La noticia que saltó a la palestra la pasada semana sobre los malos resultados de los adultos en el informe de la OCDE ha ocasionado una avalancha de comentarios, la mayoría de ellas criticando al sistema educativo o buscando los culpables en antiguas leyes educativas. Varios investigadores universitarios han salido a su defensa.

Estos investigadores afirman que la muestra poblacional es muy heterogénea, y comprende a personas con edades entre 16 y 65 años. De estas, hay muchas personas que cuando pasaron su niñez y su juventud,  no existía una escolarización básica para todos y el acceso a la universidad era bastante escaso.

Héctor Cebolla, profesor de la UNED,  afirma que “nuestra posición es necesariamente peor” pero que “nuestros jóvenes no están tan, tan distantes de la media de los países de la OCDE”.

Este profesor afirma que esta situación se debe a una “expansión educativa tardía” en España, y al mismo tiempo el avance tan brutal que para los jóvenes ha tenido acceder al sistema educativo.

Y es que cuanto más cerca se está de la edad mínima representada en dicha prueba, es decir, 16 años; menos diferencias existen entre España y el resto de países.

Cebolla afirma que “si, es verdad que en nuestro país estamos en los niveles educativos peor que otros países, pero la gente no se para a mirar cuánta distancia hay entre los que están mejor y nosotros; y la verdad es que pese a todo lo que se diga tras la publicación de los resultados hay bastante poca”.

Parece que nos hemos dejado llevar por la euforia y no nos hemos parado a analizar los puntos que concierne a las distintas edades. Y es que cuanto más joven son los participantes menos diferencia existe entre el resto de países. Y es que es cierto que nuestro sistema educativo no es el mejor de Europa, pero la historia que acompaña a nuestro país tampoco ha sido el más idóneo para ello.

¿Qué opinas acerca de estos resultados?