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Resetear es ya una exigencia

Ana María Soteras Gay

Publicado el 27/10/2019 18:10

LOS CAMBIOS NOS LLAMAN A LA PUERTA

El mundo donde vivimos se enfrenta a cambios constantes, los ritmos de la sociedad cada vez más frenéticos, las nuevas tecnologías con sus pros y sus contras,  que tantas veces nos facilitan nuestro trabajo como nos lo dificultan tantas otras, el cambio climático que siempre ha estado ahí pero como que no terminábamos de ser del todo conscientes.

Este último el que más está influyendo en nuestra tarea diaria, en mi caso como maestra de educación infantil. Es precisamente en esta etapa educativa donde la proyección de contenidos en el área de conocimiento físico, natural y social del medio que nos rodea exige replantear el cómo los propios cambios chocan con el uso de retahílas habituales en las aulas de infantil. En este caso, no se trata de renovarse o morir sino sencillamente resetear, poner punto 0 y empezar.

La propia innovación debe partir de la misma realidad, aunque a veces se confunde con una simple creatividad.

Así mismo entiendo la perplejidad de alumnos de 2 y 3 años ante el desarrollo de una unidad didáctica, como puede ser el otoño, mediante contenidos muy alejados a la realidad física que ellos viven in situ. Insisto, in situ, ya que la localización geográfica sí tiene su merecida importancia en la proyección de conocimientos, debemos entender que según la geolocalización de cada institución estos cambios son extremos en mayor o en menor grado. Es decir, como podemos seguir transmitiendo imágenes de abrigos, bufandas, hermosos paisajes de árboles de hoja caduca, cuentos y canciones de representaciones inconexas al día a día,  elementos naturales sean frutos, frutas, verduras propios de la estación,  cuando  el propio cambio climático discurre en otra realidad paralela. Creando un espacio intermedio  entre los conocimientos vivenciales de los propios alumnos y los contenidos que se quieren transmitir en las escuelas infantiles y centros educativos. Este espacio inconexo entre los dos dificulta el aprendizaje no solo de aspectos puntuales en la programación anual sino que a su vez puede ser el punto inicial de desatención de futuros aprendizajes a otros niveles.

LOS DATOS NOS LO INDICAN

Uno de los objetivos de esta etapa educativa con identidad propia es la de dar contenidos que sean significantes y tengan significado para el alumnado. Aquí es cuando se abre la discordancia.  El hecho que las estaciones del año ya no estén tan claramente definidas.

Cuestiones como el calentamiento global con la subida de la temperatura de la Tierra, así como la subida de la temperatura del mar, estudios demuestran que una explicación es el aumento en la concentración de los gases de efecto invernadero.

Temperaturas superiores a 23 grados en pleno mes de octubre, prendas de vestir a media manga, faltos de abrigos ni chaquetas, árboles con sus hojas verdes relucientes, frutos y frutas durante todo el año en pleno apogeo, fines de semanas dedicados a jugar en la arena de la playa o pasear por rutas al aire libre desprovistos de lluvias, frio o temperaturas moderadas propias de la estación de otoño.

Es por ello, que considero que debemos aplicar nuestros esfuerzos en promover una nueva transmisión de como la propia acción humana ha creado cambios vivenciales en las diferentes estaciones del año, redirigiendo el aprendizaje de la simbología de cada una de las estaciones de forma más escalonada, moderada y progresiva, ayudando a nuestro alumnado a identificar según la realidad actual como interpretar cada una de las estaciones del año por sus propias características.

Significa un esfuerzo a nivel de centro promover este tipo de cambios, que a su vez, conforman los cambios reales que vivencian los propios alumnos desde que nacen dentro de la misma evolución de la Tierra y sus cambios.

Abordar desde las escuelas y colegios mediante nuevos  contenidos curriculares y ejes transversales. Promover acciones medioambientales en edades tempranas es promover consciencias, que el propio ser humano puede hacer de la misma manera que deshace. Ayudar a crear individuos comprometidos en el lugar donde viven y propiciar acciones de mejora, de sostenibilidad, progresión, solidaridad y empatía. Valores que son los pilares que marcan nuestra tarea educativa.   

Romper y abrir nuevas vías

Al fin y al cabo, no hay más que abrir ventanas y ver qué es lo que realmente está pasando a nuestro alrededor. Es entonces cuando la finalidad de la educación vuelve a tener sentido y se crea una simbiosis real de las necesidades de nuestro alumnado con el contexto en que viven.

Sigo creyendo que los lazos eternos de un pasado no muy lejano son demasiado fuertes en muchas instituciones educativas pero, también es cierto que no se puede promover actuaciones que chocan frontalmente con el sentido común. Vamos a crear, reinventar, resurgir conceptualizaciones a vivenciar a la par de los tiempos actuales.

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