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¿Para qué seguir estudiando ante el panorama actual?

Carmen Gómez Sola

Publicado el 03/05/2017 11:05

Nos bombardean cada día, desde hace ya unos cuantos años, con la dichosa palabra "crisis" y todo lo que deriva de ella: falta de oportunidades, emigración, paro, pobreza, etc. Los medios de comunicación se han convertido en una fuente de desesperanza que casi nos incita al suicidio colectivo. Así, no me extraña nada que muchos de los que pertenecen a las nuevas generaciones se planteen qué hacer con su vida y lleguen a la conclusión de que la inmovilidad es el mejor estado de todos ante una situación imposible. Más alarmante aún es que personas de mi propia generación, con una larga formación, vengan a decirme que cómo se me ocurre recomendar a mis estudiantes que no abandonen los estudios, que total, para el futuro que les espera, no merece la pena el esfuerzo. ¿Es esto realmente así? Bajo mi punto de vista, rotundamente NO. 

En primer lugar, la etapa educativa no es solamente una fábrica de futuros trabajadores –o parados, que está más de moda–. La educación nos hace mejores personas, nos abre la mente, nos ayuda a evolucionar. Es un proceso prácticamente imperceptible, sobre todo cuando estás en cuarto de ESO y tienes que aprender a localizar un Complemento Directo, memorizar diez páginas sobre Historia de España o aprender de memoria fórmulas matemáticas. ¿Para qué sirven estas "chorradas"? Cuando pasan los años y eres capaz de, por ejemplo, comprender un artículo en un periódico, de poner en duda lo que lees y escuchas, de comprender y respetar los puntos de vista ajenos, o incluso de gestionar tus emociones de manera que no terminen por dominarte, estás recogiendo los frutos de una buena educación

En segundo lugar, hay una gran diversidad de situaciones personales. Están los que tienen muy claro desde una edad relativamente temprana lo que quieren hacer y los que nunca terminan de decidirse; los que pueden permitirse seguir estudiando varios años después de terminar la etapa obligatoria y los que, por circunstancias familiares, tienen que empezar a trabajar antes; los que tienen más dificultad para estudiar y a los que se les da mejor; los que tienen paciencia para llegar a donde quieren y los que se dejan vencer por la impaciencia, etc. Sería muy poco realista, pues, aconsejar lo mismo a todo el mundo basándonos simplemente en la "terrible y apocalíptica situación en la que nos encontramos". Yo no voy por ahí aconsejando a todo el mundo que estudie carreras, que se hagan doctores y aspiren a dar clase en la universidad o a operar a corazón abierto. Sería terriblemente absurdo. Pero tampoco voy persuadiendo a los estudiantes para que, guiados por la situación actual –o la que nos quieren vender–, aspiren a lo mínimo creyendo que no sirve de nada ir más allá. 

Hay que ser lo más realistas posibles, eso sí. No todo tiene su origen en la crisis o en la mala gestión de los políticos en nuestro país, que obviamente también. Hay que tener en cuenta que desde hace ya muchos años, se ha incrementado considerablemente el número de personas que optan por una formación universitaria. Las familias se lo pueden permitir, se han dado ayudas, se nos ha vendido que si no vamos a la Universidad seremos unos fracasados, etc. Además, el nivel de la Educación Secundaria y el Bachillerato, así como de la Selectividad y las carreras, ha ido bajando descaradamente. Por lo tanto, salen miles de licenciados al año. ¿Realmente es posible dar trabajo a tantos? Si nuestro país estuviera mejor gestionado, está claro que se podría emplear a muchos más. La justicia, la educación, la sanidad y la administración en general están la mayoría de las veces saturadas por falta de personal. Clases desbordadas de alumnos con un solo profesor, funcionarios de justicia con casos paralizados desde 2008 por exceso de trabajo, colas interminables para renovar el DNI… esto lo vemos todos los días. Hay mucho trabajo que hacer, demasiados trabajadores saturados y demasiada gente parada. Eso es una vergüenza. Aún así, pienso que aunque las contrataciones aumentaran hasta cubrir las necesidades reales, seguiría habiendo una tasa de desempleo muy alta por tantísima competencia. Y no solo hay que mirar al mundo universitario. Los ciclos de Formación Profesional están hoy en día en alza y es muy difícil entrar por la nota de corte disparada.

