En nuestro país, gracias a la crisis, nos hemos dado cuenta que son muchos los aspectos negativos que tenemos que mejorar. Hoy en día, nuestros políticos, han hecho varias reformas para intentar mejorar nuestra economía, pero se olvidan de un aspecto muy importante: hacer una reforma que cambie nuestro sistema educativo, que lleva fracasando durante muchos años. Los partidos políticos, se dedican a hacer dos o tres cambios, en los que ponen distinto nombres a la asignatura de Educación para la Ciudadanía, Religión cuenta para la nota media, cambios en los exámenes de acceso a la Universidad… son medidas ridículas que tan sólo cambian algo pero que de poco o nada sirve. No hemos sido capaces de crear un sistema que funcione,  ni en los años de bonanza económica, y ahora mucho menos con los recortes  en la educación. Nuestra realidad, es que estamos a nivel de países cuyo nivel económico siempre ha estado por debajo del nuestro. En mi opinión, el cambio, tiene que ser a nivel de social, una nueva ley donde se implique a todos: los centros educativos, las familias y el sistema. Debemos de cambiar poco a poco estas tres estructuras y conjuntarlas para que nuestras próximas generaciones estén preparadas. Para empezar, desde los centros educativos, se debería de dar la asignatura de inglés todos los días, desde la Educación Infantil hasta el Bachillerato y así ya nos quitaríamos el inconveniente de tener que enseñar un segundo idioma que tanto les cuesta aprender al alumnado cuando tiene más edad. También, creo que se debería de poder repetir otro curso más en la Primaria, debido a que una parte del alumnado que repite una vez, ya sabe que no puede repetir otro curso y el rendimiento es menor. En la ESO, es donde nos encontramos más problemas, ya que van todos los alumnos de 6º de Primaria a 1º ESO. La inclusión y la integración, son términos maravillosos, pero a estos niveles de exigencia académica, debemos de dar más salidas al alumnado que no puede o simplemente no quiere estudiar. A partir de 1º ESO, se debería implantar ya, módulos y cursos de diversificación, para facilitar al alumnado la adquisición de competencias básicas y habilidades en el mundo laboral. De este modo con estas medidas, el nivel del alumnado que estudie la ESO, subiría bastante más, porque no se encontrarían en sus clases con otros alumnos que retrasarían su aprendizaje. Hay que ser realistas, en estos años nos hemos preocupado mucho de la integración y este aspecto es muy positivo, pero cuando se llegan a ciertos niveles, hay que ser conscientes de que un porcentaje del alumnado, se vería favorecido con la inclusión de módulos de formación y cursos de diversificación.  No sería una separación de los alumnos menos capacitados,  sino una vía, para poder tener más oportunidades de elegir según sus necesidades. A nivel de familias, debe de haber un cambio de actitud. Las familias tienen el mayor porcentaje de éxito o fracaso en sus hijos/as. Es muy fácil echar la culpa al maestro o profesor de turno, pero, en la gran mayoría de los casos, el problema está en casa. Todos los padres y madres, deben de arrimar el hombro para poder fomentar el aprendizaje y crear una serie de hábitos para favorecer el estudio. Es muy fácil, de llevar a los hijos/as al colegio, luego a clases particulares y para finalizar actividades deportivas, televisión y videoconsolas. Con esto, ya creemos que lo estamos haciendo bien y lo que estamos haciendo, es no pasar nada de tiempo con ellos. Las familias también son responsables de esa educación y hay que ser autocríticos. Plantearía una serie de cuestiones para que todas las familias las tuvieran en cuenta: -          ¿Leéis habitualmente libros? -          ¿Lleváis a vuestros hijos/as a las bibliotecas? -          ¿Vais explicando a los más pequeños su entorno más próximo? -          ¿Lleváis a vuestros hijos/as a museos o exposiciones? -          ¿Os preocupáis de utilizar las nuevas tecnologías con el fin de aprender? -          ¿Asistís habitualmente a la tutoría en el colegio? Con estas preguntas, lo que se pretende, es que se reflexione de todo lo que se puede hacer  y qué se debe de predicar con el ejemplo. Existen muchos modos de decirles a nuestros hijos lo que deben o no deben hacer, pero, sin duda, ninguno tan eficaz como que lo hagan los propios padres/madres para que los hijos/as lo aprendan. Con respecto a la nuestra sociedad, hay que animar que nuestros jóvenes estudien y  tengan más capacidad de crítica. No podemos estar en una sociedad, donde cualquiera que acabe una carrera universitaria, no se le valora, a la hora de buscar trabajo. Para ello, se debería de fomentar mucho más la formación y menos el  “enchufismo”,  sobre todo, en el ámbito político, que son los que peor ejemplo dan.