parece que pasó, pero aunque hoy casi nadie piensa ni escribe como entonces lo hacían ellos, cierto es que existe una evidencia latente que se hace palpable en todos aquellos quienes hoy en día van buscando algo más en sus vidas, que no tan sólo el caminar como autómatas. Cada vez se observa más, una unión entre personas que buscan experimentar algo en sus vidas que les lleve a sentir una mayor satisfacción en las mismas o una mejora en lo personal. Esto, aunque muchas de esas personas no lo sepan, no es otra cosa que la búsqueda de su tan abandonada esencia. Tan importante ésta para el bienestar de una sociedad y tan ignorada a la vez, aunque aún no exista consciencia de ello.
Cuando abandonamos a nuestra esencia, abandonamos también a nuestra consciencia. La pureza con la que entramos en este mundo se va alejando poco a poco de nosotros, sin ser conscientes de ello. Pero no todos la llegan a perder en su totalidad o se alejan de la misma. Nuestra historia nos deja referentes claros de su prevalencia. La evolución en nuestra forma de desarrollarnos y aprender a la que hemos llegado hoy, se la debemos en gran parte a todas esas personas que llevaron consigo siempre su esencia y que lucharon contra todo aquello que se imponía, en su época, sin más intención que la de tener bajo control y dominio a los ciudadanos. El hombre ha querido siempre distorsionar el sentido de nuestra existencia, haciendo uso de su cerebro para pensar en el egoísmo, la competencia entre unos y otros y en la avaricia, más, que en la unión, la justicia y la armonía. La pedagogía siempre se ha enfocado hacia el tipo de sociedad y hombre que se ha pretendido formar, y ésta, ha ido evolucionando según propuestas y luchas. Cabe citar como ejemplo a Emmi Pliker (1902-1984) Pediatra húngara, que por seguir lo que le dictaba su esencia para su desarrollo como profesional, no aceptando las formas tradicionales de su época allí donde la contrataban para tratar a los niños, fue rechazada en alguna ocasión por proponer nuevas formas en el ámbito de la educación. A ella debemos, entre otras cosas, su propuesta a favor de la igualdad y el respeto entre el adulto y el niño. Junto a Pliker, podríamos citar a Rudolf Steiner (1861-1925) y su Escuela Waldorf, la cual fue creada sin intereses religiosos ni ambiciones sociales y tendía a romper con la forma de enseñar típicamente burquesa. La enseñanza en la Escuela Waldorf iba dirigida a toda la población en general, sin ningún tipo de discriminación social. Steiner ve al niño como individuo, un ser único y diferente al resto, con alma y espíritu propio que cultivar; y piensa que en la educación se deben considerar el cuerpo, el alma y el espíritu. La Pedagogía Waldorf está vigente en ciertos colegios, pero como bien apunta Steiner, para crear una Escuela Waldorf con las características que presenta la misma, habrá que formar al hombre (la formación del profesorado será la primera condición para conseguir los objetivos en sus funciones).
La esencia, lo innato, lo puro, prevalece por encima de todo y de todos cuando estos aspectos no mueren en el individuo, por ello quien tiene la fortuna de sentir su esencia hasta el final de esta vida, no puede pararla y la mostrará siempre, sin importarle las desavenencias que se le puedan presentar. Al igual que lo innato se puede observar en un músico, un cantante, actor o un pintor, que toca un instrumento, canta, actúa o pinta, respectivamente, sin haberse formado mediante un Conservatorio ni a través de la Universidad de Bellas Artes, quienes caminan con su esencia de por vida, tienen otros aspectos que mostrar sin más intención que la que puedan tener ese músico, cantante, actor o pintor en su forma innata de expresarse, la de poder disfrutar con quienes deseen formar parte de esa verdad y la de crear gran bienestar entre los mismos.
Desde Juan Amós Comenio (1592-1670) quien elaboró el primer programa y manual sobre educación infantil en el mundo y presentó un nuevo método de enseñanza en el que la naturalidad, intuición y auto actividad forman la base de la nueva didáctica, otros como Juan Jacobo Rousseau (1712-1778); Juan Enrique Pestalozzi (1746-1827); F.Fröbel (1787-1852); Steiner (1861-1925); María Montessori (1870-1952)… Han ido dejando sus influencias hasta llegar a la presentación y desarrollo de nuestra educación actual. Ésta, que poco a poco, sin lugar a dudas, irá abriendo camino a la importancia que tiene la atención hacia el cuidado de la esencia del ser.
SERÍA IMPORTANTE QUE LA ETIMOLOGÍA DE LAS PALABRAS SE TOMASE EN CUENTA PARA EL ACIERTO EN TODA SU APLICACIÓN.
Etimológicamente, la palabra “EDUCACIÓN” proviene del latín “DUCERE” (conducir o llevar), a la que se le añadió la preposición “EX”. Con esta preposición la palabra evolucionó a “EXDUCERE” (de dentro hacia a fuera). De ahí que el significado de la palabra “EDUCAR” se refiera a sacar lo mejor que alberga un individuo en su interior, no sólo en la posibilidad de adquirir conocimientos, sino también, en el desarrollo de todo lo demás que habita en su ser.