Ante esto… ¿qué hacer? ¿Nos metemos en la cama y nos ponemos a llorar hasta que alguien nos diga qué hacer y nos salve? No. Cuanta más formación, más puertas se nos abren. Lo importante es no quedarse nunca parado, siempre hay algo que hacer. Quizás hoy día sea más difícil encontrar un buen trabajo que en la época de nuestros padres, o que en otros países, pero no es imposible, y sobre todo cuando aún se es tan joven. A no ser que se tenga mucha suerte o un buen contacto, es muy complicado empezar desde lo más alto, hay que comenzar el camino desde abajo e ir progresivamente ascendiendo. Pero el camino es duro, no podemos esperar que nos venga todo hecho. Quizás haya que pasar años opositando después de hacer una carrera, o quizás debas moverte de ciudad para poder sacarle partido al FP o al master que hayas estudiado. Incluso puede que haya que empezar a ganar experiencia en otro país… O simplemente, hay que empezar trabajando en cosas que no tengan nada que ver con nosotros ni con nuestra formación, que no nos gusten… y algún día poder dar el salto cuando se presente la oportunidad. Esas experiencias nos enriquecerán y nos ayudarán a aprender mucho más que cualquier estudio. Y además, nos proporcionarán un currículum atractivo y variado que en cualquier momento puede llamar la atención. Ni mucho menos digo que haya que aceptar y conformarse con cualquier cosa, que todos sabemos que hoy día todo el mundo quiere aprovecharse de la necesidad ajena. Pero tampoco debemos tomar la actitud contraria y ponernos señoritos. También se puede optar por el autoempleo, camino que en este país está lleno de trabas y mentiras, pero es una posibilidad que se puede barajar. Lo importante es mantener una actitud activa, lo más positiva posible, sin permitir que los pensamientos negativos nos invadan. Es muy complicado, pero se puede. 

A más estudios, más puertas abiertas. Sí, todos podemos acabar sirviendo copas detrás de una barra por las noches, aunque seamos doctores en Bioquímica. La diferencia está en que el que tiene mayor formación, una especialización, tendrá algo más a lo que agarrarse y la posibilidad abierta de unas mejores condiciones de vida. El que no, no puede tener más expectativas. Y no nos confundamos, que ya he dicho antes que no todo el mundo tiene las mismas aspiraciones. Hay gente a la que le encanta su trabajo y no tiene por qué aspirar a otra cosa. Yo hablo más bien de otro tipo de situaciones, cuando eso se convierte en un problema o un motivo de frustración. Esa gente que en su día tuvo la oportunidad de estudiar y no lo hizo por pereza o por ese pensamiento de "para qué, si no hay trabajo". O los que aspiraban a algo concreto y se quedaron por el camino debido al desánimo o a la prisa. Para esos escribo esto, principalmente. Para los que aún tienen la oportunidad y todas las posibilidades abiertas. Que elijan con cabeza, pensando las cosas bien, y no dejándose llevar por la desidia. En definitiva, como le dije el otro día a alguien, tal y como están las cosas hoy, solo tenemos tres caminos: Salir a la calle en masa y protestar hasta que nos hagan caso, mudarnos de país o adaptarnos. Los tres caminos son complicados, pero si eliges el tercero, lo mejor es estar preparado para afrontarlo sin volverse loco. Todo esto no es palabrería digna de un manual de autoayuda. Son consejos basados en mi propia experiencia y en la de los que me rodean. Lo he visto: los que luchan y se mueven, van consiguiendo acumular logros y experiencias; los que no, se quedan mirando el camino lleno de obstáculos preguntándose qué habrá más allá. Y puede que para cuando espabilen, ya sea demasiado tarde.

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