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Thinking Based Learning: un cambio educativo y social

Thinking Based Learning
Red Educa

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Lun, 25/03/2024 - 09:46

Cerremos los ojos e imaginemos que nos encontramos en una isla desierta. Entonces, nos planteamos: ¿qué saberes necesitaremos de la escuela para sobrevivir? ¿Necesitaremos sumar? ¿Necesitaremos vocabulario, conocer los paisajes españoles o el ciclo del agua? Tal vez sí... O no.

De la cuestión de partida, surge la necesidad de implementar en las aulas una nueva metodología diseñada para el aprendizaje competencial y funcional. Además, y dadas las exigencias de la sociedad actual, debemos ser conscientes de que el alumnado ha evolucionado y cambiado su forma de aprender, de comunicarse, de concentrar su atención o de abordar una tarea. Y nosotros, como docentes, debemos ser parte de ese cambio.

Por ello, partimos, para desarrollar esta nueva metodología, de una actividad que se practica de forma constante, aunque no siempre se es consciente de que se está realizando: pensar. Sin embargo, no todos los individuos realizan esta acción del mismo modo, ya que cada uno emplea las estrategias y habilidades que considera más adecuadas a sus propias características y a la naturaleza de la situación.

Un nuevo enfoque metodológico: Thinking Based Learning

TBL, cuyas siglas en inglés (Thinking Based Learning) significan aprendizaje basado en el pensamiento, corresponden a una metodología activa cuyo motor de todo aprendizaje es el alumno. Dicho método, creado en la Universidad de Harvard por el filósofo Robert Swartz, propone la enseñanza de habilidades de pensamiento en la escuela para que los alumnos sean capaces de extrapolar o transferir dichas habilidades a su vida cotidiana.

Mediante las rutinas y las destrezas de pensamiento, los docentes ayudan a los alumnos a alcanzar un pensamiento eficaz y a profundizar en los contenidos del currículo. De este modo, estos son capaces de hacer comparaciones, desarrollar ideas creativas, tomar decisiones, hacer juicios, resolver problemas…

El pensamiento eficaz

El pensamiento eficaz se define como la utilización competente y estratégica de destrezas de pensamiento y hábitos de la mente productivos que nos posibilitan realizar actos reflexivos de pensamiento, como tomar decisiones, argumentar, sintetizar y otras acciones analíticas, creativas o críticas.

En este sentido, es importante mencionar que para obtener un pensamiento eficaz, intervienen y se interrelacionan tres tipos de pensamiento:

  • Crítico: el alumno procesa la información recibida y la utiliza como sustento de sus propias creencias.
  • Creativo: el alumno plantea ideas alternativas y soluciones nuevas.
  • Metacognitivo: el alumno reflexiona sobre su propio pensamiento.

Destrezas del pensamiento

Para analizar el concepto de destreza de pensamiento, es necesario que se observe en primer lugar la diferencia entre las rutinas y las destrezas. Como ya hemos visto, las rutinas reproducen secuencias sencillas, que se utilizan de forma repetitiva hasta automatizarse. En cambio, las destrezas son secuencias más elaboradas, que necesitan basarse en organizadores gráficos para hacer visible el pensamiento de los alumnos y se desarrollan en cuatro pasos, como veremos posteriormente.  

Entre las características más importantes de las destrezas encontramos que promueven un tipo de pensamiento creativo, analítico y crítico y que, mejoran las habilidades de organización y categorización de ideas.

Integrar la enseñanza de destrezas de pensamiento en el currículo: infusión

El concepto de infusión se ha tomado para explicar la enseñanza en el aula que fusiona la enseñanza de destrezas de pensamiento con la enseñanza de elementos curriculares.

En estas líneas, la infusión de la enseñanza de destrezas de pensamiento en la enseñanza debería satisfacer dos objetivos fundamentales: que los alumnos logren alcanzar un pensamiento eficaz y que además los contenidos de cada asignatura sean significativos para ellos.

Así, como se recoge en el preámbulo de Ley Orgánica 2/2006, de 3 de mayo, de Educación modificada por la Ley Orgánica 8/2013, de 9 de diciembre, para la mejora de la calidad educativa, el aprendizaje en la escuela debe ir dirigido a formar personas autónomas, críticas, con pensamiento propio.  

