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El proceso de toma de decisiones y las emociones

Toma de decisiones
Red Educa

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Mar, 19/03/2024 - 11:47

A lo largo del día nos vemos obligados a una toma de decisiones continua, tanto en nuestra vida personal como laboral, condicionada por experiencias previas heurísticas y sesgos cognitivos de los que no somos conscientes. Te contamos cómo influyen las emociones en la toma de decisiones y cómo tomar decisiones efectivas y valiosas.

¿Influyen las emociones en las decisiones?

Según Wang (2008), podemos entender la toma de decisiones como el procesamiento cognitivo que se realiza en una situación en la que debe evaluar varias características para establecer cuál de las alternativas cumple con las expectativas, metas o intereses, derivando un proceso reflexivo o una conducta a seguir de ellas.

Tras numerosos años de estudio de la toma de decisiones centrados en la parte más cognitiva y racional, aparecen las teorías descriptivas o naturalistas que miran hacia la influencia de las emociones en el aprendizaje, o la codificación, interpretación y recuerdo de la información.

Debemos tener en cuenta que una toma de decisiones basada en la “intuición” puede llevar a cometer errores y sesgos, por lo que lo importante es conocer qué reglas utilizan las personas cuando se produce la toma de decisiones.

¿Decidir según nuestras emociones? La tiranía de las emociones

Ante el falso dilema de razón o emoción, Antonio Damasio propone que los pensamientos y elecciones “racionales” no pueden resolver solos todas las decisiones sin la colaboración de la emoción, ya que dichos procesos no pueden dar una solución rápida y adaptada a los problemas. Una de sus grandes aportaciones es hacernos entender la emoción como paso previo al componente cognitivo en la toma de decisiones, refiriéndose al análisis de pros y contras.

Por ejemplo, las personas con emociones interpretadas como positivas se enfocan más en los resultados positivos y utilizan un pensamiento genérico que aquellas con un comportamiento más regulado; al contrario, las emociones interpretadas como desagradables fomentan el razonamiento deductivo y analítico, y un uso más adecuado de la memoria. Por lo tanto, decidir, según emociones temporales sin regular o analizar puede llevarnos a tomas malas decisiones. 

Decidir acorde a nuestros valores y objetivos

A la hora de seleccionar un objetivo podemos encontrarnos con bloqueos debido a posibles conflictos de valores. En estos casos, se hace necesaria la clarificación de valores y el compromiso con ellos que plantea en este terreno la terapia de aceptación y compromiso.

Tomar decisiones implica “hacer algo” para solucionar situaciones incómodas o conflictos. A pesar de esto, a veces no dirigimos la preocupación hacia el objetivo que nos causa malestar. Es decir, nos preocupamos de sucesos muy poco probables, para evitar actuar sobre problemas evidentes a los que no queremos o no podemos enfrentarnos. Este fenómeno se da mucho en la procrastinación.

¿Cómo nos bloqueamos al decidir?

A la hora de tomar pequeñas decisiones en el aula (y en nuestra vida) podemos bloquearnos por distintos factores. Entre ellos, principalmente, la incertidumbre, la pérdida de las otras opciones, y el riesgo al fracaso o al no alcanzar la meta deseada.

  • La incertidumbre. Hay personas que soportan muy mal la incertidumbre, siendo un factor fundamental en el origen y mantenimiento del trastorno de ansiedad generalizada La aceptación y exposición controlada a esa inseguridad es un camino eficaz para aprender con ella.
  • Conflicto de valores. Las decisiones deben estar en consonancia con nuestros intereses a largo plazo, con nuestros valores; por otro lado, si existe una diferencia entre la elección y nuestros, nos aferramos al proceso de toma de decisiones intentando conjugar ambas situaciones.
  • El miedo al fracaso. El miedo a fallar puede ser totalmente paralizante y puede hacer que retrasemos decisiones, deleguemos en exceso o incluso busquemos justificaciones donde no las hay.
  • La evaluación del resultado. Cuando evaluamos los resultados obtenidos de una decisión, deseamos hacerlo en función de medibles y objetivos o, por el contrario, de tener en cuenta el sentimiento o la sensación que nos ha quedado. Este error explica la insistencia en algunas tareas.
  • La no aceptación. No aceptar los pensamientos, sentimientos, sensaciones y emociones que conllevan el riesgo es lo que mantiene un comportamiento y dificulta la toma de decisiones.

¿Cómo mejorar nuestra toma de decisiones?

El entrenamiento en la toma de decisiones, según el modelo de Nezu y D'Zurilla, consta de varias fases:

  1. Percepción del problema. Es importante definir qué consideramos problema, qué elementos tiene y cuál es la solución deseada. Además, es importante analizar nuestro estilo de afrontamiento impulsivo, evitativo o racional. Por último, deben considerarse las consecuencias que pueden vivir personas cercanas, recursos disponibles y compromiso con la decisión.
  2. Definición del problema. Definir brevemente el problema nos ayudará a resolverlo abordando el qué, el cómo, el cuándo y el porqué. Además, al definir el problema y objetivo usando términos sencillos y expectativas realistas aumentan las posibilidades de alcanzarlo.
  3. Generación de alternativas. Mediante una tormenta de ideas personal, redactamos todas las alternativas que se nos ocurran para hacer frente al problema detectado, para esto debemos seguir tres criterios: utilizar la mayor cantidad de alternativas posibles, que estas sean diferentes y sin juicio ni crítica.
  4. Selección de una alternativa. Esta elección se basará en aspectos positivos y negativos y en las consecuencias a corto y largo plazo personales, sociales y económicas, por ejemplo, diseñando una matriz de cuatro cuadrantes interrelacionados por cada alternativa.
  5. Puesta en práctica de la alternativa y evaluación. Llega el momento de tomar una decisión, y elegir un plan de acción mediante dos estrategias, una cuantitativa que considera datos objetivos y cuantificables y otra cualitativa con un análisis personal de los pros y los contras acorde a nuestros valores.
  6. Compromiso y seguimiento. Una vez seleccionada la alternativa, es necesario comprometerse con la estrategia para llevarla a cabo y con la evaluación de las consecuencias.

De esta forma, podemos tomar ciertas decisiones de forma más calmada, mejorando nuestra paz mental y calidad de vida.

 

Texto escrito por María del Mar Díez Simón.

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