Desde que nacemos hasta nuestra vejez, nos encontramos en situaciones diversas, en las que nos podemos sentir bien con nosotros mismos, y en otras en las que nos podemos sentir decaídos. Hay personas que por su forma de ser se ven incapaces de actuar con normalidad antes situaciones cotidianas, impidiendo resolver inconvenientes que pueden surgir.

González y Turón, definen el autoconcepto como “una organización cognitivo-afectiva que influye en la conducta y como realidad compleja…que incluye las imágenes de lo que creemos ser y de los que presentamos o queremos presentar a los demás”.

Es importante que en edades tempranas se trate este tema, tanto en el ámbito escolar como en el ámbito familiar, ya que el autoconcepto crea la personalidad y afecta en el rendimiento en el aula, y así como al ámbito personal, tanto en el afecto como en las relaciones familiares. Por ello, es necesario trabajarlo en el aula, puesto que para los alumnos y alumnas los docentes son un ejemplo a seguir, guiando su conducta y la forma de actuar ante situaciones desconocidas, afrontando las adversidades del día a día, siempre valorándose y aceptándose uno/a mismo/a como persona.

Se han llevado a cabo numeras investigaciones en diferentes países, obteniendo como resultado una de las características que más llaman la atención de las escuelas de alta calidad, la seguridad. Todos poseían un autoconcepto positivo que les hacían llevar a sus aulas, su positivismo y agrado con el trabajo. Su desparpajo y seguridad de capacidad para justificar la expresión que poseían un autoconcepto elevado.

Para el desarrollo del autoconcepto y de la autoestima es importante realizar un fuerte esfuerzo en la dimensión personal, no únicamente desde el ámbito disciplinar o pedagógico, sino también desde el desarrollo personal. No sería posible conseguirlo, sin una especial sensibilidad personal a través de la formación emocional, social, familiar y afectiva.