Entonces, ¿cómo introducimos las destrezas en la práctica diaria del aula? Veamos los 4 pasos en los que se divide una destreza del pensamiento:

1º  Introducción de la destreza

Para introducir la destreza utilizamos los mapas de pensamiento. Estos son una forma de representar de forma explícita todos los procedimientos que intervienen en el proceso de pensar. Dichos mapas guían a través de preguntas al alumnado y los estimula a reflexionar. A continuación puede verse un ejemplo:

  1. ¿Qué partes forman el objeto?
  2. ¿Qué ocurriría si faltara cada una de estas partes?
  3. ¿Qué función tiene cada una de estas partes?
  4. ¿Cómo interaccionan las distintas partes para que el objeto sea como es y haga lo que hace?

2º Guiar con organizadores gráficos

En este punto, necesitaremos utilizar un organizador gráfico para ayudar a los alumnos y posibilitar la recogida de información de un modo más intuitivo. Siguiendo las cuestiones del mapa de pensamiento del primer paso, completamos el organizador gráfico. En este, se puede observar que consideramos una parte del objeto para pensar sobre qué pasaría si faltase esa parte.

3º Reflexión metacognitiva

La metacognición es un neologismo compuesto por los vocablos: meta, que significa ‘sobre’, y cognición, que significa ‘pensamiento’. De este modo, metacognición significa ‘pensar sobre nuestros pensamientos’ e implica usar la razón, planificar y pensar.

No obstante, llegados a este punto se plantea una cuestión: ¿por qué resulta necesario enseñar metacognición en el aula? Mediante la reflexión con destreza sobre cómo pensamos, el alumnado será más capaz de identificar, analizar, usar y reproducir las habilidades que intervienen en el proceso de pensamiento.  

4º Aplicar en otros contextos

Finalmente, este último paso dentro de las destrezas de pensamiento es el relativo a la capacidad de los alumnos de extrapolar lo aprendido de una destreza a otras destrezas o situaciones de su vida diaria. La expectativa es que el estudiante internalice aquellas herramientas o procesos más útiles para, posteriormente, ser capaz de utilizarlos de forma espontánea en diferentes contextos.

Liderazgo transformador: el agente educativo como líder

Del Pozo (2005), explica que para que un centro escolar se convierta en una auténtica comunidad pensante, resulta imprescindible que algún miembro de la comunidad educativa sea el líder del cambio, y por consiguiente, debe cambiar él primero. Por ello, exponemos una serie de cualidades:

  • Establecer normas y valores compartidos
  • Generar y mantener la confianza
  • Facilitar el diálogo reflexivo
  • Apoyar la orientación
  • Fomentar la colaboración
  • Estimular el aprendizaje continuo

¿Qué saberes necesitaremos de la escuela para sobrevivir?

¿Recordamos la cuestión del principio? Cerremos los ojos de nuevo, e imaginemos que estamos en una isla desierta. ¿Qué saberes necesitaremos de la escuela para sobrevivir? Tal vez necesitaríamos las matemáticas o la lengua, o tal vez no. Tal vez las ciencias sociales o naturales, o quizás no. Lo único que podemos saber que necesitaríamos a ciencia cierta es tomar decisiones y resolver problemas, dos de los pilares sobre los que se asienta la metodología TBL.

La idea es romper con los esquemas, lo que todos nos imaginamos cuando hablamos del proceso de enseñanza-aprendizaje. La figura de un profesor que transmite el conocimiento y unos alumnos que, por medio de memorización, adquieren las habilidades que queremos.

No, no pretendemos eso. Pretendemos que sean ellos los que dirijan su propio conocimiento, los que de forma inconsciente trabajen de forma activa, reflexiva y participativa. Pretendemos que dentro de la diversidad de capacidades, intereses, motivaciones, estilos de aprendizaje, etnias, creencias… La clase sea dinámica y plural, que el alumnado sea crítico, se sienta motivado y por ello el ambiente del aula sea siempre productivo.

 

Texto escrito: Sabrina Moncho Albert.

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