Son un total de 830 educadores los que trabajan y atienden a niños con necesidades educativas especiales en la Comunidad Vaenciana. De todos ellos, 598 trabajan en distintas escuelas de Infantil y Primaria para hace posible una integración de los estudiantes que tengan algún tipo de discapacidad física o mental. Los 232 restantes, trabajan en los 24 colegios de Educación Especial que se encuentran en la Comunidad Valenciana.

Hoy no queremos hablar ni del número de docente, ni mucho menos, de la labor que realizan diariamente con estos alumnos. El problema del papel de este profesorado es que, además de ser educadores de niños con necesidades educativas especiales se han acabado convirtiendo en monitores de comedor.

Desde el sindicato CSIF  se denuncia que la Consejería de Educación obliga a que los educadores hagan de monitores de comedor: “Los niños con NEE necesitan el apoyo del educador el 100 % del tiempo, si éste se tiene que dedicar a otras cosas, como limpiar mesas, retirar bandejas y guardar el orden del comedor, no va a poder prestar la atención personalizada que precisan los alumnos con problemas”.

Y lo cierto es que muchas veces confundimos el papel de un educador con un monitor. Está muy claro que la función de ambos es la de educar. Pero también lo es el papel de los padres o los abuelos así como del monitor de fútbol.

Y es cada vez más, el papel de los educadores se está viendo más y más desplazado. Con esto me refiero a que las aulas se encuentran más masificadas y que la atención personalizada del alumnado también se está viendo cada vez un poco más abandonada.

Y esto es malo para todos. Es malo para los educadores y para los monitores porque se están unificando trabajos para los que posiblemente el otro no esté del todo capacitado y sobre todo, es malo para el alumnado, ya que la atención que reciben no es igual de satisfactoria que la deberían recibir. Pero ante esta situación no nos queda más remedio que aguantar... ¿o no?