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La educación de las niñas en un mundo globalizado

Maria Pilar Garrido

Publicado el 16/02/2016 18:02

La educación universal es un hecho en muchos países del mundo, pero no en todos. Por desgracia, aún presenciamos a diario (sobre todo lo podemos ver en los medios escritos y televisivos) cómo millones de niñas aún no tienen derecho a una educación básica. Siempre hablamos de que los gobiernos en este tema, tienen mucho que hacer en este tema sobre la educación de las niñas.

Son muchas las causas que impiden a las niñas asistir a la escuela, entre las que se puede destacar vivir en zonas rurales, la pobreza, el trabajo infantil, los matrimonios prematuros, embarazos precoces o los conflictos armados, creciendo así la brecha de género existente en muchos de esos países y del que sin educación, difícilmente podrán salir esas niñas.

Hace un tiempo, Irina Bokova, directora general de la Organización para la Cultura, la Ciencia y la Educación de Naciones Unidas (UNESCO) afirmó que “la educación de las niñas es una de las fuerzas más poderosas de la dignidad humana. Es un asunto de Derechos Humanos y una estrategia de progreso para el desarrollo humano y la paz. No hay mejor inversión a largo plazo para fomentar la inclusión social, la justicia, la igualdad y el crecimiento económico”.

La educación de las niñas y en las mueres supone transformar por completo sus vidas e impulsar así el desarrollo de los países en los que viven así como facilitarles salir de la pobreza y reducir la mortalidad infantil.

Aunque realmente no deberíamos hablar del tema de la educación de las niñas para auto convencernos sobre la gran importancia y relevancia que tiene darle una educación adecuada a las niñas, ya que esto es una obligación para todos, es una cuestión que atañe directamente a la dignidad de la persona.

La educación de las niñas no es un tema que debiera estar ni tan siquiera en debate. La educación es la base de todo lo que nos rodea, es la estabilidad de una sociedad y por supuesto, su progreso. La educación de las niñas ha de ser universal, ya que con ella conseguiremos un progreso adecuado al resto del mundo así como la erradicación de muchos problemas de los países menos desarrollados como las enfermedades de transmisión sexual o prevenir los embarazos de riesgo como una de las principales causas de mortalidad juvenil.

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