Últimamente veo en muchos blogs y en muchos comentarios que el sistema educativo actual necesita un cambio en la metodología que utiliza. Mi conclusión como Pedagoga es que el fallo no está tanto en el sistema educativo como en la forma que tiene el mismo de transmitir los conocimientos.

Ya sean los padres por medio de la colaboración con el centro escolar, como los propios maestros y los profesores, han de poner su granito de arena para que esta situación cambie. Creo que todos estamos de acuerdo en lo que buscamos: que los alumnos y alumnas sean partícipes de su propio conocimiento, que los padres colaboren, que el alumnado trabaje la socialización con el resto de sus compañeros, que aprendan a desenvolverse por ellos mismos…y como no, que aprendan los contenidos básicos.

Muchas exigencias pero pocos cambios, y escribiendo estas líneas a mí se me viene a la cabeza un pequeño colegio  en la Comunidad de Madrid que trabajaba todo esto de manera diferente: por proyectos.

La metodología por proyectos no es una metodología nueva pero sí que es algo totalmente desconocido porque es algo distinto, y lo distinto asusta. Este tipo de metodología implica dejar a un lado las áreas o asignaturas, es decir, la enseñanza tradicional por medio de clases teóricas y libros de texto. La metodología por proyectos deja a un lado los libros de texto y las clases magistrales y organiza a la clase por medio de grupos de trabajo. Estos grupos se distribuyen de manera heterogénea, encontrándose diferentes tipo de alumnado en ellas, con distintas maneras de trabajar, distintas capacidades de aprendizaje y en alguna ocasiones incluso diferencias étnicas. Por lo  tanto, esta metodología nos permite crear un ambiente más heterogéneo entre el alumnado y mejorar las relaciones personales entre compañeros de clase.

En lo que al aprendizaje se refiere, este tipo de metodología se centra en el aprendizaje como resultado de construcciones mentales, es decir, en la adquisición de nuevos conocimientos por medio de las ideas con las que ellos mismos partían, basando sus conocimientos previos a las nuevas ideas y a los nuevos conceptos que ellos mismos descubren.

Pero lo más importante, es que los propios alumnos son los creadores y los responsables de desempeñar dichos proyectos, por lo que los alumnos sobre los que se lleva a cabo este tipo de metodología se encuentran más implicados en su educación ya que les parece más divertido y por lo tanto se encuentran mucho más motivados que si el profesor se pusiera en la pizarra a explicar el tema que tocara ese día.

El alumnado puede incluso elegir los temas que se van a tratar en clase, lo cual les motivará a realizar las actividades, a prestar atención e incluso a buscar información sobre algo que no entiendan.

Sé que muchos padres se echaran las manos a la cabeza y se indignarán por decir esta clase de “barbaridades” porque a sus hijos no se les tratan los principales temas de Matemáticas o de Historia, pero sí que lo hacen. Por poner un ejemplo basado en la experiencia: cuando tuve la oportunidad (y la suerte) de visitar ese centro madrileño estaban trabajando el proyecto del periódico. Cada uno de los alumnos debía llevar una noticia del periódico que más le hubiera llamado la atención. Una de las noticias que se trataron fue la guerra que se está llevando a cabo en Oriente Medio, por medio de esa noticia a los niños se les enseñaba en un mapa dónde se encontraba esos países y la historia de por qué toda aquella situación estaba sucediendo. Sin quererlo, estamos tratando Historia, Geografía y fomentando la capacidad lingüística de esos alumnos, y contamos con toda su atención debido a que es un tema de su interés, ya que se está tratando ese tema porque es algo que a ellos realmente les llama la atención y que han buscado con sus medios. A su vez, estamos fomentando al alumnado a que busque y extraiga su propia información y a enseñarle los métodos para hacerlo de una manera correcta.

Esta metodología no es tan fácil de llevar a cabo, ya que los docentes deben adaptar las actividades a las características del grupo y además, adaptar los proyectos a los estándares establecidos por la administración para cumplir con los objetivos mínimos y las competencias básicas que ha de adquirir el alumnado en los distintos niveles educativos.

Con esto no estoy criticando ninguna metodología específica ni mucho menos, solo quiero hacer reflexionar sobre qué es lo que está fallando realmente en el sistema educativo: nosotros, el profesorado o la manera de transmitir los conocimientos. Como vemos, existen muchas posibilidades y metodologías que no son las básicas y las tradicionales y que prácticamente en la totalidad de los casos son iguales o más efectivos que la metodología tradicional.

Mi consejo de hoy, padres, profesores y lectores en general, es que nos paremos un poco a pensar cómo nos enseñaban a nosotros de pequeños y si nos gustaba realmente esas clases magistrales. Si es así ¡perfecto! Pero si no, replanteémonos una nueva forma de acercar la educación a nuestros niños y niñas.