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¿Por qué se nos atragantan las matemáticas?

NATALIA MORENO LÓPEZ

Publicado el 11/03/2023 14:03

matemáticas

Si hay una asignatura que goza de fama de difícil entre el alumnado es, sin duda, la de Matemáticas. Esta percepción se va acentuando a medida que se escala en el sistema educativo, provocando el rechazo de cada vez más estudiantes que consideran que “lo suyo no son los números”, pero ¿por qué es esto así? ¿Son las matemáticas una materia objetivamente más compleja? ¿Qué factores influyen para que se perciban como tal?

Tradicionalmente, se relacionaba la inteligencia con el éxito en esta rama. A día de hoy y tras numerosos estudios y publicaciones como la de Howard Gardner (autor de la teoría de las Inteligencias Múltiples), ésta es entendida desde un prisma multidisciplinar en el que el ambiente cobra una gran importancia. Si bien, lo cierto es que para los estudiantes españoles las matemáticas siguen siendo una de las asignaturas que más se les resisten.

A falta de que se publiquen los resultados de la última edición de las pruebas PISA (Programa para la Evaluación Integral de los Alumnos) de 2022, los informes relativos a la edición de 2018 sitúan a España por debajo de la media europea y de la OCDE.

Del mismo modo, los resultados del Estudio Internacional de Tendencias en Matemáticas y Ciencias, conocido por TIMSS por sus siglas en inglés (Trends in Internacional Mathematics and Science Study), muestran las debilidades de los estudiantes españoles con respecto a los demás países participantes.

En vista de estos datos podemos preguntarnos: ¿empleamos en España un método equivocado? ¿En cuál debemos inspirarnos?

Al hilo de esto, Japón y Finlandia son, respectivamente, los países que obtienen los mejores resultados en las pruebas señaladas, no obstante, sus métodos poco o nada tienen que ver entre sí. Mientras el país nipón pone en alza la disciplina desde un punto de vista magistrocéntrico, el modelo finlandés se erige sobre un pilar constructivista que gira en torno a la libertad y el alumno. Sin embargo, los resultados en ambos casos son excelentes.

Por tanto, y al margen de las diferencias socioculturales que imposibilitarían una réplica exacta, la solución no pasa por copiar un método u otro, sino más bien por una autoevaluación. En este sentido, no cabe duda que el primer paso sería identificar las debilidades y fortalezas de nuestro sistema educativo. ¿Cuáles son entonces los factores que influyen para el éxito o el fracaso matemático?

Para muchos autores, la didáctica es la responsable. De cómo se enseñen las matemáticas depende, en gran medida, la relación que los estudiantes mantengan con dicha disciplina. En el peor de los casos, si se cae en un aprendizaje meramente memorístico, el alumno puede llegar a sentir aversión hacia las matemáticas por encontrarlas aburridas y poco útiles. Esta situación sostenida en el tiempo es un factor de riesgo para el abandono de la materia.

En general, se enseñan antes los conceptos que los procedimientos. Esto, unido al hecho de que las matemáticas disponen de un lenguaje propio, hace que se tornen todavía más abstractas. De alguna forma, es como si se nos mostrara una gama de herramientas complejas y tuviésemos que memorizar una larga lista de características técnicas sin saber realmente para qué sirven y sin tener la necesidad de usarlas.

Este tipo de enseñanza mecánica puede ser síntoma de una falta de dominio de la materia por parte del docente. No obstante, el lado opuesto tampoco determina el éxito. De poco sirve un gran nivel matemático si no se tienen recursos para transmitirlo al alumnado, por lo que tan importantes son los conocimientos matemáticos como su didáctica. Hallar el equilibrio es el verdadero reto. 

