El 56,1% de los jóvenes se encuentran en paro. Éste es un dato que no nos pilla a ninguno por sorpresa y del cual se ha hablado en numerosas ocasiones. Está claro que es un dato cuanto menos preocupante y al que hay que poner solución de inmediato, pero éstas, no son las cifras que más preocupan a los expertos.

Según los últimos datos, casi 3,5 millones de parados del total son desempleados de larga duración. Carlos Prieto, catedrático de Sociología del Trabajo de la Universidad Complutense de Madrid, define esta situación como muy grave, la cual se ha visto aumentada durante la crisis afectando a un total del 58,4% de los desempleados.

Y es que la probabilidad de encontrar trabajo disminuye con la duración del paro. Las habilidades que posee el trabajador se desprecian con el tiempo. No es lo mismo haber trabajado de comercial hace seis meses, que haberlo hecho hace cinco años cuando aún no había llegado la crisis a nuestra vida. “Al estar parado pierdes competencias, no las usas y las empresas cada vez te reconocen menos”, sintetiza Prieto.

Y los problemas sociales a los que se enfrenta este colectivo es aún más peligroso que el de los jóvenes. Forman parte de este colectivo personas de entre 30 y 55 años, y éstas suelen tener hijos e hipoteca que pagar, lo cual agrava su situación y lleva a las personas de dicho colectivo a un estado de desesperación.

Los datos, nos centremos donde nos centremos son alarmantes. Al principio de la crisis estos datos no eran tan altos y eran pocos los desempleados de larga duración. Cuando comenzaron a despedirse masivamente a los trabajadores, tampoco eran demasiadas las que se habían encontrado una larga temporada sin encontrar trabajo. Pero la situación, como bien sabemos, ni mejoró ni ha mejorado, por lo que esas personas que fueron despedidas, lo siguen estando y ya son más de un millón de parados los que no han trabajado en los últimos tres años.

Estos datos llevan a Prieto a lamentar: “Estamos en una situación angustiosa”. A continuación reclama “acción pública”, aunque es consciente de las limitaciones presupuestarias que impone la UE.