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¿Qué es el principio de parsimonia?

Rocío Cabrera

Publicado el 13/07/2022 11:07

A todos nos ha pasado tener que hacer frente a alguna situación que se torna mucho más compleja cuando la solución hubiese sido de lo más sencilla.

De aquí surge lo que se conoce como el principio de parsimonia, conocido también como navaja de Ockham. 

¿Qué es?

El principio de parsimonia se trata de un principio metodológico que prioriza las explicaciones más sencillas frente al resto. ES decir, indica que, en igualdad de condiciones, la explicación más sencilla suele ser la correcta.

Este término aparece por Guillermo Ockham quien afirmó que una hipótesis resulta mucho más sencilla de entender en cuanto menos elementos teóricos presenta. Señala que todo aquello que pueda ser explicado de una forma sencilla no debe ser interpretado mediante explicaciones complejas ya que las complicaciones suelen conducir a situaciones erróneas, planteamientos falsos y equívocas soluciones.

Y aunque este principio no ocurre en la totalidad de las ocasiones, habiendo veces en la que una explicación más compleja suele ser la más certera ante un determinado problema, son muchos los casos y las disciplinas en las que se puede aplicar. Es por tanto una herramienta útil para establecer ideas iniciales.

Críticas

Como cualquier otra teoría, este principio también tiene sus críticas.

En un mundo tan complejo y ante la enorme cantidad de variables que puede presentar un determinado problema es muy difícil que baste con la explicación sencilla.

Así, por ejemplo, si hablamos de la problemática económica de un país, debemos tener en cuenta multitud de factores como son el conocimiento, la cultura, la competitividad, el empleo, etc.

Otro ejemplo claro, es cuando vamos al médico y nos manda algún medicamento en función de un diagnóstico sencillo, pero, sin embargo, este resulta que no era el adecuado y acabamos empeorando, desembocando en una enfermedad más grave.

Por lo que hay problemas que necesitan de un gran diagnóstico y una explicación más compleja para ser resueltos.

Además, se trata de un modelo que en muchas ocasiones debe quedar complementado con otros ya que suele tender a funcionar mejor en conjunto.

Por último, se debe resaltar que es un modelo que suele ser mal entendido y que lleva a equivocación.  Este, como hemos mencionado, hace referencia a que la respuesta sencilla es la más correcta, en cuanto a que no se debe complicar la explicación porque puede llevar a error, pero no a que se de una explicación más simple de lo requerido. Es decir, la explicación debe ser lo más sencilla posible pero no más de lo indispensable. De lo contario, será una explicación errónea que, igualmente, conducirá a fallo.

Ventajas

La principal ventaja que nos ofrece el principio de parsimonia es la productividad. Cuando te enfrentas a las pequeñas decisiones que se dan en tu día a día, aquellas que no tienen mucho riesgo, pero que sin embargo deben tomarse, consumen cierta cantidad de tu tiempo. Al elegirse la opción más sencilla o la que incluye menos pasos y complicaciones, se ahorra una considerable cantidad de ese tiempo.

Por ello, dado que tenemos una vida frenética en la que el tiempo, como se suele decir es oro, usar dicho principio `puede ser muy beneficioso. Si, por ejemplo, tienes que enfrentarte a una decisión que no tenga un gran impacto, puedes elegir la que suponga la menor cantidad de pasos frente a otra. Aunque, por supuesto, debes vigilar que, si tras esta experiencia se demuestra lo contrario al obtener un resultado que no era el esperado, la opción más simple no es la adecuada y habría que modificarla según las necesidades.

¿Tiene todo esto algo que ver con educación?

La respuesta es sí. El principio de parsimonia puede ser aplicado a la innovación educativa, haciendo así cambios sencillos que no requieran de un nuevo modelo educativo pero que sí consigan una mejora en el ámbito.

Aunque hay que tener mucho cuidado con esto. Es necesario mencionar que innovar significa introducir un cambio que produzca una mejora. El beneficio resultante de aplicar la mejora no puede suponer más esfuerzo para el alumno que antes de realizar la innovación, ya que de lo contrario estaremos haciendo trabajar más al alumno, no innovando.

Te animamos a que te leas el siguiente artículo para conocer algunos casos de innovación educativa para aplicar en el aula que pueden resultarte de interés.

Son muchas las ocasiones en las que, en el ámbito educativo, se han incluido modificaciones que hayan requerido de un enorme esfuerzo por parte del docente, se hayan necesitado recursos muy costosos o hayan supuesto un incremento en las tareas a realizar por el alumnado y profesorado.

Siendo esto así, si el cambio introducido ha supuesto una exigencia de mayor esfuerzo por parte de ambos colectivos, generalmente ha derivado en el fracaso, obteniendo peores resultados que antes del cambio.

Para que la innovación propuesta tenga sentido, es necesario que la misma sea efectiva y que se obtenga mayor rendimiento.

Si conseguimos que haya una mejora, con este principio, conseguiremos obtener mejores resultados sin suponer un mayor esfuerzo ni por parte del alumnado ni del profesorado.

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