Imagen generica
¿Aún no estás registrado?
Regístrate ahora, son 2 minutos

Informe PISA ¿realmente mejora?

Maria Pilar Garrido

Publicado el 11/07/2013 13:07

Que los resultados en la educación no son iguales o mejores que los del resto de países de la Unión Europea, es algo de lo que estamos informados continuamente por nuestros medios de comunicación y sobre todo cada tres años por medio de los informes PISA.

Por todos es conocido este informe que evalúa a los estudiantes de quince años en tres competencias básicas como son: Comprensión Lectora, Matemáticas y Ciencias. Es un estudio que se realiza de manera cíclica cada tres años con el fin de apreciar la evolución en el tiempo del rendimiento de cada país.

La primera aplicación del estudio PISA se realizó en el año 2000, y a partir de ahí sucesivamente cada trienio se han ido realizando nuevas pruebas. Este 2013 traerá consigo el informe con los resultados de las pruebas de matemáticas realizadas en 2012 en más de 70 países participantes de estas pruebas.

El fin, en teoría, de la realización de estas pruebas es la de plasmar unos resultados por medio de unos exámenes para así poder ver dónde flaquea más cada país y poder mejorar, es decir, está orientado (en teoría como digo) a la “toma de decisiones para la conducción del sistema educativo y no a medir el rendimiento de los procesos educativos en cada aula o centro”; y mi pregunta es: ¿entonces por qué lo hacemos?

El informe PISA hoy día está diseñado para compararnos continuamente con el resto de países participantes, ¿o es que nunca hemos escuchado una comparación con Finlandia, Reino Unido o Alemania?

Los resultados en PISA son utilizados en la mayoría de las ocasiones para calificar al actual sistema educativo y hacer cambios en la legislación, y así, ya llevamos en 25 años cinco leyes educativas y vamos camino de la sexta. ¿No será éste uno de los desencadenantes? Así no es de extrañar que los resultados en PISA no sean excelentes, pero tampoco nos engañemos, no son catastróficos.

En los dos últimos informes los resultados de las pruebas han ido mejorando con respecto a las anteriores, pero esto no quiere decir que antes fueran un auténtico desastre. Sí, es cierto que estamos muchos puntos por debajo de la excelencia en los resultados que presentan países como Finlandia, pero España siempre ha estado en la media de la OCDE. No estamos suspensos en ninguna asignatura ni nos van a poner orejas de burro en ningún momento.

Nos encontramos en una sociedad que está cada vez más globalizada, y por lo tanto lo que se busca es fomentar y mejorar las relaciones internacionales que favorezcan a la economía española en particular, y a la europea en general. Esta idea es sin duda brillante e innovadora a la par que necesaria para el auge de los mercados y de la interculturalidad con nuestros vecinos europeos, pero me parece un poco trivial querer lograr este objetivo por medio de la educación obligatoria.

imagesComo digo, esta idea es sensacional en todos los aspectos, pero al aplicarla a la educación obligatoria estamos perdiendo por momentos el sentido real y único de la educación: educar para la vida y preparar a los alumnos para el futuro. Estas pruebas tan sólo evalúan en tres ámbitos específicos como son la comprensión lectora, las matemáticas y las Ciencias, pero no se tiene en cuenta ámbitos esenciales en la educación de los niños como son por ejemplo la competencia oral y escrita, así como otras asignaturas esenciales dentro del ámbito de la educación como son la geografía, la historia o una segunda lengua.

Y si dejamos a un lado la formación académica, la larga lista de las cosas que no se evalúan continúa. Además de dichas competencias, nos encontramos con otras muchas competencias trasversales en las cuales se trabaja día a día en la escuela y que son las que verdaderamente nos prepara para el día de mañana y para adaptarnos a la sociedad. Alguno de los ejemplos de estas competencias trasversales son, por ejemplo, la capacidad de organización, la toma de decisiones, la capacidad de resolver problemas o una buena actitud ante los trabajos en equipo.

Esos contenidos son los que marcan la diferencia entre un maestro o un profesor de verdad y uno que se preocupa únicamente de la transmisión de los conocimientos. Y ésta última idea es la que encaja perfectamente con el informe PISA. No nos engañemos, los informes PISA no están preparados para la evaluación de los verdaderos contenidos que marcan la diferencia entre una buena o mala educación, sino que nos evalúa para ver cuánto sabemos de una asignatura u otra y compararnos con el resto de países participantes.

Mi mejor consejo es que dejemos desde ya de catalogar a nuestros adolescentes como buenos o malos estudiantes y dejemos de crear y modificar leyes educativas. No hay nada más sabio que la experiencia, y la experiencia nos dice que éste no es el camino correcto. ¿Por qué en vez de invertir en leyes y decretos no utilizamos ese dinero para mejorar las instalaciones de los centros educativos y en sacar más plazas para maestros y profesores con ganas de enseñar a “sus niños”?

Abramos los ojos y parémonos tan sólo un segundo para replantearnos cuáles son los verdaderos problemas de España. Obviamente no se trata de cambiar de hoy a mañana todo el sistema educativo, pero sí en poner un poco de nuestra parte para devolverle a la educación su sentido original. Invirtamos en los niños e invertiremos en un futuro porque si no, a la larga lo acabaremos pagando.

0
“¿Te ha parecido interesante este artículo? ¡Dale a me gusta!