Siempre hemos conocido a los “ninis” como jóvenes que ni estudian ni trabajan. La crisis económica en la que nos encontramos inmersos ha ocasionado que concibamos este concepto de manera distinta. Los “ninis” han pasado a ser jóvenes que ni estudian, ni encuentran trabajo.
Los últimos datos nos dicen que los “ninis” con estudios universitarios han aumentado un 69% durante la crisis. Es decir, uno de cada cuatro jóvenes de 15 a 29 años ni trabaja ni estudia en España.
Como alternativa ante esta situación, muchos son los jóvenes que optan por seguir estudiando. Con respecto a esto, los datos confirmar que ha crecido el número de jóvenes que cursan estudios postobligatorios, aunque pocos de estos jóvenes apuesta por la Formación Profesional, aunque ésta tenga unas tasas de empleo mayores que las de las carreras universitarias.
Es un porcentaje mucho más elevado que el obtenido en el conjunto de países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Europeo (OCDE) que ha sido de un 24%. Por lo tanto y partiendo de estos datos, España iguala a países como Chile, Israel, México, Turquía, Italia o Grecia.
Montserrat Gomendio, secretaria de Estado de Educación, ha afirmado que el problema no se encuentra en esos jóvenes que poseen una carrera universitaria, sino en el porcentaje de jóvenes que no consiguen el titulo de la ESO o que no continúan sus estudios más allá de los 16 años. Y es que España es uno de los países de la OCDE donde menos del 60% de las personas con edades comprendidas entre los 25 y años 64 años alcanzó un nivel educativo de Educación Secundaria o Educación Terciaria.
Dentro de España se pueden observar también claras diferencias en cuanto a comunidades autónomas se refiere. Los datos nos informan que donde mayor porcentaje de “ninis” existen es en Ceuta (36,5%), Canarias y Melilla (30,2%). Estas comunidades van seguidas de Andalucía (28,7%), Extremadura (27,2%) y Baleares (27,1%). Por el contrario las comunidades que menos presencia de “ninis” tienen son Navarra (13,7%), País Vasco (15,3%), Aragón (17%), Cantabria (17,8%) y Castilla y León (18,4%), estando estas comunidades por debajo, incluso, de la media de la OCDE.
Todos estos datos son alarmantes, ya que tan sólo hay tres países en toda la Unión Europea que se encuentran por encima de nosotros con un mayor porcentaje de jóvenes “ninis”: Italia, Grecia y Bulgaria.
Pero ¿qué hacemos al respecto? ¿Nos alarmamos y nos echamos las manos a la cabeza o comenzamos a dar pasos para adelante para que esta situación comience a cambiar? Es fácil decir que la situación económica es la que ha causado todo este alboroto y que la única solución se encuentra en irse a Alemania o a Reino Unido a encontrar trabajo.
Pero aquí también tenemos una pequeña solución que no se tiene muy en cuenta y es la Formación Profesional. Este tipo de educación ha sido considerado durante muchos años la formación que realizaban aquellos que no querían estudiar una carrera universitaria o los que no querían seguir estudiando. Durante muchos años han sido conocidos como los “burros” y nadie quería eso para sus hijos mientras se pudieran sacar una carrera universitaria.
Pero el tiempo pone las cosas en su lugar, y los datos que nos ofrecen la Formación Profesional son alarmantemente buenos. Las tasas de empleo comparando la Formación Profesional junto con una carrera universitaria son mucho mejores, pero seguimos sin querer la Formación Profesional en nuestras vidas.
Pero es que la sociedad y el sistema educativo en el que nos encontramos tampoco hace mucho por ayudarnos a tener una mejor imagen de la Formación Profesional. Cuál fue mi sorpresa cuando me dispuse a mirar las becas para los módulos de grado superior y vi estupefacta cómo no se me podría conceder nunca una beca ya que vengo de titulación universitaria y los módulos son considerados “niveles inferiores de estudio” ¿inferior? Y aquí es cuando me acuerdo de mi amiga que tiene Magisterio de Educación Infantil y a la vez es Técnica Superior en Educación Infantil y está contratada en una guarderia por el módulo superior.
He aquí la inferioridad, pero la inferioridad de nuestros pensamientos (retrógrados en numerosas ocasiones) por buscar siempre una formación superior y superior y superior, sin buscar lo que realmente nos gusta o por completar nuestra formación con módulos complementarios y especializarnos en un tema determinado.
Comencemos a cambiar estas cifras por pensamientos positivos, comencemos a apostar por una formación profesional que se base más en la práctica para poder comenzar a hacerla más atractiva a ojos de todos y así, comenzar a descender estas cifras alarmantes.