Ahora bien, si no es en contenidos, ¿en qué ha de basarse la enseñanza de las matemáticas? Alsina (2010) lo tiene claro. Para que el aprendizaje sea verdaderamente significativo es imprescindible implantar un currículo basado en competencias. Bajo esta premisa, desarrolló una pirámide que, de forma similar a la de los alimentos, determina los recursos necesarios y la asiduidad con la que deben ser usados. 

En la base se hallan los recursos que han de ser empleados a diario, comenzando por la “matematización del entorno”, es decir, relacionar las matemáticas con la vida cotidiana para dotarlas de significado. En la cima, aquellos cuyo uso debería ser ocasional. Sorprende encontrar al libro de texto en este puesto y que en la práctica educativa siga siendo, en muchos casos, el elemento principal y, en el peor de ellos, el único.

Brunner decía al respecto que un niño o niña ha entendido bien un concepto matemático cuando es capaz de representarlo de más de dos formas. Por ende, la enseñanza-aprendizaje debe ser un proceso activo, manipulativo y lleno de sentido.

Con esta premisa por bandera, metodologías emergentes como el ABN (método de Algoritmo Basado en Números) o el Método Singapur (muy en auge debido a los altos resultados del país en el informe PISA) están presentes cada vez en más aulas. En ambos casos se potencia la visualización de los posibles caminos para dar solución a un problema. En cuanto al ABN, centrándose en los números, no en las cifras, y en la libertad a la hora de realizar el cálculo; en lo tocante a Singapur, transitando de lo concreto a lo pictórico antes de realizar representaciones abstractas.​​​​​​​​​​​​​​

Por otro lado, la predisposición natural de los niños hacia el juego hace que éste se vea, cada vez más, como un recurso muy valioso para la enseñanza de las matemáticas. Relacionados con el mismo, tres términos resuenan fuerte en lo que a innovación educativa se refiere, estos son: Gamificación, Aprendizaje Basado en el Juego (ABJ) y Juegos Serios (serious games).

La gamificación supone incorporar estrategias propias del juego en contextos donde no es común. Algunas de estas técnicas pueden ser las puntuaciones, los retos o las recompensas, entre otras.

El ABJ emplea el juego como protagonista e introduce los contenidos de forma transversal. Destacan en este campo los juegos de mesa, que pueden ser adaptados en pro de las necesidades didácticas.

Cuando el objetivo es practicar una destreza en concreto en un entorno digital, estaríamos hablando de juegos serios. Estos se crean con fines formativos y, al igual que los anteriores, incrementan de forma significativa la motivación y el interés de los estudiantes hacia la materia, lo cual es clave para que se produzca el aprendizaje.

A su vez, estos métodos suelen presentarse en compañía de otros como el aprendizaje colaborativo, aprendizaje basado en retos (CBL), el aula invertida (flipped classroom) y demás de índole más general.

La dificultad radica en que no hay un único método válido, del mismo modo que no hay dos alumnos, dos docentes, ni dos contextos iguales. Esta tríada es la que debe determinar en cada caso la metodología a seguir, la cual debe estar al servicio de sus características y necesidades y no a la inversa.

En definitiva, quizá el mejor truco para "desatragantar" las matemáticas sea saborearlas. Promoviendo otras formas de enseñar y aprender, desmitificándolas, revisando el currículum oculto y llevándolas más allá del aula.

 

Bibliografía

Alsina, Á. (2010). La 'pirámide de la educación matemática': una herramienta para ayudar a desarrollar la competencia matemática. Aula de innovación educativa, (189), 12-16.

Educación 3.0. (s.f). Métodos alternativos para enseñar matemáticas. https://www.educaciontrespuntocero.com/recursos/metodos-alternativos-par...

Epdata. (9 de diciembre de 2021). España en la prueba PISA, en datos y gráficos. https://www.epdata.es/datos/espana-pisa-datos-graficos/484

Lanceta, P. (2008). Conversaciones Matemáticas con Maria Antònia Canals: o cómo hacer de las matemáticas un aprendizaje apasionante, (Vol. 247). Graó.

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